Cambios en la narrativa del cine por la tecnología
Por Paloma Carreño Acuña
Morelia, Michoacán. 25 de agosto de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Desde que los hermanos Lumière desarrollaron una tecnología (cinematógrafo) que dio lugar al nacimiento del cine como un nuevo medio expresivo, esta relación no ha dejado de profundizarse y evolucionar, lo que ha contribuido a que el cine se haya convertido en uno de los principales medios de comunicación para contar historias.
El cine devela muchos aspectos de las sociedades y contiene una doble posibilidad: la representativa y la generadora, teniendo a veces el objetivo de poner en pantalla una realidad preexistente y en otras ocasiones crear imágenes nuevas que produzcan esas realidades.
Eso es parte de lo que investiga el doctor en teoría y análisis del cine José Ricardo Chávez Mendoza, profesor e investigador de la Facultad de Letras de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).
El cine como objeto de estudio
“A pesar de la innegable importancia del cine, y a diferencia de lo que ocurre con la literatura, prácticamente no hay programas de licenciatura (o incluso de posgrado) en México, que se orienten específicamente a su reflexión y conocimiento. Las pocas licenciaturas de cine que se ofertan en el país están orientadas a la formación de profesionales para su realización, lo cual sin duda es imprescindible, pero no cubre el hueco de su reflexión sistemática”, afirma Chávez Mendoza.
Y eso da muestra de una paradoja; no obstante la influencia del cine en las sociedades, desde la institución educativa no se le ha dado la relevancia que merece, de ahí que su reflexión profunda y estudio sistemático resulten pertinentes, opina el especialista.
“En otras palabras, el cine también puede ser visto como un objeto serio de investigación científica”.
El cine involucra diversos fenómenos, cada uno de los cuales puede ser abordado desde diferentes perspectivas teóricas, metodológicas y disciplinares. De modo tal que, por citar un ejemplo, el fenómeno de su recepción puede ser visto desde una óptica feminista, narratológica, cognitivista, entre muchas otras, o abordarse desde el campo económico, desde la historia, la psicología, la sociología.
Asegura que los problemas de investigación a resolver son variados, es decir, se puede investigar no solo cómo se recibe cualitativa o cuantitativamente el cine como medio, un género o una película en particular.
“También cómo se institucionaliza su recepción, cuándo surge el rito de ir al cine, qué consecuencias socioculturales comporta, o cómo su recepción afecta nuestras concepciones y definiciones del mundo, entre otros temas”.
Evolución del cine por la tecnología
Ricardo Chávez afirma que el cine nace del desarrollo tecnológico y, desde ese momento, sus posibilidades como medio expresivo y de comunicación han ido de la mano. Por ello, menciona que cuando se estudian los correlatos entre cine y tecnología en diferentes momentos, es posible ver una serie variopinta de problemáticas de investigación, que van desde aspectos socioculturales y económicos hasta el cambio de roles, formas de interacción o cuestiones de tipo legal.
“Para seguir con el ejemplo de su recepción/consumo, podemos observar cómo, en cierto momento, después de no contar con un público ni un espacio propios, el cine generó un público que, a su vez, requirió la existencia de un espacio particular para las proyecciones: la sala de cine, dotada de la tecnología necesaria para la exhibición de las películas”.
De este modo, el espectador solo podía ser aquel que acudía a la sala cinematográfica, pues era la única forma de acceder a una película. Sin embargo, con el desarrollo de una tendencia hacia las tecnologías domésticas y de consumo, este hecho fue cambiando —en palabras del doctor—, desde los proyectores caseros, la transmisión televisiva de las películas, después con las videocintas (Beta, VHS) y los soportes ópticos (DVD, Blu-ray, BR 4K HDR).
En la actualidad ya hay varias maneras coexistentes de consumo del cine, cada una con sus particularidades y con implicaciones sujetas a la reflexión y el estudio.
“Transitamos de la exclusividad de la pantalla grande (la de la sala cinematográfica) a su consumo masivo a través de la cuarta pantalla (la pantalla de los teléfonos inteligentes)”.
El doctor habla del rito social de acudir a la sala de cine acompañado por la familia, la pareja o los amigos, donde se ha ido cediendo lugar a una recepción individual, tanto en lo visual como en lo sonoro, en la que el espectador no solo puede decidir avanzar, retroceder o pausar la reproducción de un texto cinematográfico (lo que ocurre desde los reproductores caseros), sino que puede hacer su consumo fuera de un lugar fijo y determinado, en movimiento (pongamos por caso los trayectos de metro o de autobús).
“¿Acaso debemos ignorar estos cambios, pensando que están libres de consecuencias sociales y correlaciones culturales?”.
Las teorías del cine
Después de haber identificado la relevancia del cine como una práctica y fenómeno sociocultural, Ricardo Chávez afirma que se han formulado distintas teorías del cine que buscan dar cuenta de diversas problemáticas, lo que permite comprender su funcionamiento.
“El cine constituye un objeto de estudio complejo que involucra una diversidad de fenómenos que se pueden traducir en un universo de problemas de investigación”.
Un ejemplo de lo anterior es abordar su funcionamiento en la Época de Oro del cine mexicano, en la que había una industria cinematográfica fuerte, tanto de consumo interno como de exportación, por lo que se consumía localmente y también en otros países, generando con ello no solamente una serie de consecuencias económicas, sino también culturales.
“Está claro que el cine de esa época contribuyó activamente en la consolidación de una industria, así como en la conformación de una imagen y una serie de ideas sobre México y lo mexicano”.
Menciona que, en suma, se trata de fenómenos que pueden develar aspectos de nuestra historia, economía, identidad y aspiraciones.
La relación endémica de la tecnología y el cine
Ricardo Chávez considera necesario reflexionar sobre las implicaciones socioculturales de las tecnologías, muchas de las cuales pueden pasar inadvertidas o son invisibilizadas. Ya que debido a su avance vertiginoso, algunos de estos desarrollos se normalizan sin reflexión, de forma que el análisis es una oportunidad de discutir y evaluar las características y repercusiones de dichos cambios.
La tecnología siempre ha afectado en diverso grado y modo a la sociedad que la genera o adopta. Por eso le sorprende cuando se hacen comentarios que representan una falsa disyuntiva entre lo tecnológico y lo natural, “como cuando se argumenta sobre el libro digital (entendido como lo tecnológico) y el libro impreso (entendido como natural), pues ambos —no solamente el libro electrónico— son productos tecnológicos”.
El libro impreso como lo conocemos, en su opinión, es producto de la innovación tecnológica de la imprenta, que permitió en su momento su masificación. Utiliza este ejemplo para hablar del imperativo de no considerar la tecnología como un fenómeno estrictamente contemporáneo, sino que ha afectado el desarrollo de la humanidad desde sus comienzos. En el caso del desarrollo del cine —dice—, esto es evidente.
El motor del desarrollo tecnológico
Desde su perspectiva, a diferencia de lo que puede ocurrir en otras áreas, aquí no puede obviarse que el cine, desde el cinematógrafo de los hermanos Lumière hasta el cine digital transmitido en live streaming, siempre ha estado ligado a la tecnología.
Considera que el propio nacimiento del cine es el resultado de una serie de aspiraciones y desarrollos que vienen a “articular las búsquedas del pasado para capturar el movimiento de la vida”. De hecho, el cinematógrafo es etimológicamente la escritura (o grabación) del movimiento.
Por lo tanto, reflexiona que no debe extrañar que, en sus inicios, fue el movimiento uno de los aspectos que causó mayor impresión en los espectadores. Pero como se ha dicho, el cine no está al margen de la sociedad, por lo tanto, de relacionarse con diversos aspectos de esta.
“En 1895 los hermanos Lumière presentaron la proyección de un grupo de trabajadores saliendo de una de sus fábricas. Este hecho fue relevante, en parte, porque no inmortalizaron a la élite y sus hazañas, algo característico del retrato pictórico, sino a personas comunes realizando acciones cotidianas”, es decir, el cambio tecnológico manifiesta un cambio social.
Aunque añade que, en su momento, al mismo tiempo que el cine causó fascinación, también provocó temor, ya que algunos opinaron que se habían creado fantasmas a los que habían condenado a repetir eternamente los mismos gestos y las mismas acciones.
Otra clase de temor, refiere, más inmediato y emotivo, sucedió cuando los Lumière proyectaron La llegada del tren a la ciudad (1895), en donde mediante un efecto de profundidad de campo (el cual genera una ilusión óptica de tridimensionalidad de la imagen plana), provocó que algunos espectadores huyeran creyendo que el tren les venía encima.
Agrega que pronto se descubrió que dicho dispositivo tecnológico (el cinematógrafo) no se reducía a su posibilidad de capturar el movimiento, sino que era sujeto de manipularse, moverse, fragmentar la imagen del cuerpo, generar diversas tomas, en diferentes lugares, que luego podían reintegrarse para formar un todo, un relato propiamente cinematográfico.
Y se hizo el sonido
Otro de los cambios revolucionarios del cine fue la inclusión del sonido, que terminó por transitar del cine mudo al sonoro.
“No es que el llamado cine mudo o cine silente fuera realmente silencioso, puesto que las proyecciones, aunque no las películas mismas, se acompañaban de música en vivo y a veces de narradores in situ que explicaban la acción, pero esto hacía que la música con que se acompañaba la película cambiara dependiendo el lugar”.
Así fue hasta que se descubrió que podían añadirse bandas sonoras a los filmes. En otras palabras, producto de dicha implementación tecnológica, los personajes pudieron hablar y se pudieron incorporar sonidos, así como temas musicales. Eso abrió un mar de posibilidades narrativas para el cine, incluido el nacimiento de géneros como el musical.
“No hay que olvidar que si bien el cinematógrafo pudo haber tenido, en palabras de sus creadores, una intención inicial proteica y científica, es decir, ser a la captura de la realidad observable lo que el telescopio a lo lejano o el microscopio a lo pequeño, se convirtió en el dispositivo por excelencia para contar historias”.
Aspirar al color
Desde el inicio de su historia, la incorporación y desarrollo de tecnologías en el cine se sucede rápidamente, lo que aporta cada vez más elementos y posibilidades.
“El cine en color comienza casi con la historia del cinematógrafo, cuando algunas copias de ciertas películas eran coloreadas manualmente fotograma por fotograma”.
Es decir, de ser un elemento puntual, con el desarrollo de otras tecnologías como el Technicolor, terminó por volverse predominante en casi todas las películas. Se trata, a pesar de todo, de una pretensión que no ha terminado.
“En la actualidad sigue existiendo una búsqueda por la depuración del color (HDR y WCG) con fines expresivos y estéticos, pero también en el anhelo de acercar la imagen a la gama de colores perceptibles por el ojo humano”.
De este modo, afirma que diversas tecnologías se han empleado para reproducir la realidad, imaginar y crear mundos posibles, con una diversidad de criaturas, objetos o paisajes, que forman parte de nuestro acervo cultural, lo que alumbra mucho de nuestras sociedades en distintos momentos.
Tecnología digital
“La tecnología digital ha repercutido en cambios significativos en la forma de producir, distribuir y consumir contenidos cinematográficos”.
Estos cambios han permitido que se abaraten los costos de producción, que se reduzca el tiempo de rodaje y edición, que se añadan personajes, escenarios y efectos especiales dotados de mayor impacto realista, alude, así como que exista una mayor facilidad en la forma de distribuir los materiales o que el consumo pueda hacerse sin necesidad de soportes físicos, y de manera tanto individual como grupal.
“Todo lo anterior ha tenido importantes consecuencias en todo sentido. En el ámbito jurídico, por ejemplo, la posibilidad de descargas o acceso en línea ha supuesto reflexiones en temas de derecho internacional como la infracción a los derechos de autor, lo que puede considerarse un efecto indeseable de la tecnología”.
Pero también es cierto que los contenidos en línea han permitido acceder a enormes filmotecas virtuales de todas las épocas y países.
“Antes se trabajaba con copias (materiales físicos), las cuales tenían que trasladarse de un lugar a otro, facilitando que se dañaran, se perdieran, fueran reducidas de manera arbitraria o, en no pocas ocasiones, que fueran censuradas”.
En la actualidad, los soportes físicos han cambiado, incluso en muchos casos se han vuelto innecesarios, señala. El cambio de soportes también permitió que surgieran nuevas formas de interactuar con la película, incorporando posibilidades de cambiar el idioma, poner o no subtítulos, ver material adicional como entrevistas, documentales de la realización, así como acceder a escenas suprimidas o finales alternativos.
Por otro lado, afirma que determinadas plataformas como Netflix o YouTube están cambiando, incluso de manera radical, las formas de producir, distribuir y consumir contenidos cinematográficos.
Con tanto cambio, ¿sigue siendo cine?
Este es, reconoce el doctor Chávez, un tema no ajeno a polémicas.
“Para algunos cineastas o incluso críticos e investigadores, el cine se definía a partir de la utilización de la tecnología de la película y las cámaras cinematográficas, por lo que la utilización de una tecnología distinta, la cámara de video y sus distintos soportes, constituían una frontera entre el cine y el video”.
Considera que esta discusión ya quedó atrás, porque con la mejora del video digital, prácticamente muy pocas cintas en la actualidad se hacen en película de 35 mm. Por lo que ese criterio no puede emplearse más para definir el cine. Para otro grupo de personas, lo que define al cine es que sus productos se exhiban en salas especializadas, es decir, en las salas cinematográficas.
Y cita una anécdota:
“En la edición de 2017 del famoso Festival de Cine de Cannes, se presentó una polémica con relación a dos películas originales de Netflix, especialmente con Okja (Bong Joon-ho, 2017), que concursaban por la Palma de Oro. El director Pedro Almodóvar declaró que sería paradójico otorgar un premio a una película que no se había estrenado en ninguna sala cinematográfica, un requisito del Festival. Esto conduce a la pregunta qué es el cine, qué lo diferencia de otros relatos audiovisuales. Pregunta que, en el caso particular, adquiere vigencia como consecuencia de los cambios relacionados con la tecnología”.
Sin embargo, señala que a pesar de lo ocurrido en el Festival de Cannes de 2017, se puede contrastar con otros hechos que van en un sentido opuesto. Por ejemplo, el de festivales como el Smart Film, donde la condición para participar es hacerlo con películas producidas con un teléfono inteligente.
“Como cabe apreciar a partir de este par de ejemplos, los cambios no son solo estrictamente tecnológicos, sino que conllevan una serie de consecuencias y posibilidades que repercuten en la necesidad de su reflexión”.
Por lo tanto, una de las consecuencias de preguntarse si después de todos los cambios tecnológicos sigue siendo cine, menciona el investigador, es caer en cuenta de la necesidad, como sucede en cualquier disciplina o campo de estudio que, menciona, debe revisar permanentemente el aparato conceptual con que se modeliza la realidad y se describen los distintos fenómenos.
“Esto ha llevado a intentar pensar nuevamente los límites de un fenómeno, mientras que en otros ha llevado a acuñar nuevas categorías, capaces de dar cuenta de las circunstancias y características de fenómenos actuales o que, por alguna razón, han cobrado nueva actualidad. Es el caso de términos como el de secuelas, precuelas, spin-offs, altercuelas, etcétera”.
En consecuencia, dice que lo que más le interesa de los debates señalados es su aspecto teorético, “l a imperante de reflexionar sobre la relación entre los fenómenos y las distintas categorías y modelos que se utilizan para su descripción y comprensión”.
Otro aspecto que le interesa, en el mismo sentido, es la necesidad de cuestionarse sobre la historicidad de los fenómenos y sobre la historicidad misma de las categorías descriptivas.
Las narrativas transmedia
Uno de los cambios más significativos del cine en los últimos tiempos, asevera, es su participación dentro de narrativas más amplias e interactivas, a las que se les conoce (en español) como narrativas transmedia, que van más allá de un medio único y de una relación fija productor-espectador.
“Lo que está propiciando formas de interacción en las que se incorpora la necesidad que tiene el espectador de opinar, expresarse y participar en la generación de contenido”.
Inquietud que está de algún modo presente a lo largo de la historia, pero que la tecnología actual ha facilitado de manera masiva e inmediata.
“En lo transmedia, debemos revisar nociones y categorías, por ejemplo, en mi opinión ya no cabe el término espectador porque simplemente este rol fijo ya no existe como tal, el concepto ha sido rebasado por la realidad y trascendido por los medios y las plataformas que se involucran”.
El investigador añade que en las narrativas transmedia, el mundo ficcional no se conforma tan solo por la propuesta de una producción institucional (canon), sino que en este se incorporan los contenidos que crea el público (fanon). Se trata, pues, de nuevas formas de interacción y participación.