Imágenes urbanas: Amor es…
Por José Luis Barragán Martínez
El disparo se escuchó en toda la invasión al Norte de la ciudad, eran las 12 del mediodía y el muchacho de escasos 17 años se derrumbó con el rostro ensangrentado.
Todo había empezado meses antes cuando una mujer, madre soltera de entre 27 y 28 años con tres hijos había llegado, posesionándose de un lote y levantando un cuarto de lámina.
Con los días aquel cuarto se hizo muy popular, los hombres entraban y salían mientras los niños jugaban en el patio: repartidores de refrescos, frituras, gaseros y demás llegaban un rato y luego se marchaban.
La verdad es que la mujer era de muy buen ver además que transpiraba coquetería por dondequiera.
Un joven de allí cerca en pleno despertar de su adolescencia la miró y se enamoró, ella se sintió alagada, un día lo invitó a pasar a su cuarto y como para él era su primera vez, la mujer le dijo: “a ver qué suerte me traes”.
Para el joven ya no hubo otra cosa en su vida más que ella, mirar hacia su casa era lo máximo, verla caminar la felicidad completa, contaba los segundos para la siguiente cita, su perfume, ¡su aroma ah, el paraíso!
Sin embargo para ella solo era algo así como un simple amuleto de la buena suerte y pronto lo empezó a tratar con indiferencia.
Mientras tanto el fuerte calor de la ciudad ubicada en el semidesierto arreciaba, el fuerte calor de agosto.
Aquel sábado el joven no resistió cuando el carro cargado de agua de purificada permaneció por más de dos horas por fuera de la casa de su idolatrada, así que fue y tomó la pistola que había conseguido hacía poco, tocó la puerta y cuando salió la mujer solo le dijo: “Por tus amores Raquel”, y se disparó en la boca.
La judicial la detuvo pero en consideración a los niños quedó en libertad mientras se hacían las averiguaciones del caso, luego la mujer desapareció, nada se ha vuelto a saber de ella y el lote ya tiene otros ocupantes, las líderes se encargaron del asunto de inmediato.
*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador