INAH Sonora cumple 45 años de investigar, conservar y difundir el patrimonio cultural del noroeste
El 20 de septiembre, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) conmemora 45 años de la apertura de su Centro Regional del Noroeste, hoy Centro INAH Sonora, primera representación de la dependencia federal en el norte de México, cuya fundación marcó el paso al desarrollo de las ciencias antropológicas en la región.
La fecha será celebrada con diversas actividades académicas, de divulgación y foros de diálogo que buscan aportar reflexiones y propuestas para enriquecer las políticas relacionadas con el patrimonio cultural regional y en particular el sonorense.
Destaca una jornada conmemorativa en la que tendrá lugar la Mesa sobre Antropología e Historia en el Desierto, que conjunta visiones del noroeste de México y suroeste de Estados Unidos, con la participación del profesor investigador de la Universidad de Binghampton, Nueva York, Dr. Randall H. McGuire; el profesor en antropología del Centro Suroeste de la Universidad de Arizona, Thomas E. Sheridan, autor de varios libros, y la antropóloga Patricia Hernández Espinosa, investigadora fundadora del Centro Regional del Noroeste.
Asimismo, se desarrollará un encuentro entre los directores de los centros INAH del noroeste y la Secretaría Técnica del INAH, con el propósito de delinear acciones de colaboración en investigación, conservación, formación y difusión del patrimonio cultural de la región. También se editará un número especial de la revista Señales de humo, y se producirán videos testimoniales y de divulgación.
En 1973, la joven sonorense Patricia Hernández Espinosa trabajaba como secretaria bilingüe en un instituto de enseñanza de inglés, en Hermosillo. Hacía el mes de mayo llegó hasta su escritorio una pareja de apariencia “rara” para la sociedad de ese momento, sumamente conservadora: ella vestía de manta y portaba joyería de plata. La pareja le pidió ayuda para encontrar asistente pues estaban por abrir nueva oficina. Se trataba del Centro Regional del Noroeste.
Los arqueólogos Arturo Oliveros y Beatriz Braniff se habían mudado a Hermosillo con la encomienda de atender tareas de investigación, conservación y divulgación del patrimonio cultural en Sinaloa, Sonora y la península de Baja California: un territorio muy extenso con una gran diversidad ecológica, cultural e histórica.
Al comienzo de la década de 1970, la arqueología del noroeste estaba determinada por la visión norteamericana, y la oferta cultural y educativa en las áreas humanistas era reducida. “En Hermosillo, no había la carrera de historiador, lo más cercano eran filosofía y letras, la Universidad de Sonora ya daba espacio de formación en esos campos pero la gran mayoría de población pensábamos que aquí no había nada antes que llegaran los españoles”, comenta Hernández Espinosa, la primera antropóloga física del Centro INAH Sonora.
Al día siguiente de la visita que tuvo en el instituto bilingüe, la joven decidió probar suerte y se sumó a la tarea de la nueva institución. Comenzó a laborar en una oficina, que en principio se adecuó en la misma casa donde se habían instalado los arqueólogos para vivir. Enseguida se abrió ante la secretaria de 19 años un mundo desconocido. El cambio fue tan radical que dejó todo por un proyecto de vida en la Ciudad de México, para ir a estudiar a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Abrir el Centro INAH del Noroeste significó mucho para las disciplinas antropológicas en la región porque en el momento en que empiezan a desarrollarse investigaciones, a surgir hallazgos, la visión de la historia cambió, los sonorenses, dijimos: ¡Ah!, pues tengo historia y tradiciones. Ese es el trabajo fundamental de antropología, dice contundente Hernández Espinosa, para quien el norte sigue siendo un libro a medio leer porque ha sido poco investigado.
Con el tiempo se crearon delegaciones en los estados que atendía el antiguo centro regional y éste se transformó en el Centro INAH Sonora, concentrando sus esfuerzos en este territorio, comenta por su parte el antropólogo José Luis Perea González, director de esa dependencia, quien destaca de aquella primera etapa en la vida del INAH en el norte, el lograr el reconocimiento de la importancia cultural de la región.
Luego habla de una segunda etapa, fundamental para la vida del INAH en el estado, que inicia en 1985 con la apertura del Museo Regional de Sonora, en el edificio histórico de la Antigua Penitenciaría: con ello se pone al servicio de la población el conocimiento de su historia.
Al momento, los logros reflejan una continuidad en los esfuerzos del INAH por atender el patrimonio sonorense, dice, al tiempo que destaca los proyectos en los sitios Fin del Mundo, La Pintada y Cerro de Trincheras.
El primero, con importantes vestigios para la historia del hombre en América; el segundo, ejemplo de cómo se ha asumido el reto de conservar el patrimonio rupestre, donde cada año se realiza una temporada de conservación y hasta ahora se han recuperado más de dos mil motivos, ya registrados; tiene área de servicios, visitas controladas y se trabaja en una señalización educativa.
El tercero es el asentamiento más grande de la cultura trincheras e ícono para los estados de Chihuahua, Sonora, en México; así como Arizona y Nuevo México, en Estados Unidos. Es la única zona arqueológica abierta al público en el estado.
La catalogación de bienes culturales ha sido continua a través de diversos proyectos de investigación: de 1977 a 2018 se han ubicado más de tres mil 500 sitios arqueológicos, la información de 30 por ciento de ellos ya se integró a una base de datos e igualmente se tiene registrados más de 30 mil bienes arqueológicos.
También ha constituido un reto contar con zonas declaradas como monumentos arqueológicos e históricos, un ejemplo es La Playa, en el municipio de Trincheras, con evidencias de los primeros agricultores de la región, de hace 4,000 años; así como el pueblo de Álamos con una importante Zona de Monumentos Históricos, declarada por decreto presidencial.
De principios de siglo XX, la entidad posee un rico patrimonio, destaca la Antigua Penitenciaria, sede del Museo Regional de Sonora, que en este momento está siendo renovado con una inversión de 12 millones de pesos y se espera abrir sus salas de exposición temporal a finales de año. También destacan las misiones de la Pimería Alta, para las que en 2018 se intensificó un programa de apoyo a proyectos de restauración, conservación y registro de bienes muebles e inmuebles.
Actualmente se tienen inventariados más de mil 100 bienes muebles históricos en templos del estado, correspondientes a piezas de los siglos XVII al XIX, y que se encuentran plasmados en 29 catálogos, realizados por el equipo de historiadores del Centro INAH Sonora desde 2003 a la fecha, y de los cuales 50 por ciento ya se encuentra en el Sistema Único de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos del INAH, informa Perea.
Los trabajos relacionados con patrimonio edificado por parte de la Sección de Monumentos Históricos del INAH Sonora, realizados desde 1993 al presente, llevan un registro de más de dos mil monumentos históricos, localizados en 69 municipios de los 72 existentes, siendo Guaymas, Álamos, Hermosillo, Ures, Cumpas, Navojoa, Arizpe y Nacozari de García, los que mayor número tienen.
En el norte del país, advierte Perea González, el INAH juega un papel relevante por la forma en que entiende el patrimonio: como elemento fundamental para el desarrollo de las poblaciones, con quienes cotidianamente construye vínculos a través de talleres, exposiciones y actividades que las acercan al entendimiento de la herencia cultural.
Sonora es tierra de una gran diversidad de pueblos originarios: yoreme (mayo), yoeme (yaqui), comcáac (seri), o´oba (pima), tohono o´odham (pápago) y macurawe (guarijío), por lo mismo es rico en lenguas y tradiciones que igualmente se investigan y difunden, prueba de ello fue el IV Congreso Internacional para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, celebrado en noviembre de 2017, con más de 280 ponencias.
El Centro INAH Sonora también ha participado en la elaboración de peritajes antropológicos sobre temas de controversia respecto al derecho territorial de los pueblos indígenas: el agua para los yaquis y las salinas para los o´odham. Otra riqueza son las expresiones mestizas del noroeste, que explican la cercanía con estados como Sinaloa y Chihuahua.
Este 2018 cumplimos 45 años, así que somos jóvenes maduros con un potencial muy grande para seguir desarrollando proyectos que pongan en alto la historia y el vasto patrimonio cultural de Sonora, concluye el antropólogo, sin dejar de advertir que el principal reto del INAH hoy es insertar el patrimonio cultural en el desarrollo futuro de México.