viernes, noviembre 22, 2024
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Imágenes urbanas: Alrededor del comal

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Por José Luis Barragán Martínez
José Luis Barragán
Siete de la tarde
Turbulenta se levanta la nube de polvo que nunca falta por las tardes en las colonias populosas del Norte de Hermosillo.

Es la hora en que la vida cotidiana del rumbo está en su apogeo: trabajadores que regresan a sus casas, niños jugando en las calles, vendedores ambulantes de pan, elotes, nieve, y uno que otro despistado que ofrece seguros de vida o vende libros casa por casa.

En un patio, un grupo de mujeres hacen tortillas de harina alrededor de un gran comal mientras analizan el mundo que las rodea:




La Coyo
¿Ya se fijaron en los recién casados que se vinieron a la colonia? Como que eran de familia rica pero según el judío de la tienda les ha ido muy mal. Parece que vendieron una casa que habían heredado y con una parte compraron los dos cuartos donde viven y otra la metieron al banco pa’ vivir de los intereses porque él no tiene chamba, y eso que dizque es ingeniero. Parece que ella trabaja en la Ganadera, anda muy alzada, no nos habla pero déjenla, al rato se le ofrece, más cuando vengan los hijos.




La Nachita
Pues unos vienen y otros van. Don Carmelo se quiere ir a vivir más al centro dizque porque a las hijas les da vergüenza que los noviecitos las vengan a visitar hasta acá, que las muchachas voladas andan diciendo que esta colonia es un verdadero trochil. ¿Qué necesidad tiene don Carmelo de empezar de nuevo? Va a vender su casa para dar el enganche de una que le venden allá por Fuentes del Mezquital, imagínense la deuda con el banco, el muy ingenuo cree que las hijas lo van a ayudar a pagarla pero de seguro en cuanto se casen lo van a dejar chiflando en la loma y ni modo que los yernos lo ayuden, a que don Carmelo tan menso, si ya ni pa` veladuerme sirve pero los hijos, hay los hijos.




La Cleo
De que hay gente volada la hay, como el Ezequiel, que en lugar de hacerle un cuarto de material a la Conchita la tiene viviendo en uno de cartón pero eso sí, el señor se compró un carro. Se acuerdan lo chistosa que se veía toooda la familia empujándolo tooodas las mañanas para que el señor se fuera muy a gusto dizque a trabajar, pues según me dijo doña Teresa andaba de galán con una de un table dance. Era más humo y ruido que carro, pa’ eso prefiero andar en ruletero. Y ya ven en lo qué terminó el famoso “vehículo”, como nunca le atendió las miles de dolencias que le aparecieron terminó poniéndolo de costado y ahora les sirve de barda, es de risa: ¡Nunca había visto una barda de carro!




Doña Lulú
El caso de doña Esther sí que está de Ripley: ¿Ya supieron que una de las hijas tuvo que ver con el chamaco que están asistiendo y que según eso está embarazada? Si se han fijado ya no sale a la calle pero como yo vivo al lado la he visto por las noches cuando sale al patio a tomar el aire, pa’ mi que está panzas. A la pobre de doña Esther la convenció su hermana de la sierra para que le asistiera al muchacho mientras estudiaba dizque computación y ya ven con lo que le pagó el vago: ¡Son primos hermanos el par de tortolitos! ¡Las cosas que nos esta tocando ver!

La Monchi
¡Ay!, bien me dijeron unos Testigos de Jehová que llegaron a la casa el domingo: el fin de mundo está cerca.

Las mujeres siguieron la plática mientras el montón de tortillas crecía, y el agua para el café de talega empezaba a hervir.




*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador


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