Basura celeste: Pensar en el horror cotidiano
Por Ricardo Solís
En la novela La cena (Salamandra, 2011), del escritor holandés Herman Koch, se explora la actitud adoptada por los padres ante las faltas y errores que pueden cometer los hijos durante la adolescencia, cierto, pero la historia –que ya ha sido distinguida con varios premios literarios en el viejo continente y fue incluso llevada a la pantalla grande en 2017– va más allá al optar por una estructura narrativa donde la sordidez encarna y aparece a ojos del lector en el entorno íntimo y recargado de una ceremonia familiar, brindando posibilidades múltiples de acercamiento a los acontecimientos y creando una tensión creciente para acceder a un dilema central que se nutre de muchos otros conflictos.
Koch toma como escenario novelesco una cena familiar en un restaurante de lujo en la que se encuentran el narrador y su hermano, acompañados por sus esposas; en ese entorno, el detalle cobra una importancia inusitada como elemento para la parodia que, sin piedad, se teje sobre los rituales de la sociedad actual y, en este punto, la comida adquiere un rango de elemento estilístico alrededor del panorama trágico que, diálogo con diálogo, evento con evento (por mínimo que parezca), va hilvanando lo que comienza a sospecharse desde los primeros apartados (breves y concisos, dispuestos de acuerdo con el orden tradicional en que se suceden los platillos).
La trama se basa en un incidente de carácter criminal que involucra a los hijos de ambas parejas, quienes han asesinado a una indigente en un cajero bancario –hecho que retoma el autor de un evento similar (y real) ocurrido en Barcelona, años atrás–, mismo que se transmite por TV gracias a la cámara de vigilancia del banco pero que, de manera afortunada (para los semi-adolescentes), no permite identificar a los agresores; con todo, los padres llegan a saberlo y, en ese contexto, se da esta reunión donde saldrán a flote todo tipo de cuestionamientos, críticas, prejuicios y demás (nunca puestos de relieve de manera directa sino, por el contrario, con un estilo dosificado y eficiente que disminuye el carácter repulsivo de los hechos y eleva la tensión).
Virtud central: todo queda en entredicho; el tono narrativo es de una levedad casi neutra y, claro, no se evita que el humor haga periódicas apariciones en un texto que, sin abandonar la profundidad perceptiva, tiene una construcción admirable, su estructura es no solamente sólida sino que deja que entre en juego la problemática social de nuestro tiempo, haciendo de la historia un retrato terrible de una sociedad contemporánea que no deja de mostrar sus caros dobleces morales, educativos (el narrador es, de hecho, un profesor con problemas de índole psicológica), raciales y un largo etcétera.
De esta forma, Koch se revela asimismo como un creador de personajes excepcional; un autor que elabora para cada uno su lenguaje y personalidad distintiva; gracias a lo cual fluyen sin apresuramientos los detalles que van dando cuenta de la biografía familiar y personal de los mismos (con magistrales y muy oportunos flashbacks, por cierto).
Con todo, en La cena tampoco faltan las múltiples referencias a las deficiencias del sistema educativo, la instituciones política y familiar, las transformaciones sociales e íntimas que contribuyen a forjar el novedoso carácter de los conflictos generacionales y, por supuesto, las consecuencias que todo ello puede desencadenar. Decir más sería traicionar el propósito de acercar a cualquiera a la lectura del libro.
Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.