Basura celeste: Dos novelas policiales
Por Ricardo Solís
El narrador Qiu Xiaolong (Shanghái, 1953), nacido en China pero afincado desde hace tiempo en los Estados Unidos, ha publicado en español buena parte de la serie de novelas que conforman la saga protagonizada por su emblemático personaje, el inspector jefe Chen Cao; dos de estas historias, Visado para Shanghai (Tusquets Editores, 2012) y El crimen del lago (Tusquets Editores, 2013), abordan temáticas distintas pero comparten –como acostumbra el autor en sus obras– la exploración profunda de la “particular” relación entre la impartición de justicia y la política en su país de origen.
En lo que concierne a Visado para Shanghái (Tusquets Editores, 2012), se trata de un libro en el que el inspector jefe Chen Cao, se embarca en la búsqueda de una ciudadana china cuya desaparición se relaciona con asuntos de carácter internacional, obligándole a cooperar con una oficial de los Estados Unidos; como en otras novelas de esta serie –esto es, aquellas que se han traducido al español, como El caso Mao, Seda roja o Muerte de una heroína roja– se hace notable la conflictiva relación que, para el personaje principal, significa ser un “poeta reconocido” y traductor al mismo tiempo que un policía condecorado que, no obstante sus éxitos, no deja de enfrentar a una autoridad política cuyo sello distintivo es “privilegiar el interés del partido” por sobre lo que resulte de las pesquisas policiales.
Ahora, en cuanto a la historia, el inspector jefe ahora encara a las mafias criminales de su país y, además, aquellas que intervienen desde el exterior –concretamente de Hong Kong, antes de la repatriación parcial del territorio– y se dedican, sobre todo, al tráfico de personas; en este contexto, una mujer (que desde su juventud reside en “la provincia”) desaparece justo en el momento en que su marido, apresado en los Estados Unidos, busca reunirse con ella para “cooperar” con las autoridades chinas en un asunto criminal que involucra a un grupo delictivo que se dedica a la trata.
De esta forma, no es difícil sospechar cómo las acciones habrán de desarrollarse en virtud de dar con la escurridiza mujer; con todo, la sorpresa es la aliada mejor en las historias policiales y, con toda su peculiaridad, los conflictos heredados en China tras el fin de la Revolución Cultural, así como un periodo de transformación económica que estimula la corrupción y promueve –en el seno del partido– prácticas de encubrimiento y deformación de la realidad, se nos presentan de un modo que facilita al lector un ejercicio proyectivo que desembocará en una inesperada resolución.
En esta novela, más que en otras de las de la serie, el conflicto sentimental de Chen Cao es mostrado con mayor desenfado y con mejor atrevimiento; si bien se le ha relacionado con una periodista emigrada a Japón y una hija de un “alto cuadro” del partido, ahora también se le vincula con una policía norteamericana (algo que, en detalle, se beneficia de lo tradicional de una sociedad como la china y, claro, llega a narrarse con humor).
Al final, como en todas las historias de Chen Cao, Qiu Xiaolong –gracias a su protagonista– ofrece también la posibilidad de acercarnos a la poesía china y su variada gastronomía (dos elementos que juegan una parte importante dentro de su estilo), lo que permite hacernos una idea de un entorno donde todo interviene y las sensaciones se privilegian, a lo que puede sumarse una prosa de agradable fluidez.
Por otra parte, en El crimen del lago (Tusquets Editores, 2013), el autor refiere la historia de una intervención fortuita del oficial Chen Cao en un caso de asesinato cuyo trasfondo revela la magnitud de la problemática medioambiental durante los años de despegue económico en China tras las reformas implementadas por Deng Xiaoping; de hecho, el libro tiene su origen en una serie de poemas escritos por Xiaolong en 1988 que, veinte años después –sin haberse publicado, aunque hubo planes para ello– se transformaron en una narración que dedica el escritor “a los lagos y ríos contaminados de China”.
En este sentido, ubicadas hasta ahora en el contexto de aplicación de las reformas que permitieron un régimen de propiedad “semiprivada” en China, las novelas de este poeta y traductor (que hoy día se dedica a la docencia en nuestro vecino país del norte) suelen poner de relieve cómo la sociedad china se ha transformado y permite “apreciar” numerosas situaciones paradójicas que se expresan en la dureza con que ejerce el poder la clase política, así como las nuevas formas de segregación social y corrupción.
En cuanto a la historia, viene como anillo al dedo que Chen Cao sea un policía que asciende y ve acrecentada su importancia dentro de la estructura de justicia de Shanghái, aunque también se distingue como poeta y traductor (lo mismo que Xiaolong); de este modo, el inspector jefe llega a Wuxi, una región turística de China, para tomar unas vacaciones en representación de un “alto cuadro del partido” y, sin preverlo, se involucra en una investigación de asesinato, lo mismo que en una relación sentimental con una ingeniera y activista que, desde su labor en la empresa química más importante de la zona, busca que se implementen medidas para proteger un lago cuyos niveles de contaminación son altísimos pero, como puede suponerse, son ocultados por parte de las autoridades.
Así, al igual que en otras novelas de Xialong, todo en la compleja sociedad de la China de los noventas tiene su dosis de corrupción y velada intromisión por parte del Estado; la historia no sólo revela cómo se llega a matar para obtener el control de una empresa que se prepara para cotizar en la bolsa de valores y producir un nuevo “bolsillos llenos” (término que designa a los miembros del partido que se enriquecen gracias a los beneficios que les acarrea la situación política del país y el crecimiento económico), también da cuenta de los problemas de salud que genera la creciente contaminación ambiental y la falta de medidas administrativas para solucionar la situación, entre otros muchos aspectos.
Además, para los lectores de esta serie policial será atractivo darse cuenta que en esta novela se desarrolla, tal vez, la relación sentimental de mayor intensidad que vive el protagonista, quien asimismo –por vez primera– interviene en la resolución de un crimen a pesar de no estar, de manera oficial, a cargo del caso.
Lo que debe quedar claro es que, tanto en Visado para Shanghai como en El crimen del lago, los amantes de este tipo de novelas podrán disfrutar de cómo se combinan con acierto los elementos esenciales del género y, todavía mejor, la habilidad de Xiaolong para “exhibir” las particularidades que caracterizan el ejercicio de la aplicación de justicia en un país como China. Ambas historias valen mucho la pena.
Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.
Hay que hacerle un homenaje a Rica en sus 50 años de edad, antes de que se vuelva viejito.