Basura celeste: La escritura desprendida
Por Ricardo Solís
Como suele cuando se quiere “hablar” de libros, en principio nadie sabe qué decir debidamente o con, por lo menos, un poco de precisión; para esta fecha, buscaré referir mi experiencia de lectura en torno a un libro de poemas, y eso encara la dificultad de encontrar aquello que haya de atractivo en sus textos y, como lector marcado por sucesivas transformaciones anímicas y accidentes vasculares, no me queda sino aceptar lo que me parece un hecho, que el poemario La especie está mutando (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2012) se presenta valiente a ojos de quien asuma la empresa de leerlo, sus contenidos se despliegan en sucesión y, como sentencia su contraportada, la primera de sus metamorfosis “ocurre a nivel lingüístico”.
Trataré de explicar lo que entiendo por ello: en materia de lenguaje, la poesía es un muestrario de gozosas imposibilidades para el sentido directo y explícito; de esta manera, en los poemas de Oscar Cid de León la lengua opera como un velo que permite la apreciación y, a un tiempo, la imaginación. Claro, ni una ni otra significan algo definitivo para un lector que persiga una concreta forma de iluminación o respuestas ante la sólida fragilidad del mundo y sus eventos, más bien, la perspectiva se particulariza y, en ese tenor, nos hermana; en este proceso, el lenguaje es la vía, el medio, el camino de losetas amarillas que promete diversos rostros para un mismo objetivo.
La clave para este juego –porque la poesía es siempre un juego al que se le asignan numerosos adjetivos–, creo, es ofrecer la impresión de familiaridad y, también, aunque no siempre, una sintaxis que se trastoca sin producir cansancio; en algunos poemas los “órdenes” probables de las frases varían su posible disposición habitual para dar paso a un entramado que ofrece una extrañeza inicial y, después, la certeza de una impresión que no puede comprobarse en la escritura (algo que siempre debería agradecerse).
Además, en este punto, aclaro que la impresión de la que hablo se sustenta en palabras cuyo peso específico varía en función de su ubicación en el verso o la oración (según se aprecie), pero no por ello se distancian de la oralidad –una de las mejores cómplices para el poema– ni traicionan aquello que los “entendidos” catalogan como “lo poético” y que, antes que nada, alude más a una distancia entre los vocablos y aquello a que se refieren que a un maridaje “directo” entre voz y mundo (nupcias que, como ya dijo Paz de forma inmejorable, son “impalpables”).
Ya con esto bastaría pero, como acontece con muchos libros, hay otros detalles que, por lo menos a mí, me llaman poderosamente la atención. Uno de ellos es que La especie está mutando puede leerse como una galería de acercamientos, vinculaciones, asedios, comentarios o intuiciones en torno a personajes –de la vida personal o la tradición literaria, si caso pudieran separarse– o sitios que marcan la experiencia o brindan al sesgo la idea de que hemos estado colocados en el instante en el que ocurren epifanías oscuras o flashazos de rara belleza.
Admito que, a pesar de lo dicho hasta aquí, el libro me parece desigual aunque esto no opera en su perjuicio; creo que la diversidad formal o estructural “funciona” a modo de “pausas” que permiten leer de continuo sin mayor atropello que el de pasar, poema con poema, de un entorno emocional y sensitivo a otro, de una experiencia radical de lectura a otra.
En fin, esto último es lo que quizá me vincula más con el libro: acercarme a la intuición de los múltiples y veleidosos rostros con que la vida se nos pone de frente para que no andemos luego con la infame voluntad de sacarle la vuelta. Eso pueden dar algunos de estos poemas y, por eso, puedo suscribir con el autor que “no vamos a encontrar muerta, en un futuro, a la poesía” y que, además, lo único que nos queda es “tomar por amiga a la triste cosa ésta de vivir desprendiéndose”.
Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.