jueves, noviembre 21, 2024
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Basura celeste: Para los amantes de la intriga política

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Por Ricardo Solís
Si, como lector, se siente usted atraído por aquellas historias en las que “mortales comunes” de este país –trátese de periodistas de rara y desmesurada inteligencia o intrépidos jóvenes surgidos de las filas de los boy scouts– participan súbitamente en una trama en la que se pone en juego el destino de la nación, o de plano se involucran en una guerra contra el crimen organizado donde no dejan de intervenir nuestras desvencijadas pero todavía poderosas instituciones al amparo de un complot internacional del que toman parte tanto el Papa como el presidente de los Estados Unidos, entonces debe acercarse a El olor del dinero (Planeta, 2011), un novela del experimentado periodista Luis E. González O’Donnell.

Argentino de nacimiento, el periplo profesional de González O’Donnell es amplio en México y, por lo que toca a este libro, entrega a sus lectores una novela que –como tal– toma de “la realidad” los elementos que le permiten extender el margen verosímil de los acontecimientos; en estos términos, las elecciones de 2012 le brindan la posibilidad de especular sobre la “victoria” de una mujer en dichos comicios y, en derredor suyo, una estrategia de combate al narcotráfico en nuestro país que se recrudece y provoca que en las altas esferas del Ejército se produzcan conspiraciones, lo mismo que en el seno de la Iglesia Católica y aquellos grupos de poder ligados a ella.

Pero las cosas no quedan ahí, la intriga trasciende el plano nacional para que, dada la magnitud del problema que constituye el narcotráfico, intervengan –por supuesto– instancias de carácter internacional, tanto del Vaticano como de la Casa Blanca o el presidente colombiano en turno; en este contexto, cómo culpar al autor por colocar como personajes principales a dos periodistas –uno mexicano, otro italiano– que, además, curiosa y oportunamente, acceden a información clasificada y se rodean de un grupo joven de fieles “operadores” que, en más de una ocasión, les “salvan” de los problemas en que se meten.



Estructuralmente, El olor del dinero responde al dinamismo de la historia que relata y, nutriendo la especulación, conduce hacia sorpresivas conclusiones y eventos que, entre otras cosas –pensando, también, en su final “abierto”–, prefiguraron una probable secuela puesto que, por sus características, no es aventurado imaginar que la empresa editorial que apostó por el libro auguró altas ventas (hoy día, abordar una temática como el narcotráfico o la política mexicana desde la posibilidad de caer en un “abismo”, no es mala estrategia promocional), pero es hora que no encuentro la dichosa secuela.

Además, los derroteros que González O’Donnell explora resultan, sin duda, cercanos a la lógica con que se conducen mediáticamente los avatares nacionales y, con ingenio aunque sin excesiva propiedad, el autor pone en riesgo (casi) todo, trátese de sucesos dentro de la narración o la perspectiva que, visible a través de sus personajes, no abandona la esperanza pero tiende hacia una visión desoladora del futuro nacional (y no lo culpo).

El olor del dinero, de esta forma, pertenece a un linaje de novelas cuya actualidad se funda en su registro temático y su capacidad de especulación o entretenimiento; su narrativa convencional pero ágil la hace atractiva y, quizá, apta para quien gusta del ejercicio imaginativo en que se unen política, religión, drogas, armas, corrupción, tragedia y suspenso a nivel internacional. Pero claro, lo más probable es que esta novela no sea del agrado de los críticos literarios profesionales en este país (y no los culparía).




Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.


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