Viernes Santo
Texto y foto: Tonatiuh Castro Silva.
El día Viernes Santo representa la jornada de mayor aflicción para los creyentes de la fe católica, y en cuanto a las comunidades cahitas (yaqui y mayo), un motivo de duelo compartido, al escenificarse de forma comunitaria la partida de Dios hijo, implicando ello una culpa no sólo de los personajes que se encarnan, sino de las personas mismas que les representan, siendo en realidad seguidores de Dios, pero que en la circunstancia de la representación, cometen un agravio contra él.
A partir de este día, y hasta el final de la Semana Santa, las autoridades vestirán de luto, predominando el color negro, portando también motivos de colores añadidos en sus prendas, y la parafernalia litúrgica se caracteriza por el uso de negro y morado, cubriendo los objetos litúrgicos, en general. Al iniciar la tarde se realiza la última procesión, culminando con la Crucifixión del Señor. En la conmemoración cahita, Jesús no es representado por una persona, como es usual en las parroquias católicas, cuyos casos emblemáticos en esta tradición son los de Iztapalapa, Ciudad de México, y San Fernando, Filipinas. Un crucifijo de tamaño considerable, de casi dos metros, y que previamente encabezó las procesiones de cada viernes, es el centro del doloroso acto de la ejecución de Cristo, a manos de Pilatos.
Posteriormente, los integrantes de la tropa pasan al templo para persignarse ante el altar, o frente a la ramada-iglesia y el “huerto”, donde se ubica el monumento del catolicismo oficial, para pedir así perdón por haber escenificado la ejecución de la muerte de Jesús, quien yace allí en una “urnia” o urna funeraria. En parejas, hincados y tomados de la mano derecha, los miembros de la tropa militar, despojados de su atuendo militar, máscaras y sombreros, pasan de un área frontal a la “urnia”, distante a varios metros, donde aguarda el contingente, y avanzan y vuelven con lentitud, persignándose en determinados puntos del recorrido con movimientos de cabeza haciendo la señal de la cruz.
Tras la Crucifixión, el cuerpo de Jesucristo ha permanecido en la urna funeraria. En la noche de ese mismo día viernes ocurre la Resurrección del Señor, y en el caso de Hermosillo, tras la última procesión, que se verifica por la noche, entre los fariseos tiene lugar un festejo que carece de formalidad ritual, desplegándose por todo el terreno ceremonial, donde realizan correrías, hacen bromas a los asistentes y tocan instrumentos musicales como guitarra y violín.