Celuloide: Entre la balada de Buster y Scooby Doo
Por Jesús Ricardo Félix
En estos tiempos de cuarentena hablaremos de La balada de Buster Scruggs (2018) película de los hermanos Coen disponible en Netflix. Los Coen bien podrían ser considerados como sociólogos, siempre están describiendo la sociedad norteamericana con todos sus defectos y virtudes. Desde su legendario The Big Lebowski (1998) al The Hudsucker Proxy (1994) pasando por No Country for Old Men (2007). Para los que ubican su filmografía saben que los hermanos Coen manejan una formula muy conocida, mezclan comedia con drama y algo de crimen dando lugar a historias llenas de humor, acción y algo de ironía. Los Coen se ubican en el limbo, una rarísima categoría de directores, aquellos que están en medio del mundo del cine comercial pero a la vez conservan elementos propios del cine de arte. Suelen repetir a los mismos actores, convierten la música en un personaje, suelen experimentar, mezclan géneros, y por el hecho de ser guionistas, productores, directores gozan de una libertad creativa poco común en estos días. En La balada de Buster Scruggs incursionan en el género western contando seis historias del viejo oeste al estilo Coen. La receta incluye el clásico humor negro, los personajes excéntricos, la música, el absurdo, el drama de la naturaleza pura del hombre. Cabe señalar que la película es como un álbum musical, el ritmo y los tonos varían de canción a canción, de historia en historia. Algunos parecen una pieza clásica de rock otros simplemente una balada. Por lo mismo, les advierto que no todas las historias van a atraparlos de la misma manera, pero si yo tuviera que elegir mis favoritas serían: All Gold Canyon, The Ballad of Buster Scruggs y Meal Ticket. En All Gold Canyon, Tom Waits representa a un gambusino en busca de un yacimiento de oro en los tiempos del salvaje oeste. No suelo hacer referencia a la fotografía pero es difícil no darse cuenta del énfasis que se le dio a los paisajes aquí retratados. Para mi sorpresa y por cuestiones de presupuesto leí que los Coen trabajaron con el formato digital en esta película. Otro rasgo a destacar dentro de la narrativa es que en la mayor parte de las historias los personajes adultos mayores le parecen dar una lección a los jóvenes. El uso de los silencios es otra característica, no sé si inspirados en Tarkovski pero pasan minutos sin que los personajes digan una sola palabra. De hecho en Meal Ticket los actores nos van dictando la pauta con sus acciones sin necesidad de recurrir al dialogo, un recurso narrativo propio del teatro. Liam Neeson se gana la vida llevando en su carreta a un actor sin extremidades a recitar poemas de Shakespeare, citas de la biblia y hasta un discurso demócrata de Lincoln. Recordando a directores como Akira Kurosawa, los Coen van dejando que la naturaleza se convierta en otro personaje que participa pasivamente en el desarrollo de la trama. En la historia que le da nombre a la película The Ballad of Buster Scruggs el ritmo, la música y los personajes nos recrean una atmósfera de absurdos donde los protagonistas se baten a muerte para probar quien es el pistolero más rápido. No alcanzó a describir el resto de las historias pero me pareció divertida Near Algodones, no disfrute The Gal Who Got Rattled, me pareció algo aburrida y si disfrute The Mortal Remains, una historia con humor muy obscuro de los Coen a lo Edgar Allan Poe que muy bien podría ser una obra de teatro.
Termino aquí la reseña y a manera de reflexión hago referencia al tema del que se habla en todos los medios y plataformas: el famoso Covid 19. ¿Recuerdan las historias de Scooby Doo? Una caricatura donde los personajes resolvían misterios relacionados con fantasmas y fuerzas sobrenaturales que al final terminaban siendo impostores. Antes de explicar el porqué de la analogía, les platico que en salud existen diferentes niveles de atención: primaria, secundaria y terciaria. En el primer nivel se toman medidas para prevenir la enfermedad, disminuyes el riesgo que tiene la población poniendo en marcha medidas para evitarla. En el nivel secundario se actúa cuando la enfermedad ya está presente, realizando un diagnóstico temprano para ganarle a la enfermedad y enseñarle a la población como controlarla. En el tercer nivel ya estamos hablando de la recuperación, ya sea un tratamiento con medicamentos u otro tipo de estrategias. En nuestro país la salud está enfocada en el tercer nivel de atención, donde casualmente (o causalmente) el paciente se ha transformado en un cliente más de la industria farmacéutica.
Esta pandemia forma parte de esa dinámica, durante años a la población se le dio rienda suelta a una dieta basada en la chatarra, al consumo de gaseosas, harinas, cervezas, combinada con poco ejercicio. ¿Qué hicieron nuestros funcionarios en turno? Consentir a la industria y atender el problema ya cuando las enfermedades se habían convertido en una epidemia. El covid 19 es el fantasma de Scooby que el sistema de salud te presenta como el villano, pero la verdadera identidad del impostor, la verdadera pandemia es aquella que desde hace tiempo nos convirtió en un país de obesos, hipertensos y diabéticos. Para cuando el fantasma apareció no había otra alternativa más que repetir el mantra: “Quédate en casa”.