Urantia: La mortificación nocturna (Nuktos Nekrosis)
“He hecho esta carta más larga de lo usual porque
no tengo tiempo para hacer una más corta.”
Blaise Pascal (1623-1662)
Miguel Manríquez Durán
LIBRO PRIMERO: En un pasaje de Las Diabólicas, ese inolvidable libro de D´Aurevilly, está la historia de una mujer implacable cuyo secreto era que conocía la oscura fuerza de la feminidad: toda mujer es dichosa cuando sabe que su pecho se ha convertido en una tumba viva para el hombre que ha osado amarla. Cuando una mujer reconoce que su corazón es el territorio a donde un hombre quiere llegar para morir en vida y yacer en esa habitación para siempre, se ha encontrado con una de las pulsiones más poderosas. Esa mujer ya sabe cuál es su potencia y su fuerza. Mara Romero conoce esas potencias: De la nostalgia y otros vampiros (Tintanueva ediciones, 2016) da cuenta de tales saberes. Pero su texto, aparentemente breve, no es menos profundo y, sobre todo, cautivante. No se puede dejar de lado y la lectura en un sólo tiempo se impone y en ello radica su primer logro.
Cada una de sus tres partes me lleva a otra puerta: Vita Brevis de Jostein Gaarder (Oslo, 1952) es una novela que, estoy seguro, la autora no conoce pero la recuerda. Gaarder confronta al carácter maniqueo de las Confesiones, de San Agustín, desde la voz recuperada de su concubina, símbolo del Otro-sin-poder, y reivindica la sensualidad humana como la única realización posible del amor. Mara Romero hace lo mismo: toca lo profano para convertirlo en sentencia: “De lo único que he estado segura en esta vida es que en el cielo no hay lugar para mí y quizá ni para Mil Máscaras” como una deslumbrante apuesta por el amor y la sensualidad en una vida breve.
En esta colección de 18 narraciones, Mara Romero muestra que conoce el don curativo de las tarantelas porque cada uno de sus personajes se balancea sobre sus destinos a manera de danza existencial: Construida por melodías rítmicas en compás de 6/8 o 4/4, casi siempre lideradas por una mandolina que salta de tonalidades menores a mayores, la tarantela se baila en círculos que cambian de dirección de acuerdo con las variaciones de velocidad. Cada uno de sus personajes cambian de velocidad y magnitud según se desarrollan las historias cuyo sino son viajes llenos de aventuras y acercamientos a la muerte. Este recurso le da consistencia a su texto: es una sola historia contada de diferentes formas y con distintas voces pero con la misma magnitud. El italiano Roberto Calasso cuenta que, ante la cristiandad, los dioses se escondieron en dos lugares: en las patologías mentales y en la palabra escrita. Así, el que escribe recupera en la palabra toda la sabiduría y orden del mundo pagano. Esto lo comento porque seguramente Mara Romero invocó presencias al ejercer el acto de escritura.
LIBRO SEGUNDO: No pude menos que pensar en una estética de la brevedad aplicada a la memoria. En este tenor, con el tono de las narraciones se me disparó una referencia fundamental: de la brevedad de la vida, escrito por el romano Séneca en el 55 d. C. Esto porque ejerció una gran influencia en los autores españoles del Siglo de Oro y en el Renacimiento. El mismo Menéndez Pelayo lo consideró como el “director de la conciencia de sus contemporáneos.”
Dedicado a su cuñado Paulino, Séneca afirma que la vida, aunque pueda parecerlo, no es breve, sino que es el individuo quien hace que así lo sea. Uno de los motivos por los cuales se considera que la vida es corta, es porque no se sabe aprovecharla. Para acabar pronto, aconseja que no se debe perder el tiempo en investigar asuntos que en realidad carecen de importancia y, sin embargo, sí se debe aprovechar bien el tiempo propio. Por lo que para evitar que la vida parezca breve, hay que intentar no estar ocupados, pues como dice el propio filósofo “[…] mientras tú estás ocupado huye aprisa la vida […]”. Este libro de Mara me lleva a pensar en la fugacidad del tiempo presente hasta el punto de casi negar su existencia. “En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto”. En efecto, lo único que se puede sentir como cosa real, es el pasado y de ahí la inevitable necesidad de contar algo acerca del mundo que la autora nos ofrece: “Entonces el Chito cerró su conciencia al tiempo y decidió esperarla como cada noche en la puerta del Bacardí”
Esta tradición de culto a la brevedad ya practicada por los amantes de la brevedad (no me cuento entre ellos) del siglo XX están Canetti, Kraus, Monterroso, Gómez de la Serna, Borges o Ungaretti en el célebre poema de alta perfección: Me ilumino de inmensidad. Esto lo comento porque la brevedad, en el mundo moderno, es ya una necesidad determinada por la reducción del tiempo. O como bien dice Calvino: necesitamos sintetizar el tiempo porque “El hombre nace, vive y muere en el espacio de una frase.” (Stanislaw Jerzy Lec). Dicho de otro modo: la brevedad lúcida es otro logro de la autora: a la manera de Góngora: Mal te perdonarán a ti las horas;/ las horas, que limando están los días, los días/ que royendo están los años. La brevedad lúcida revela que lo único permanente es lo que se ha ido y de allí la nostalgia que desde el título se anuncia.
LIBRO TERCERO: Auden en La Mano del teñidor decía que un lector siempre se sentirá atraído por el tono y por la preservación de la integridad. Hacer coincidir al autor y al lector es el tono justo y ello no es otra cosa más que la “actitud” del autor respecto a lo narrado. Así, es una actitud mental que se adopta a lo largo del libro. En la medida que transcurre la lectura, nos vamos convenciendo de que las historias contadas son altamente personales ya que muestra sin trucos el sentido, el sentimiento y la intención de contar. Los protagonistas exponen y defienden sus opiniones respecto a la vida, sin exaltaciones y sin efectos retóricos, sino a partir de su autenticidad. A fin de cuentas, la obligación de Mara Romero es contar de manera coherente y auténtica unas historias: vidas vividas indócilmente.
Uno de los méritos generales que tiene el libro es su coherencia. Esto quiere decir que, no obstante la diversidad de personajes, en su conjunto construye un sentido. El sentido está dado porque recupera una perspectiva que me recuerda a los commentatores medievales ya que muestra cómo la voz narrativa va dando cuenta de eventos en el tiempo sin dejar de lado su comentario y percepción. De este modo, el lector encontrará una gama diversa de “tonos” que van desde lo extraño o inquietante hasta lo distante o también lo cercano que un personaje aparece ante esa lectura. Es evidente que la intención de la autora –que no la narradora- es realizar un acto que intenta comprender al personaje una vez que es dotado de la palabra impresa.
Para ser más claro: la única forma de hablar de las experiencias que una persona vive es a través de la sinceridad, confiando siempre en el lenguaje. El estilo del lenguaje es franco y próximo dándole así a la autenticidad un valor histórico. Tal vez el propósito sea transitar de la dictadura del ingenio y la originalidad a la estética de la autenticidad y sinceridad espontánea donde no se busca “expresar” una biografía sino un temperamento individual. Desde este enfoque, la sinceridad o autenticidad, el temperamento o personalidad y la multiplicidad de voces que el libro muestra construyen un tiempo personal: el tiempo de la dicente y su circunstancia. Todo parece indicar que ella tiene conciencia de su singularidad: se lanza al encuentro del mundo. La percepción de un hombre que, escindido de su naturaleza humana y divina, ama en la desventura constituye la idea más profunda legada por el cristianismo a la sensibilidad ética y estética occidental. Esto lo sabe muy bien la autora por una razón sencilla: es una mujer de su tiempo: Mara: luz y tempestad.
INVOCACIÓN ULTIMA: “Cuando de tu alma sólo queden jirones de humanidad, cuando no puedas distinguir la noche de la oscuridad que oprime tu pecho, cuando los días se sucedan como pálidos despojos de niebla, y el tiempo que transcurre entre ellos te parezca una sustancia pegajosa, infectada con el hedor putrescente de la vida y la luz; entonces podrás hundirte dulcemente en las tinieblas de tu mente, y allí encontrarás consuelo”: (Fragmento de Mementun Umbrarum (recuerda la sombras) Gran libro de los vampiros)
Miguel Manríquez Durán. Poeta.
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