La Perinola: El hombre detenido
Por Álex Ramírez-Arballo
Quiero creer que a todos en algún momento de nuestra vida se nos presenta la experiencia total de la incertidumbre. No estoy hablando del estrés natural que deviene de las presiones cotidianas, o las dudas simples que van poblando nuestro día a día en el entorno domestico; de lo que hablo es de una incertidumbre vital, existencial, absoluta, que nos paraliza por entero. ¿Tiene sentido todo esto?, nos preguntamos. Camus se tomó tan en serio la pregunta que hasta escribió un libro difícil pero refulgente, El mito de Sísifo, para tratar de encontrarle una solución; si la respuesta es no, entonces no queda más alternativa que pegarse un tiro; si, por lo contrario, la respuesta es afirmativa, no hay más alternativa que vivir asumiendo todas las consecuencias. Para ser franco, Camus se las ingenia para responder sí y no al mismo tiempo: la vida es absurda pero es hermosa, implica tras su larga disquisición. En otras palabras, es un fastidio (de ahí lo de Sísifo) que tiene horas luminosas por las cuales vale la pena pagar el precio del horror. Por un minuto de conciencia y contemplación de la vida es justo asumir una eternidad de oscuridad y silencio.
Todo lo anterior me lleva a pensar en Kierkegaard, otro atormentado escurridizo, quien ataja todas las preguntas afirmando taxativamente que la vida no debe interpretarse sino vivirse. Es decir, el danés supone que nosotros mismos somos parte de la existencia, que la encarnamos y que al separarnos intelectualmente de ella nos estamos granjeando enormes cantidades de sufrimiento. Busca también una síntesis, la de lo eterno y lo finito, esa batalla cruel que debe realizarse en el terreno de la libertad individual. El ser debe ser dinámico y moldearse al flujo de la existencia; en la medida en que ejercemos oposición a esta corriente total, atizaremos en nuestra alma el fuego de la angustia.
Hablo de todas estas cosas pensando en los días tristes que vamos viviendo. El confinamiento nos ha obligado a detenernos, en muchos casos a quedarnos solos, sin otra alternativa que pensar una y otra vez frente a la realidad inmediata de ese entorno doméstico que deja de ser acogedor cuando la reclusión no es elección sino imposición. El ser contemporáneo, agitado siempre por la rapidez posmoderna de nuestro siglo, ha debido frenar en seco y esto, como es natural, le ha ocasionado la vuelta a una pregunta largamente postergada, de la que hemos tratado de huir entreteniéndonos con nuestra tecnología y nuestras burlas: ¿tiene sentido todo esto? Como he dicho al principio, esta cuestión es hija del no saber lo que no espera allá adelante, en ese futuro nebuloso que amenaza con devorarnos.
La crisis sanitaria actual podría estimular un renacimiento existencial, lo que solo es propio del hombre que se ha detenido y se ha visto a sí mismo. Yo espero que esto sea así, porque considero que no hay nada más necesario que indagar en las honduras mismas de la persona, en esa zona de intimidad imposible donde escuchamos los ecos de todo lo vivido. Espero que la presencia ubicua de la muerte, las amenazas del hambre y el desconcierto social inminentes nos vuelvan más humanos, es decir, más vulnerables, entonces podríamos dejar atrás esta larga ola de psicosociologismo que se ha impuesto como perspectiva univoca de interpretación de la sociedad y el individuo. En pocas palabras, más Camus y menos Žižek. ¡Sea por Dios!
Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com