De mente abierta y lengua grande: La sopita de mamá
Chef Juan Angel | @chefjuanangel
“La sopita, es de mamás flojas” entendiendo por “sopita” un espagueti cocido, guisado en mantequilla, sazonado con puré de tomate y un cubito de consomé de pollo; esta era la filosofía de mi mamá, una excelente cocinera cuya moral gastronómica no le permitía aceptar que una madre de familia comprara a diario un paquete de pasta, mantequilla y puré para evitar cocinar, dejando de ofrecer algo más nutritivo y suculento a su familia; y con ello no se refería a un steak, sino a un guiso preparado con quelites, unos frijoles caldudos o un plato de lentejas. En mi casa siempre se privilegiaron los alimentos sobre cualquier otra cosa; no había cuadros, no teníamos una sala, no se hacían remodelaciones, pero jamás se repetía una comida dentro de un espacio de 30 días. Era pecado mortal cocinar un paquete de pasta con puré de tomate, cuando se podía ofrecer algo más digno y nutritivo basándonse en una administración muy estricta de recursos.
En aquel tiempo, la pasta, el puré y la mantequilla no eran productos económicos, ni formaban parte de la canasta básica, por lo cual era más barato comprar un kilo de frijoles, pero llevaba consigo un mayor esfuerzo. En mi casa jamás se compraron papillas envasadas o jugos enlatados, tampoco refrescos o papas fritas. Mi mamá tenía una consigna firme de la cual era la más convencida: había que hacer las cosas con amor, lo que implicaba más horas de trabajo en la cocina. A diario se preparaba agua fresca con los limones que pendían de los árboles que estaban en el corral, y cuando había excedentes se congelaba el jugo para preparar limonada posteriormente.
Quizá la pasta era el referente de la época, y no era usado solo para describir la pereza de una madre, sino que hablaba de un desinterés por la nutrición y disfrute de la familia a la hora de la comida. Quizá, hoy el referente serían los cereales azucarados, las bebidas enlatadas, frituras y galletas que dan como resultado los grandes índices de obesidad, en gran parte ocasionados por la falta de conciencia de madres y padres de familia que han optado por la comodidad, aunque esto traiga consigo problemas de salud y mayores gastos a corto y mediano plazo. La inteligencia de mis padres no residía en el nivel nivel escolar alcanzado, su inteligencia nacía del corazón y era aplicada con mucho trabajo y astucia para alimentarnos mejor.
No se trataba solamente de un esquema de alimentación, llevaba consigo una estricta disciplina para apegarnos a los alimentos permitidos en casa, lo cual nos impedía consumir productos hoy conocidos como chatarra, y por otra parte nos obligaba a probar nuevos sabores, incluso aquellos que no parecían tan atractivos y agradables pero que terminaron formando paladares abiertos a nuevas posibilidades, tolerantes a nuevas experiencias y muy exigentes, por cierto. A final de cuentas la comida tiene un ingredientes secreto e intangible, que es fácil de identificar incluso en taquerías y restaurantes, en cocinas económicas y puestos de hot dogs: el amor. Aquí es cuando cabe la frase: “con el amor de mamá” y es que el amor de mamá y papá es el que motiva y llena de energía para emprender una labor sin fin en la cocina, que inicia temprano a la hora del desayuno y termina después de la cena cuando se ponen a remojar los frijoles para que al día siguiente se cocinen rápido sin gastar tanto gas.
Cabe aclarar que en mi casa sí se comía pasta, de hecho era un plato lujoso, un plato de celebración que le permitía a mi mamá reconocer las buenas calificaciones o comportamientos de mi hermano y míos. Claramente no se trataba de un espagueti con puré y mantequilla, se trataba de un espagueti a la boloñesa muy al estilo de mi mamá y con las posibilidades que permitía la Capital del mundo ¿De dónde sacó la receta? Es un misterio, pero se las comparto con gusto en mis redes sociales @chefjuanangel
Chef Juan Angel – Licenciado en Periodismo y chef profesional, conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.