jueves, noviembre 21, 2024
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Urantia: Kairós

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“Qué importa el tiempo sucesivo si en él
hubo una plenitud, un éxtasis, una tarde”
J. L. Borges

Miguel Manríquez Durán
Miguel Manríquez1: Quiero pensar que es destino: como no queriendo, ALE, la romana, abrió una puerta: el tibio y casi olvidado paraíso de mi infancia. Desde hace meses vivo un tiempo detenido y, por ello, absoluto, es decir, irreal, entonces todo ocurre en la memoria. Nada exige más esfuerzo que estar en contacto con lo humano, las cosas y la naturaleza. Es como aprender otra vez a maravillarnos con lo lento, lo bello, lo humano, lo universal y lo necesario. Bien dice Platón: “el tiempo es la imagen móvil de lo eterno”.

El tiempo no es una línea sino una red de intencionalidades donde coinciden el ser y la conciencia. No le se todavía pero creo que el modo literario de explicar el mundo es un ingenio de percepción con su propio orden y funcionamiento del que surge un conocimiento particular, diferenciado y complejo. Su complejidad radica no sólo en el modo sino también en que es un sentimiento de mundo cimentado en lo elementalmente humano. En el sentimiento de mundo existe un tiempo fragmentario donde la historia ya no es lineal sino discontinua y múltiple. Estamos hablando de un tiempo virtual.

Aquí es importante recordar que los griegos le conocían con el nombre de Aión, término derivado de aiei (siempre), y que ya aparece en Homero y Heráclito y viene a ser considerado como el tiempo absoluto o tiempo todo, entendido como un tiempo circular que en las religiones mistéricas señalan la renovación de la vida de la naturaleza y los nuevos nacimientos. Es un Aión que claramente se opone al Cronos sucesivo. “Yo no estoy en el espacio y en el tiempo, no pienso en el espacio y en el tiempo, soy el espacio y del tiempo y mi cuerpo se aplica a ellos y los abarca” dice Maurice Merleau-Ponty en “Fenomenología de la percepción”. Por ello, la palabra poética afirma algo: el Yo desplazándose en un tiempo atemporal y en un lugar vacío llamado mundo: “el mundo no es lo que yo pienso, sino lo que vivo”.

Separador - La Chicharra

2: “El nombre verdadero de la eternidad es la nostalgia pero es una pobre eternidad sin Dios”, dice Borges en la “Historia de la Eternidad”: percibir es recordar. “El surgir de un mundo verdadero y exacto”: formar un sistema de mundo: ser en el mundo: una manera de ser por intermedio del cuerpo: “Ser cuerpo es estar anudado a un cierto mundo”. Ya se sabe: “La eternidad es hija de los hombres” (Borges, dixit)

Esta experiencia del mundo se vive mediante el lenguaje que, como ya sabemos, es síntesis perceptiva y temporal. En este sentido, la subjetividad es temporalidad ya que “el tiempo es la existencia del espíritu” porque el tiempo es “el contexto general para la existencia del cuerpo y el mundo”. Para el poeta, ser en el mundo es “la suma de instantes perfectos”. Lo dice mejor el poeta Evgueni Evtouchenko: “Cada quien el mundo que le pertenece/ y en ese mundo la maravilla de un minuto,/ son los bienes que le pertenecen”.

La memoria y el tiempo -estoy convencido- se unen para formar en este ser ambiguo que llamamos subjetividad deslizándose por el verso. No dice lo sucedido sino lo posible: “Miramos el mundo una vez, en la infancia./ El resto es memoria” (Louise Glück). Entonces vuelvo a esa infancia porteña y busco los lugares como conocimiento sorpresivo (anagnôrisis) y catártico (purificación). Todo el tiempo entonces es instante (Kairós).

“El tiempo poético se piensa originariamente metafórico y ciclofórico, como el espacio de la contemplación, como el período hêlíou, como la esfera de la conciencia que acuerda y recuerda en su interioridad la consonancia instantánea del movimiento temporal” en donde la escritura poética constituye la forma material de su certeza sensible, en tanto cuerpo y conciencia: Jorge Cuesta en “La poética del instante”.

Separador - La Chicharra

3: Con esta teoría tan elemental e insomne sobre memoria y tiempo me explico la conversación (imaginada, claro) con Celso Grajeda, pescador inmortalizado desde hace 40 años en una altiva estatua frente al mar. Construida en 1972 por obra del escultor Julián Martínez, “El Pescador” sostiene un enorme pescado –al parecer una totoaba—mientras desplaza su mirada sobre el horizonte marino. La leyenda dice que el pez no es una totoaba sino un magnífico pez de agua dulce ya que el escultor ignoraba todo sobre el mar. Con su rostro adusto me contó que los modernos planificadores urbanos quieren desplazarlo casi una centena de metros: lo quieren dejar sin mar: “Me ha curtido al fuego. Sin embargo, queda de la infancia cierta acústica que celebro,/ un pilar donde recostarme/ cuando el juego termina”. Don Celso es eterno.

ALE, la romana, me lanzó a la arena de la nostalgia: ahora mi gran lucha es contra el tiempo: un dios que está bajo todo lo que aparece en el mundo y es responsable no sólo de la danza de los dioses sino también del cautiverio de los hombres: La verdadera medida del tiempo es el instante. Tal vez no “merecemos estas calles grises” cuando la memoria, dice Hesíodo, “sabe todo lo que ha sido, todo lo que es y todo lo que será”.




Miguel Manríquez Durán. Poeta.


SUM Comunicación
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Un comentario en "Urantia: Kairós"

  • El verdadero tiempo es el instante que vivimos y la memoria nos hace revivirlo

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