Urantia: YETI
“Yeti, no todas las palabras/ condenan a la muerte/ Heredamos la esperanza/ y el perdón/ Mira cómo damos a luz/ niños entre las ruinas”.
De una expedición no realizada a los Himalayas
Wislawa Szymborska (Pozman, 1923)
Miguel Manríquez Durán
1: La mirada siempre de acecho. Cual bestia sedienta esperaba pacientemente a escuchar el tintineo de monedas en bolsillos ajenos, entonces se lanza al ataque para desollar al caminante que –ignoto- cruza sus territorios. No diferenciaba a nadie: comerciantes, estudiantes, servidumbre, delincuentes, burócratas, seres infelices… no soltaba ninguna presa. Se apoderaba de cuanto tenían: desollaba sin misericordia, sembraba terror, establecía complicidades, fabricaba culpables y también inocentes. Su territorio era vasto y pleno de riquezas, poblado por futuras víctimas: arrasaba porque su poder era omnímodo ya que contaba con serviciales testaferros, golpeadores, seres de la oscuridad y hasta publicistas golosos e inmisericordes.
Como auténtico Yeti pertenecía a regiones frías y altas. Era un críptido y de ahí su poder. Pertenecía a la dinastía del Pie Grande norteamericano, el Yowie en Australia, y el Kunk en los Andes. Más recientemente se asegura que fue visto en viajes de placer, restaurantes de aristócratas y por fin se supo que en realidad es un Chuchuna cuya estrategia es sorprendente: se oculta apareciendo a la vista de todos… como si no fuera un Yeti.
2: No importa que los cazadores institucionales judiciales no lo encuentren en ninguna parte porque simple y sencillamente está en todas.
Quienes lo han observado le emparentan con orangutanes porque su encuadre ciliar es similar aquéllos. A pesar de que no hay grandes primates ni en las estepas ni en los desiertos, existen supuestas evidencias de que pertenece a las hordas de yetis de Nepal. En los monasterios budistas de Khumjung, Pangboche y Namché Bazaar, se dice que conservan como reliquias los cueros cabelludos o escalpos de yetis. Otros aseguran que dejó tras de sí evidencias de daños incalculables en los territorios donde habita oculto a la vista de todos. También es llamado “El mono dorado”.
En reciente visita al territorio local, arribó conocido experto en Yetis (a solicitud de los habitantes en los distintos villorrios que sufrieron su dominio). El experto “Reinhold Messner, primer alpinista en subir al Everest sin oxígeno, primero en hacerlo en solitario, primero en coronar los 14 ochomiles, considerado el mejor alpinista del mundo, acostumbrado a vivir en la zona, tras realizar un avistamiento dedicó unos años a su estudio y ha escrito un libro sobre el tema, identificando al ser con el jemo o jemong, el oso pardo tibetano, animal nocturno, grande, que puede caminar a dos patas, de color variable, siempre solitario salvo cuando busca pareja o durante la cría, siendo muy temido por su gran fuerza por los habitantes de la zona, ya que ha causado muchas muertes. Otras fuentes señalan lo mismo, se trataría de un oso similar al oso pardo polar noruego de tipo lanudo adaptado a los trópicos”.
3: Después de revisar evidencias, el Doctor Messner concluyó que “Es de notar que en todos los relatos de avistamientos jamás se menciona más de un individuo. Por ello una objeción muy importante es el hecho que la supervivencia de toda especie requiere la existencia de una población de cierto tamaño, con individuos de diversas edades e incluyendo formas juveniles – que jamás se han referido -, lo que hace muy difícil justificar un ocultamiento de tal población por un tiempo prolongado, como se asevera”. Por tanto, pueden ocultarse en Partidos Políticos, Asociaciones de beneficiencia, edificios públicos. Inclusive cuenta con credencial de elector vigente.
Conclusión: El Yeti ¿Hombre, mito o monstruo? ¿Qué es el Yeti? El Yeti es un tema multivariable, complejo y con muchas preguntas sin contestar y con vastos misterios, pero también hay muchos testimonios, fotografías, y evidencias que comprueban su existencia
Miguel Manríquez Durán. Poeta.
Buen texto Miguel. Del Yeti a la realidad hay un paso donde a veces se cae la sopa. Abrazo