Tono y son: La historia acompaña a la música mexicana
Por: Jesús M. Corona M.*
Lejos de pecar de nacionalistas o patrioteros, podemos aseverar que nuestra música es una de las más variadas y bellas del mundo.
Abarca todos los géneros, desde la popular hasta la clásica, y se puede decir que prácticamente en cada región del país hay música y bailables propios que imprimen su sello que los diferencia de los demás y de esa manera encontramos gran variedad que incluye ritmos y canciones de la costa, centro, altiplano, norte, sur, etc., con los jarabes, sones, zapateados, redova, y demás.
Ahora quiero referirme a uno de los géneros más populares y tradicionales que lograron su mayor auge en la época revolucionaria cuando la soldadesca celebraba o se dolía de sus triunfos y fracasos entonando estrofas improvisadas cantadas con acompañamiento de guitarra, “música de boca” (armónica) o algún instrumento improvisado.
Naturalmente, hablamos del corrido que era una especia de periódico que se encargaba de difundir hechos y sucesos y de ahí surgen algunos como “La Adelita”, “La cucaracha”, “el siete leguas”, “Domingo Corrales”, “Benjamín Argumedo”.
Pasada la revolución, en ese mismo estilo se relatan carreras de caballos como la del “24 de junio”, “El moro de Cumpas” o peleas de gallos, como “El gallo de oro”, “La muerte de un gallero” o de perros como “El perro negro”.
Definitivamente, lo más reciente de este género lo constituye el cantarle a los narcos y relatar sus actividades ilícitas como grandes logros dignos de imitarse. No cabe duda que cada manifestación musical es reflejo del momento que se vive.
* L.A.E. Jesús Manuel Corona Martínez. Colaborador