La Perinola: Contra mí mismo






Por Álex Ramírez-Arballo
Soy un hombre liberal, lo que me obliga a una cosa: ejercer la crítica constante de todo y de todos, comenzando conmigo mismo. Me anima el impulso de una racionalidad prudente, contrapunteada por el reconocimiento natural de sus propios límites: “Soy hombre, duro poco y es enorme la noche”, nos dice en uno de sus poemas más conocidos el inmenso Octavio Paz, lo que quiere decir que nuestra condición es minúscula de cara al enorme abismo de astros y oscuridades que nos rodea. Somos apenas una migaja de vida aferrada a una piedrecita empapada viajando por los espacios infinitos.
En los momentos en los que más seguro de mí mismo me siento, me repito estas cosas, una y otra vez, con severidad y convicción profunda. Temo como a nada la soberbia porque es ceguera y equívoco, porque es un veneno dulce que no mata el cuerpo sino el espíritu. Me anima un amor profundo a la verdad, pero sé perfectamente bien que no es posible salir en su búsqueda sin haber antes asumido la pobreza de nuestros propios recursos: sin este paso previo toda navegación está ineludiblemente condenada al fracaso.
Trabajo contra mí mismo, contra la parte oscura de mí, contra el animal ensimismado y ruin que me habita cuando creo, tratando de evitar la angustia humana, que lo he comprendido todo. Para ganar esta batalla no me basto a mí mismo, me hacen falta aliados, amigos míos que viven en los libros y me hablan al oído y me alumbran con su inteligencia. Acercarnos a esos fuegos nos enseña cuáles son las maneras de ejercer este trabajo intelectual que hemos elegido: concreción y simplicidad en el estilo, rigor absoluto en los métodos y, sobre todo, una pasión amorosa por todo lo que ha tocado el espíritu humano.
Sé poco y eso poco que sé lo sé de un modo pobre, insuficiente. No es falsa modestia, lo juro, es solo que he tenido la fortuna de haber nacido en el desierto y alguna noche, remota ya, me paré bajo el cielo y una orgía de astros infinitos, luces, nubosidades y pulsaciones venidas de otras eras. Me partió en dos una certeza tan grande como un dios y supe entonces que mis ojos se habían asomado por un instante a lo imposible. La visión fue dulce e insoportable, el eco de aquel día aun se agita en mi alma.
Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com





