viernes, noviembre 22, 2024
ColaboraciónUrantia

Urantia: Profundidad

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Quien no tiene alas no debe tenderse sobre abismos.
Nietzsche

 

Miguel Manríquez Durán
Miguel Manríquez0: Me tomó tiempo aprender a renunciar. El aprendizaje fue accidentado, lento e intenso por una sola razón: la filosofía se mueve despacio. Renunciar a las totalidades es condición necesaria para la profundidad. Sabemos que la profundidad es cualidad de lo profundo y se toma en varios sentidos. El más reconocido es que nombra la dimensión de un cuerpo en un plano cualquiera sea como efecto de una técnica o perspectiva. En un sentido metafórico es no quedarse en lo aparente y siempre en relación a algo. La profundidad es cualidad fundamental para los problemas, el mundo físico, las personas y las situaciones tanto trascendentales como básicas. Se trata de entenderla como debajo de una superficie: el abismo es una profundidad sin fondo: “Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti” (Nietzsche, dixit).

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1: Asomarse a los abismos es también condición humana. La profundidad es no sólo dimensión física sino contemplación acerca de qué eres y de quién eres: “Al hombre le ocurre lo mismo que al árbol. Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo” (Nietzsche).

En De Profundis, Oscar Wilde se asoma a su propio abismo. Su encierro en prisión lo lleva a una reflexión plena de magnitudes y frecuencias. Esta famosa carta, escrita en 1896, es conmovedora e irritante, espiritual y, al mismo tiempo, reveladora de su abismo: ira, abandono y culpa, pero también contemplación espiritual y una visión de la condición humana. Wilde ya estigmatizado y castigado explora los abismos de su alma: “despechado que se desnuda para ofrecernos su versión más natural, la del hombre que tenía en mayor estima el arte como modo de vida. Es más, en esta obra, Wilde se convierte en el representante de su propio drama. La elegancia lingüística, la mordaz crítica de la sociedad inglesa y su modo de observar y entender la belleza discurren por un libro de lectura intensa” (J. Mayorga).

El significado del título mismo ya es referencia: “Desde las profundidades” en clara alusión -supongo- al salmo de penitencia que comienza con esa expresión: De profundis clamavi ad te, Domine (‘Desde lo profundo, clamé a ti, Señor’). Con precisión y estilo único dice: “Por muy imperfecto, muy incompleto que yo sea, mucho puedes aprender todavía de mí. Quisiste que yo te enseñara el placer de vivir y el placer del arte; tal vez esté yo llamando a enseñarte una cosa mucho más hermosa: el valor y la belleza”.

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2: En “Los hijos de la ira” (1944), Dámaso Alonso deja no sólo un texto fundamental para entender, desde la poesía, la posguerra española. Junto a Vicente Aleixandre (“Sombra del paraíso” ), estarán convencidos del desarraigo en un mundo de caos, dolor y angustia. Desde una poesía existencial donde el hombre, angustiado por el tiempo y la muerte, se asoma a la desolación y al abismo: “Este libro es considerado, comúnmente, el punto de partida de la poesía española actual, a la vez que la más clara conexión del autor con el existencialismo”. En su poema “De profundis” no sólo muestra, como Wilde, su dolor ante lo humano sino también su amor hacia Dios. La náusea existencial de posguerra es un abismo profundo donde la ira habita en cada individuo como un Caín rabioso enfrentado a sus hermanos.

En otras palabras, Alonso se asoma a ese abismo de horrores de la existencia física y se vuelve una y otra vez hacia ese Dios, “mi Dios”, en el que parece buscar una tabla de salvación: “Pero te amo,/ pero te amo frenéticamente./ ¡Déjame, déjame fermentar en tu amor,/ deja que me pudra hasta la entraña,/ que se me aniquilen hasta las últimas/ briznas de mi ser,/ para que un día/ sea mantillo de tus huertos!”.

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3: N.B. La imagen fue clara: como la romana tiene alas puede asomarse a los abismos. Tal vez eso explica su necesidad de contemplar la profundidad desde la cima o el subterráneo profundo o el abisal oceánico o la cósmica profundidad. Su condición de oceánide se lo permite: “Así como cada voz tiene un timbre y una altura,/ cada silencio tiene un registro y una profundidad./ El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro/ y no es lo mismo callar un nombre que/ callar otro nombre” (Roberto Juarroz).

 

Miguel Manríquez Durán. Poeta.

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2 comentarios en "Urantia: Profundidad"

  • Las alas de la virtud aristotélica evitarían el caer en el abismo, sin embargo, ni los mismos ángeles resistieron la tentación de mirar y precipitarse al tornarse sus alas como las de Ícaro.

    Muy buen artículo para echar a andar la reflexión.

    Respuesta

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