De mente abierta y lengua grande: La pitahaya ganadora






Chef Juan Angel | @chefjuanangel
-¡Tengo veinte años participando! ¿Cómo la ves?-
-¡Sí, yo misma lo preparé, nadie me ayudó!-
-Pues, nomás… se me ocurrió y así lo hice-
La lluvia comenzó a golpear el parabrisas mientras conducía directo a la Feria de la Pitahaya. Entre sahuaros y matorrales atravesamos la carretera y llegamos a la plaza del pueblo; un par de trabajadores instalaban, seguros y muy decididos, una manta con letras impresas, exactamente en el costado izquierdo del kiosco, al parecer ya no iba
seguir lloviendo; de pronto empezaron a salir personas, las mejor vestidas llevaban plato en mano, caminaban directo a unas mesas dispuestas junto a los jardines de la plaza; allí colocaron con cuidado y orgullo el producto de su imaginación y esfuerzo. En menos de 10 minutos, había decenas de familias tomando asiento para conocer a los ganadores del concurso.
Doña Olguita arribó caminando a paso constante, ataviada con un vestido de flores amarillas, zapato de tacón y bilet de color rojo intenso que llenaba de orgullo su sonrisa -Buena tarde, ¿con qué nos va a deleitar?- pregunté -Ahorita van a ver, es sorpresa- exclamó con seguridad y picardía.
Nos pidieron tomar nuestros lugares y comenzó la pasarela de platillos a la mesa de jueces. Todos, sin excepción, tenían un ingrediente estrella: el oro rojo del desierto, la pitahaya.
-Ahora sí doña Olga, ¿ya nos va a decir qué preparó?-
– Claro, ya está frío y desparramado por la espera, pero de que está bueno, está bueno, se trata de un jamón ahumado, horneado con salsa de pitahaya-
– ¿Y ese puré es de cajita? – replicó una juez.
-No es de cajita fíjese, es de ca-si-ta, yo misma lo hice, papitas cocidas en la estufa y toda la cosa, pero pruébelo, no le tenga miedo-
Y cuando el maestro de ceremonias dijo –A continuación, la categoría de postre…-
Se encendieron las luces imaginarias y la gente abrió camino a la Dolores Romero, elegante, muy peinada y con la seguridad de una fiera salvaje cruzó el pasillo a la mesa de jueces y presentó el postre -¡Les presento las bombas de pitahaya!- sobre el mantel colocó una tabla de madera con cáscaras de pitahayas abiertas en forma de flor y dentro unas esferas de color blanco, parecían nieve de coco -Se trata de una pitahaya completa, forrada de queso crema y tantita nuez- Ese postre era una sorpresa, ingredientes básicos que se unían para dar lo mejor de sí a todos los sentidos.
Enseguida, llegó la “Cutuy”, con nerviosismo y emoción colocó una licorera sobre la mesa. Nos dio un vasito desechable a cada uno de los tres jueces y los llenó de un brebaje rojo intenso.
-Esta bebida es un brandy con pitahaya, le puse pitahaya fresca y otra que tenía fermentada, así pasadita, en el refrigerador, y para darle un toque especial: unas gotas de jugo de limón. ¡Échense el trago pues, pa´servirles otro!-
Para cerrar con broche de oro, arrimaron una báscula, la pusieron sobre la mesa y llegaron 4 participantes con pitahaya en mano, una a una se fueron pesando. La ganadora alcanzó los 205 g, con orgullo Enrique Valdez, recién llegado de cortarla, se llevó el reconocimiento a la pitahaya más grande. De ahí continuó la premiación a los mejores platillos.
Olguita recibió su reconocimiento -Si no son “dioquis” los veinte años que tengo viniendo- enseguida pasó la Dolores, y tomó el premio al mejor postre -Yo solita lo hice, ¿cómo la ven?- y para cerrar, la “Cutuy” muy contenta se embolsó los billetes del premio -Si las ocurrencias son buenas…-
Esa noche, la pitahaya pintó de rojo las cocinas, platos y paladares, llenando de orgullo a todos los habitantes de Carbó, municipio de Sonora.
Chef Juan Angel – Licenciado en Periodismo y chef profesional, conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.






Chef Juan Angel – Licenciado en Periodismo y chef profesional, conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.
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Apuesto simpático y jovial; alegre entusiasta e inteligente. Hábil, experto en organizar, escribir, programar, etc. siempre dispuesto a cooperar en servicios comunitarios.