Celuloide: 1917
Por Jesús Ricardo Félix
Este fin de semana se celebran la final de la copa América y la final de la euro, en el caso de Sudamérica no deja de haber controversia ya que en las jugadas apretadas el arbitraje parece recargarse a favor del anfitrión Brasil. Como en el partido de Colombia que le rebota el balón al árbitro y este se lleva el silbato a la boca, los defensas colombianos hacen pausa pero los delanteros brasileños aprovechan para hacer el gol. Como resultado tenemos un Argentina vs Brasil que revive un clásico sudamericano que tanto a FIFA como a CONMEBOL le conviene en términos económicos.
Del otro lado del charco nos espera Italia vs Inglaterra, en el caso de Italia ha llegado como uno de los mejores equipos, con una defensa sólida y valiéndose de goles de los Chiesa, de los Insigne y de los Locatelli. Su oponente por el contrario jugando desde Wembley ganó el partido a una aguerrida Dinamarca con un penal bastante dudoso que el VAR no se molestó en cuestionar. El portero Kasper Schmeichel fue apuntado con un láser, hubo silbidos en el himno del visitante, se utilizaron bengalas pero claro es Inglaterra y no pasa nada, jugarán en casa con todo a favor para coronarse. Lo que nos ha demostrado el deporte de alta competencia que ha incorporado tecnología para mejorar su arbitraje es que su presencia no lo ha convertido necesariamente en un deporte más justo, se sigue favoreciendo a las “selecciones grandes” utilizando el VAR cuando conviene.
Pero suficiente de fútbol, hablemos de cine, de Inglaterra es el famoso director Sam Mendes que dirigió 1917 una película de la primera guerra mundial donde el director nos narra historias que escuchó de su abuelo. En la segunda guerra mundial los generales alemanes se hicieron famosos por sus brillantes ataques en retirada como Manstein y Rommel a los que les gustaba contratacar replegándose o haciendo creer al enemigo que huían. En este caso la película nos muestra una situación parecida, dos jóvenes británicos han recibido la misión de atravesar una serie de trincheras en la famosa línea Hindenburg pues los alemanes fingen repliegue para así emboscar un pelotón inglés. Uno de los mensajeros tiene un hermano en el otro pelotón por lo que es clave que lleguen a tiempo para salvarlos, el problema es que las comunicaciones están rotas y deben atravesar territorio ocupado por el enemigo para conseguirlo.
La técnica utilizada por Sam Mendes es impresionante, ya que el rodaje pareciera ocurrir todo en una sola toma, lo que le llaman plano secuencia. Los grandes directores como Orson Welles o Alfred Hitchcock utilizaban este recurso para imprimir una narrativa muy fina como si se tratase de una obra de teatro. Imagina que no hay cortes y los actores tienen que dramatizar el diálogo, los iluminadores, camarógrafos y demás técnicos tienen que coordinarse de la misma manera, cualquier error significa cortar y es volver a empezar desde el principio.
Por otro lado encuentro algunas similitudes con Dunkirk de Chris Nolan por la fotografía y la manera subjetiva que se retrata la presencia del enemigo, tú sabes que está ahí escuchas los disparos, lo ves a lo lejos pero apenas si aparece, luego está el plano secuencia del que ya hablamos.
Definitivamente recomendable, por momentos puedes bajar el volumen y pensar que se trata de una poesía visual al observar el paisaje desértico de las trincheras con los caballos en descomposición y los cadáveres hinchados. Los personajes son acaso demasiado adolescentes para asesinar por lo que tienen que ir haciendo un lado su humanidad para cumplir su misión. Es una película que hay que ver aunque no seas fanático de la historia o del cine bélico.