Celuloide: Otra ronda






Por Jesús Ricardo Félix
Lo bueno de que las olimpiadas sean en Japón es que la mayor parte de los eventos nos pasan de noche y no tenemos la motivación suficiente para desvelarnos viendo que los resultados de nuestros atletas son los mismos o acaso peores que en el pasado. Como siempre los futbolistas tratan de hacernos olvidar que seguimos estancados por las malas administraciones, pésimo manejo de los recursos, grandes inversiones a una burrocracia con los bolsillos agujerados, atletas de alto rendimiento completando para el boleto de avión, los dirigentes del deporte encuentran en las gestiones anteriores al chivo expiatorio ideal para justificar su fracaso. ¿Qué pasa con el deporte en México? Bueno básicamente que los recursos se quedan entre los arquitectos e ingenieros y los deportistas que son los albañiles encargados de la obra no reciben más que las migajas. Ciencia, deporte, arte en el país dependen cada vez más de los escasos esfuerzos individuales y cada vez menos de las millonarias autoridades ineficaces.
Pero dejemos de lado nuestra realidad y recordemos a grandes directores contemporáneos como Lars Von Trier y Thomas Vinterberg que fueron los creadores del movimiento Dogma que buscaba retornar a un cine de cámara al hombro, basándose en la fuerza del guion pero también en la capacidad dramática de los actores a los que veíamos como parte de una obra de teatro en películas como Festen o Los idiotas por mencionar un par de ejemplos. En la película Druk u Otra Ronda del 2020 Thomas Vinterberg a sugerencia de su hija, que moriría en un accidente apenas empezando el rodaje, buscaba retratar las raíces de una cultura alcohólica. De hecho hay escenas que se filmaron con los compañeros de escuela de la hija del director, de ahí podemos dar una idea de lo personal que resultaba el proyecto para el realizador danés.
Al igual que los daneses los sonorenses sin duda vivimos inmersos en una cultura alcohólica si vamos a los estadios de béisbol en la liga de invierno podemos observar las enormes cantidades de cerveza que se consumen, si vamos a un restaurante acompañamos los boneless o alitas con un tarro, el llamado Slowpitch es un “deporte” que sirve de pretexto para beber unas cervezas con los compañeros y ahora hasta en el cine podemos ordenar bebidas alcohólicas mientras vemos una película.
Podría seguir dando ejemplos pero sobra decir que en el norte de México nuestra interacción social depende o está basada en el consumo de bebidas embriagantes. En esta película Vinterberg aborda el tema de una manera tragicómica nos plantean el dilema de si hemos nacido con un déficit de 0,05% grados de alcohol en la sangre. Varios amigos y profesores de un colegio viven una etapa en la que se sienten estancados con su vida y sienten que les falta algo de emoción e intensidad por lo que deciden comenzar con el experimento alcohólico. Mads Mikkelsen es un actor que sobresale con su actuación, de hecho Vinterberg lo ha utilizado ya en varias películas, su personaje nos retrata el costo positivo y negativo del abuso de sustancias en el contexto familiar. Pero la película no cae en un juicio moral respecto al alcohol de hecho hay momentos donde los personajes tienen más confianza o mejor desempeño que en su sobriedad. También se menciona a personajes que se apoyaron en el consumo del alcohol como base de su éxito: Hemingway y Churchill. Aun así los personajes participantes del experimento nos retratan los cambios de comportamiento que manifiestan con el abuso del alcohol en las diferentes esferas ya sea laboral, social, familiar y hasta sexual.
Definitivamente recomendable y uno no puede dejarse de preguntar si los Derbez y los Sariñana del cine mexicano algún día serán capaces de invertir en historias como Druk sin convertirlo todo en una burda imitación del cine cómico lado C norteamericano.





