Tuercas y tornillos: ¿Qué lecciones nos dejan las consultas ciudadanas?
Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
El fin de semana anterior, por petición del ejecutivo federal, el Instituto Nacional Electoral organizó una consulta popular para responder a la siguiente pregunta: ¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?
Las consultas populares, un nombre actual para la democracia directa por referéndum, son parte del funcionamiento de las democracias desde el tiempo de Grecia. No obstante, fue en el siglo XX cuando su uso comenzó a extenderse a distintos países que habían logrado una consolidación de instituciones democráticas. En el caso de México, este ejercicio ciudadano para la toma de decisiones públicas tardaría muchos años en tener lugar. Uno de los primeros ejercicios fue el realizado en 1993 cuando miembros de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal consultaron a la población de la capital de México respecto a tres temas: 1. ¿Está de acuerdo en que los gobernantes del D.F. sean elegidos mediante el voto directo y secreto de los ciudadanos?, 2. ¿Está de acuerdo en que el D.F. cuente con un poder legislativo propio? y, 3. ¿Está de acuerdo en que el Distrito Federal se convierta en un estado de la federación? Los promotores de este ejercicio provenían de distintas fuerzas políticas: Demetrio Sodi (PRI), Alejandro Rojas (PRI), Amalia García (PRD), Pablo Gómez (PRD), Pablo Jaime Jiménez Barranco (PAN) y Patricia Garduño (PAN).
Al igual que sucedió con la consulta que tuvo lugar en el 2021, donde la participación ha sido contabilizada hasta el momento de escribir estás líneas es de 6,663,208 (es decir el 7.11 % del padrón electoral), la participación de los habitantes de la capital en 1993 fue escasa: 230 mil personas votaron en una ciudad que para este momento contaba con más de 8 millones de habitantes. No obstante, el resultado fue muy significativo dado el apoyo obtenido por la opción del SI en las tres preguntas: 85% en las preguntas 1 y 2 y 66.5% en la pregunta 3. Los resultados generaron una presión política en el Congreso Federal y en el poder ejecutivo que terminaría en el año 2016 con la creación del trigésimo segundo Estado: la Ciudad de México.
La consulta de 1993 tiene tres enseñanzas claves frente para la consulta realizada en el año 2021. La primera es que el éxito de este tipo de ejercicios ciudadanos no puede ser medidos por el número de personas que participan, sino por la contundencia del mensaje político que arroja el apoyo por alguna de las dos opciones de respuesta. En el caso más reciente, el 97.7% de los consultados votaron por el SI. En este sentido, aunque es imposible comprar los resultados entre las dos consultas, si resulta indicativo que el nivel de respaldo al SI en el último ejercicio es mayor que el obtenido por la realizada en 1993; esto a pesar de que en el ejercicio de los noventa existían preguntas menos ambiguas y con un claro impacto en la vida de los ciudadanos.
Una segunda lección es que los resultados de una consulta ciudadana no necesariamente se producen en el corto plazo; desde la realización de la consulta hasta la creación de la Ciudad de México pasaron 23 años. Sin embargo, este ejercicio ciudadano fue fundamental para la desaparición del Distrito Federal. En otras palabras, la voz ciudadana expresada en las consultas se convierte en una especie de eco que puede seguir teniendo resonancia en la política mucho tiempo después de que los promotores desaparezcan del escenario.
Tercero, las consultas ciudadanas que buscan tener un impacto significativo en la vida pública provienen de un consenso político. Las iniciativas que resultan de la visión unilateral de una postura ideológica o política, para tener un impacto, dependen de la continuidad en el poder del grupo que las impulsa. Al mismo tiempo, como se trata de ejercicios emprendidos contra otros actores o ideologías, su realización puede generar divisiones o conflictos tanto en las élites políticas como en los organismos encargados de la toma de decisiones jurídica, ejecutivas y legislativas. En otras palabras, las consultas realizadas sin el consenso generan divisiones y tienen una menor probabilidad de generar el resultado buscado.
MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio del Estado de Hidalgo.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.