Tuercas y tornillos: El mundo está ardiendo y ¿Tú que haces para evitarlo?
Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
En el año 1987 el grupo Midnight Oil sacó su canción titulada: “Beds are burning”. La letra traducida dice lo siguiente: “… El momento ha llegado, para decir que ya está bien, Para pagar el alquiler, para pagar nuestra parte… ¿Cómo podemos bailar, cuando nuestra tierra se está dando la vuelta? ¿Cómo dormimos, mientras nuestras camas están ardiendo?” Esta canción, que se convirtió en un éxito comercial, poco pudo para generar una mayor conciencia de los jóvenes de esta época respecto al daño que estábamos haciendo al planeta y las consecuencias que sufriríamos. A la luz de los sucesos de este año 2021, las “Camas ardiendo” son una rítmica profecía.
Los incendios forestales en Canadá, Estados Unidos, Rusia, Grecia y Turquía de las últimas semanas son una señal inequívoca del cambio climático. Este fenómeno fue negado por el anterior ocupante de la Casa Blanca en los Estados Unidos y está poco presente en las políticas energéticas del actual presidente mexicano. Los incendios masivos en diversas zonas del mundo, no son el único síntoma respecto a la presencia del cambio climático, las inundaciones en zonas donde estos sucesos eran poco probables, olas de calor en zonas generalmente frías o nevadas en países donde este fenómeno es ajeno, son ahora la constante en las noticias.
En su más reciente informe el grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático concluyó, de manera inequívoca, que el calentamiento de 1,0 grados centígrados, con respecto a los niveles preindustriales, es consecuencia directa de las actividades humanas. https://www.ipcc.ch/languages-2/spanish Esta tendencia podrá aumentar hasta un punto crítico para la sobrevivencia de la raza humana de no tomarse medidas urgentes y extremas para disminuir la emisión de partículas contaminantes, principalmente las derivadas por el uso de combustibles fósiles, así como la inversión en innovación tecnológica y cambios de comportamientos en los hábitos de consumo, principalmente, pero no exclusivamente, en los sectores medios y altos de todos los países del mundo.
Estamos en una situación extrema, aunque no tengamos plena consciencia de ello, que requiere de cambios radicales, tanto de las autoridades, pero también de las empresas y las personas en general. Otros sectores que requiere cambios son, por supuesto, las universidades y la ciencia. En la investigación existió una parcialización de los temas de estudio, de tal manera que las materias relacionadas con el ambiente, la contaminación, las plantas, las actividades agrícolas, las energías renovables, etcétera era la tarea de un grupo reducido y específico de investigadores. Del mismo modo, las universidades generaron carreras relacionadas a las áreas ambientales o ecológicas que forman una parte, no mayor, de su oferta académica. En una época donde la conservación y mejora del ambiente se están convirtiendo inexorablemente en una prioridad, -si queremos asegurar la permanencia de nuestra especie en el planeta, – es fundamental una reformulación de todas las áreas del conocimiento para convertir al ambiente en un tema transversal. En las ciencias sociales, por ejemplo, es fundamental comenzar a considerar la relación de las sociedades con su ambiente, y principalmente el equilibrio en esta relación, como uno de los componentes centrales de discusión. Esto representa introducir principios morales (que siempre han estado presentes en la investigación de manera implícita) sobre nuestro lugar en el mundo, transitando de un supuesto de superioridad para reinsertarnos como una especie que no tiene más derechos que el resto para habitar este planeta.
En el ámbito social, es necesario una discusión sobre las metas que socialmente hemos construido. Por ejemplo, la definición de éxito (copiada del modelo norteamericano) donde la acumulación de bienes y el tamaño de estos (una gran casa, auto, cuenta de banco, etcétera) son la forma de mostrar que hemos logrado tener una vida “productiva”. Pero también la cultura de consumo, que como lo explicó Baumann, se caracteriza más por la velocidad con la que desechamos las cosas que por lo que consumimos.
Podemos concluir con otra de las estrofas de la canción de Beds are burning:
“..El momento ha llegado,
un hecho es un hecho,
Les pertenece a ellos,
vamos a devolvérselo..”
MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio del Estado de Hidalgo.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.
Me parece bastante atinada la observación sobre que en “ las ciencias sociales, por ejemplo, es fundamental comenzar a considerar la relación de las sociedades con su ambiente, y principalmente el equilibrio en esta relación, como uno de los componentes centrales de discusión.” Como en otras disciplinas que busquen un enfoque amigable con el medio ambiente. La observación sobre medir nuestro consumo como sociedad, puede ser fundamental. Cómo tomar conciencia de ello, es una labor en que los académicos podemos colaborar en las escuelas (porque quiero englobar todos los niveles educativos).