Tuercas y tornillos: A propósito de las lluvias y el temblor, sociedades de desgracias y sociedades del riesgo
Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
El 1 de noviembre de 1755 la ciudad de Lisboa, sufrió un gran temblor. Las estimaciones actuales calculan su fuerza entre 8.5 y 9 en la escala de Richter. Pero la destrucción no paró ahí, después se produjo un tsunami y posteriormente un incendio que terminarían devastando de manera casi total con la capital de Portugal. Esto interrumpiría la expansión del control portugués en nuevos territorios durante el siglo XVIII.
Para algunos historiadores y filósofos, este acontecimiento marca el inicio de la modernidad. Este fue el primer suceso natural de este tipo que fue analizado de una manera racional, dando origen a la moderna sismología. Pero más importante, este acontecimiento generó un amplio debate europeo sobre la “teodicea” es decir, de la existencia de Dios y si este tipo de fenómenos eran atribuibles a su voluntad. Un grupo de pensadores comenzaron a proponer que es tipo de acontecimientos podían ser estudiados como actos naturales y con ello, generar acciones basadas en el conocimiento y la técnica para mitigar o detener sus efectos. En otras palabras, el hombre reclamaba por primera vez en la historia el control total de su vida más allá de la voluntad divina.
La modernidad es, entre otras cosas, esta búsqueda por parte de las sociedades humanas por lograr dominar y controlar a la naturaleza en distintos aspectos; tanto en lograr la producción creciente de alimentos como los efectos que tienen fenómenos naturales como la lluvia sobre las construcciones y vidas de los individuos. En otras palabras, la modernidad ha sido la búsqueda por transitar de sociedades de desgracias a sociedades de riesgo. Las sociedades de riesgo, es el nombre con el que el sociólogo alemán Ulrich Beck describió la característica central del mundo actual. Para este autor, las colectividades actuales se definen por una amplia gama de medidas individuales y colectivas que buscan prevenir cualquier evento presente o futuro que consideren como una posible amenaza o peligro a sus intereses. En este sentido, educar a nuestros hijos (y hacerlo en las mejores escuelas que podemos costear) es una manera de evitarles riesgos futuros sobre su vida laboral. Colectivamente, las sociedades generan una serie de medidas como las vacunas, los bomberos, los policías, pero también el dinero ahorrado por el gobierno, que buscan evitar posibles situaciones que constituyan una amenaza para los individuos, edificios o la economía.
Sin embargo, la capacidad para controlar los riesgos no es homogéneo. Todo lo contrario, las sociedades modernas se diferencian por la manera en que estos son distribuidos; la gente con mayores recursos es capaces de adquirir una mayor cantidad de medidas para prevenirlos, esto incluye contar con seguros que les garantice recibir la mejor atención médica pero también vivir lejos de zonas donde se acumulan desechos o que es posible que una lluvia genere un daño en sus viviendas. Las personas que se ven forzadas a vivir en estas condiciones de vulnerabilidad frente a las lluvias, deslaves o en construcciones frágiles a temblores lo hacen, no por decisión propia, sino por falta de otras alternativas, y tratan de no pensar en cuándo vendrá la próxima desgracia.
En México existen avances considerables en materia de previsión de riesgos frente a huracanes o temblores, pero existen muchas familias que siguen viviendo en zonas de alto riesgo en las zonas marginas de las ciudades o en zonas rurales. El cambio climático ha demostrado que ha aumentado la fuerza y la intensidad de fenómenos meteorológicos que ponen a esta población de por sí ya desfavorecida, en una mayor condición de riesgo. Es necesario que se tomen medidas urgentes frente a la nueva realidad climática. Lo que pasó en Ecatepec y Tula es sólo un primer paso de lo que se viene. La definición gubernamental de prevención de riesgos necesita cambiar rápidamente.
MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio del Estado de Hidalgo.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.