Celuloide: Huérfanos de Brooklyn
Por Jesús Ricardo Félix
Hace unos días nos enteramos que el carismático presidente del Salvador Nayib Bukele convirtió a su país en el primero en aceptar Bitcoin como moneda oficial. El joven mercadólogo siempre ha mantenido altos índices de popularidad entre la población con su buen manejo de redes. Por otro lado sus aliados en la asamblea aprobaron una ley para destituir a un tercio de los jueces y fiscales del país, debilitando así al poder judicial. La pregunta que nos viene a la cabeza es si ¿Bukele es un nuevo tipo de líder latinoamericano capaz de llevar al Salvador por el buen camino o está siguiendo el mismo camino de las conocidas dictaduras latinoamericanas? Esas que dependen de un líder visionario y carismático para su progreso ustedes sabrán identificar los nombres y apellidos.
Esta semana en el celuloide hablaremos sobre los Huérfanos de Brooklyn una película estadounidense del 2019 dirigida por Edward Norton. El filme está basado en la novela homónima de Jonathan Lethem, Motherless Brooklyn para ser más precisos. La historia está ubicada en la ciudad de Nueva York en la década de los cincuentas cuando el jazz y el rock y la tensión racial preparaban el contexto de la década de los sesentas y la lucha por los derechos civiles de las minorías. En ese contexto Edward Norton interpreta a Lionel, un detective privado que padece el síndrome de Tourette un trastorno neuronal que se caracteriza por múltiples tics motores y vocales, básicamente el cerebro no filtra lo que la boca expresa y el enfermo puede llegar a emitir sonidos, malas palabras, ofensas de manera involuntaria. Por otro lado el mismo personaje tiene el don de la memoria fotográfica y un pensamiento deductivo bastante adelantado, lo que lo convierte en un gran detective.
Lionel busca armar el rompecabezas que les ha heredado su jefe y mentor Frank Minna interpretado por Bruce Willis. El personaje de Willis les pide que lo sigan a una reunión con gente importante pero no les dice de que se trata, aparentemente es un caso secreto. Lionel parece ser el único de sus compañeros dispuesto ir hasta las últimas consecuencias con tal de desenmarañar la madeja que lo lleva a recorrer los clubes de jazz, los gánsteres y las políticas de construcción de una economía pujante como la neoyorquina. En medio de todo eso la misteriosa Laura Rose le obsesiona como un sueño al que no sabe si aferrarse o desprenderse para no traicionar su ética profesional.
Toda la atmósfera gira alrededor de Edward Norton ya que el escribe, produce, actúa y dirige la película con una gran ambientación cincuentera, hay guiños a Orson Welles y Martin Scorsese. No me gusta hablar sobre ello pero es evidente que hay muy buena fotografía, ni se diga la banda sonora y grandes actuaciones encabezadas por un “politizado” Alec Baldwin y un brillante Willem Dafoe. Sin embargo la figura estelar de la película la encabeza el mismo Edward Norton, a pesar de que reconozco que su actuación es sobresaliente creo que comete un error al dirigir el mismo eso solo lo podían hacer el mencionado monstruo Orson Welles, Charles Chaplin tal vez Woody Allen pero no es nada sencillo identificar los propios errores dentro del set. Tal vez por eso a pesar de contar con todos los ingredientes para realizar un clásico moderno el platillo de Norton no termina de cuajar y pasa a ser de un potencial clásico moderno a simplemente una buena película. Y es que la película es definitivamente recomendable por su estética pero no alcanzamos a engancharnos en las emociones de los personajes, vemos la trama sin empatizar, como protegidos detrás de la pantalla. Pero bueno tal vez se trate de una impresión personal, si alguien la ve y se adentra en el universo interior de los personajes me avisa 🙂