De mente abierta y lengua grande: Galletas perpetuas






Chef Juan Angel | @chefjuanangel
¡Martina, buena tarde, vámonos p’al rezo!
¡Ya casi termino! – gritó desde el patio de su casa, mientras terminaba de barrer; la casa estaba en la falda de una pequeña colina, cuya cuesta irregular y llena de piedras, llevaba a la cima donde vivía la Petra de Pedro, Tío Chico y la Rosa de Arnulfo.
Un día antes había caído un chubasco tremendo que dejó intransitable el camino al cerrito, los adultos mayores se apoyaban con un palo de asta al subir, tomándose el tiempo necesario para llegar con suficiente oxígeno y responder a cada una de las jaculatorias.
Una semana antes, la Juliana se preparaba con kilos de maíz blando (maíz blanco, deshidratado, desgranado y cernido), otros tantos de manteca, azúcar y docenas de huevos aun calientes de las gallinas ponedoras que alimentaban diariamente a la familia completa; mientras su hermano Cruz quebraba palos de brasil y mauto para encender la hornilla.
Hojas y más hojas, elaboradas con láminas de botes alcoholeros que después eran usados para almacenar manteca, eran utilizadas para colocar y hornear el bocadillo divino que acompañaría la ceremonia anual.
Exactamente frente a la casa de Tío Chico, en un peñasco elevado rodeado de piedras y tierra, se encontraba una capilla color beige, con techo de cemento y paredes de bloque, arriba de la entrada se elevaba una cruz que se podía ver desde el patio de todas las casas que estaban alrededor.
-Socorro sois perpetuo. Venid, pues os imploro, venid a mi socorro, Oh madre de bondad-
-Quinto misterio: El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo… Dios te Salve María…-
Junto a la capilla había un pequeño terreno donde cabía un par de bancas para las rezadoras principales, mientras que los demás asistentes tomaban asiento sobre las piedras y un muro de cemento que rodeaba el lugar.
La Luz de Heriberto rezaba de principio a fin el rosario, tomando sus respectivos descansos entre cada misterio cuando la Rosa de Arnulfo llevaba la batuta y cantaba a todo pulmón para alabar a la Virgen del Perpetuo Socorro, una imagen que llegó de los Estados Unidos y fue puesta en un altar en la casa de la Juana de Félix, ubicada en la colonia San Pablo, que desapareció cuando llegaron las aguas de la presa “El Novillo”; de ahí la llevaron a la casa de la Juliana y después, la familia Encinas Moreno construyó la capilla con ayuda de los creyentes.
La Virgen del Perpetuo Socorro es una advocación mariana cuya imagen original se encuentra en Roma, y al igual que en el resto de mundo, se le celebra el 27 de junio, con la diferencia de que en San Pedro de la Cueva se reparten bizcochuelos de maíz blando al final del rezo, unas galletas en forma de aritos, crujientes y doradas, cuyo dulzor es acompañado con horchata de arroz y en los tiempos de más fama y gloria, con un vaso del famoso Kool- Aid.
Chef Juan Angel – Licenciado en Periodismo y chef profesional, conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.





