De mente abierta y lengua grande: Agujas al bloque
Chef Juan Angel | @chefjuanangel
-Vecinoooooo, ¿qué anda haciendoooooo?-
-¡Aquí, lavando el uniforme vecinaaaa!-
-¡Vecinoooo, acaba de llegar mi apá del pueblo, me trajo dos bloqueeees!-
Sentí latir fuerte el corazón y me apresuré a tallar los puños y cuello de la camisa blanca, presionando con fuerza el jabón Zote, fue tanta mi desesperación que llené un balde con agua y la metí a remojar. Entré corriendo al cuarto y tome un puñado de monedas de la lata reservada para los camiones, eran los bloques más esperados. Cuando salí a la calle, mi vecina ya esperaba sentada en la puerta de su casa. Eran pasadas las 7 de la tarde, hacía un calor propio del averno, pero eso no fue impedimento alguno. Así mero, en huaraches de plástico y con los “shorts” llenos de agua y jabón, caminamos 10 minutos al supermercado más cercano.
-¡A ver! ¿Cuántos somos vecina?
Luz Elena empezó a contar: -Cosmito come por dos, mi papá también, tú también, yo también, mi mamá más o menos… y luego si llega la Migde pues ya seremos nueve. Contamos las monedas y separamos las más grandes, en total teníamos 154 pesos.
-¡Vamos primero por la carne!- dijo la vecina. -En mi casa tengo tomates, 3 chiles verdes y cebolla-
– Yo tengo un aguacate y tortillas que me mandó mamá – repliqué.
Tomamos dos charolas de agujas, eran 12 piezas en total, un pepino grande y dos mazos de cebolla cambray. Nos sobraron 3 pesos y los dimos al paquetero, quien nos miró enternecidamente.
De regreso reíamos de gusto y alegría, sumadas las ocurrencias de ambos -Si nos quedamos con hambre, asamos a la Soruya- dijo Luz Elena. Soruya era un gato de sexo masculino, que ante la necesidad de un minino afeminado, le había sido otorgado un sexo distintio por nuestra vecina: Migde. La fiesta terminó a mitad del camino -¡El carbooooón, se nos olivdó el carbón Juan Angel!-
Por nuestra cabeza pasaron ideas tan locas como desarmar un cajón del ropero y atizar con él, o recoger palos de un baldío contiguo, pero ya estaba oscuro y nos dio miedo.
Llegamos a nuestras casas, cuando entramos estaba Socorrito (mamá de la vecina), el Cuatón (su papá) y Cosmito (+) el hermano de en medio. Los tres sentados en el patio, habían sacado el comedor. -Mira Juan Angel, ya van a tener asador- en medio del patio, junto a la barda trasera, había dos bloques nuevecitos y encima una parrilla – Hay que untarle manteca, están un poco oxidadas las varillas – dijo el Cuatón; Luz Elena y yo nos volteamos a ver, ni siquiera nos había alcanzado el dinero para el carbón.
-Vecinaaa, ¿qué están haciendo?, los vi que llegaron muy cargaditos de la tienda- Migdelina, la mamá de Soruya, había aparecido en escena con un chongo y vistiendo un blusón hasta las rodillas.
Luz Elena vio una luz al final del túnel – Vecina, ¿de casualidad tendrá tantito carbón?, una bolsita nomás-
-No tengo, pero deja ir con doña Jafra, le pediré una fiada-. Conchita, mejor conocida como doña Jafra, tenía un supercito bien surtido, con largas listas de fiado y mucha condescendencia para los estudiantes foráneos.
En un par de minutos, Gloria Guadalupe Migdelina (así se llama), llegó con el carbón. Pusimos música en el estéreo viejo de la sala y encendimos el fuego. Antes de que las agujas estuvieran bien asadas, las sacamos, picamos y pusimos en una olla para que no se encogieran tanto y rindieran más; calentamos frijoles, tortillas, hicimos salsa bandera, un litro de aguamole con el aguacate sobremaduro que tenía en casa y asamos las cebollas; era tanta la fiesta, que se nos olvidó picar el pepino.
Esa noche de miércoles celebramos nuestro primer asador como estudiantes, asamos 12 agujas de res, cenamos 9 bocas y alimentamos 6 almas, fueron sin duda unos de los mejores tacos de mi vida. Una práctica que se convirtió en tradición, cuando sobraba dinero del camión había no solo carne asada, celebrábamos ser vecinos, estudiantes y originarios de la Capital del Mundo.
Chef Juan Angel – Licenciado en Periodismo y chef profesional, conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.
