De mente abierta y lengua grande: Casi le decíamos adiós






Chef Juan Angel | @chefjuanangel
-“Más vale que llores de adentro pa’fuera, porque si lloras de afuera pa’dentro, pos te inundas a puras lágrimas”, llegó su Piporro señores-
– ¿Cuaaántos kilos de pollo vas a querer Gume?-
Vestido como el mismísimo Eulalio González “Piporro”, usando sus frases, gestos y entonando algunos de sus éxitos, llegaba “El Tuti” a la Capital del mundo en su camioneta Dogde color verde, cargado de fayuca. Cada dos meses iba y venía a/de Phoenix; de aquí pa’llá llevaba metates, cabezas de vaca (secas), obleas, bacanora, tehuas y algunas cajitas con tortillas y machaca que mandaba “La Güina” a sus hijos “Chalito” y Vicente. De alla pa´ca traía: pollo congelado, salchichas enlatadas, papas de “Áirajo” (Idaho), decenas de Levis 501, camisas y algunas cosas de segunda como planchas y batidoras.
-¡Ya vino el Tuti! ¡Ha de haber traído los pantalones que le mandó “Chalito” a “Chicón!” exclamaba “La Güina”, contenta de recibir ropa para su marido y mucha comida enlatada de los Estados Unidos. Doce años después, en 1980, “El Tuti” llegó al pueblo con una novedad, algo mágico, moderno, instantáneo, algo nunca antes visto.
– ¡Miraa, cuestan 2.50 pesos!-
– Es muy sabrosaaaa, trae camarones y verdura-
En un rinconcito de la biblioteca, en la escuela primaria, había una mesita con azúcar, café instantáneo y una calentadera eléctrica donde hervía el agua para el café, que a partir de ese día, era el agua para la Maruchan, la sopa había llegado a todos los rincones del pueblo, la comían maestros, niños, abuelitos, el cura y el doctor del pueblo.
-Es que con una Maruchan me lleno-
-Sí, es una comida completa…-
-Ay no, parece que me la unto en las nalgas, no me quita el hambre-
-“Giedeeee” (heder) mucho, es vasito, no me gusta pa´nadita-
Había opiniones encontradas respecto al novedoso producto; en poco tiempo, “El Tuti” ya traía cajas y más cajas para surtir algunos abarrotes. A mis 12 años, cuando recibí el primer pago como alfabetizador del INEA (hoy ISEA), compré una caja completa de sopas Maruchan, disfrutaba la magia de tener una sopa lista en tres minutos.
En el mundo de estas famosas, y hoy casi extintas sopas, hay cinco personalidades:
Práctico: levanta la tapa de la sopa, añade agua fría y la cocina en el microondas.
Clásico: Pone a hervir agua en la tetera hasta que chilla por 1 minuto, abre la sopa, añade el agua, pone de nuevo la tapa y coloca un platito para evitar que se salga el vapor.
Avanzado: Saca la sopa del vaso y la pone en una cacerola; junto al agua caliente añade verduras, pimienta, sal con ajo y la hierve por unos minutos.
Atrevido: Antes de agregarle agua caliente, añade salsas negras, picantes, jugo de limón, chiltepines y tantito consomé en polvo.
Comercial: Ya preparada la sopa, le agrega coctel de elote, doritos, queso y todo lo que la haga ver exageradamente antojable.
Y casi… le decíamos adiós…
Hace un par de días, después de analizar 33 marcas de sopa mediante 363 pruebas, la Profeco decidió retirar algunas marcas de sopas instantáneas del mercado, Maruchan se salvó, con algunas recomendaciones a los consumidores, y es que es la marca que tiene más contenido de verduras: 5 gramos por cada 100 gramos. Lo único cierto: ella no es la responsable de sus efectos, sino quienes la compran y consumen.
Chef Juan Angel – Licenciado en Periodismo y chef profesional, conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.





