Tuercas y tornillos: Todos jugamos el juego del Calamar






Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
La nueva serie de Netflix “El juego del calamar” continúa mostrando la capacidad de los directores cinematográficos de Corea del Sur para enfrentarnos con los peores rasgos de las sociedades contemporáneas. Primero, con la película “Parásito” de Bong Joon-ho quien mostró la creciente polarización social y el uso instrumental que las personas están dispuestas a realizar unos sobre otros con tal de conseguir sus fines. Ahora El Juego del Calamar.
La serie del Juego del Calamar puede ser vista como una propuesta de un futuro distópico donde existen personas que han acumulado tal cantidad de poder y riqueza que deciden crear un entretenimiento extremo donde personas sin futuro estén dispuestas a morir por una nueva oportunidad. En esta forma, la trama recuerda al extraordinario libro de Bruno Traven “El barco de la muerte” donde el autor realizaba una critica al mundo moderno, donde aquellas personas que carecían de una identificación o pasaporte expedido por algún estado nacional, se convertían en nadie (todavía no se ponía de moda el término ahora usado con toda naturalidad de “indocumentado”) y su única alternativa era abordar un barco sin ningún destino. El barco contenía a todas las personas que carecían de una nacionalidad reconocida hasta su muerte.
Sin embargo, el considerar al “Juego del Calamar” como un relato de un futuro distópico es una forma de tranquilizar nuestras mentes ante la brutalidad de lo que estamos viendo. Esto nos permite recordarnos que no se trata más que de un programa que en el peor de los casos, hace referencia a un mundo que todavía no llega o que es solamente una fantasía de un director que busca entretenernos. A mí, sin embargo, me parece que todos estamos jugando ya El Juego del Calamar.
¿Cómo puedo sostener que todos estamos ya jugando? Como ustedes pueden recordar la primera regla de las tres que contiene el acuerdo que firman los participantes en el Juego del Calamar es que un jugador no puede dejar de jugar. En las sociedades contemporáneas estamos inmersos en una situación similar frente al consumo, que Bauman definió como el rasgo central de actualidad: “las sociedades de consumo”. En el mundo actual la existencia misma y las relaciones sociales solo tienen sentido por el consumo, de objetos, pero también de otras personas; definimos nuestra personalidad a partir de las marcas que usamos para vestirnos, de los materiales y el lugar de los espacios que habitamos o visitamos, pero también de la posición social de las personas con las que nos relacionamos. El consumo, dice Bauman, sólo tiene sentido para poder desechar y continuar con este interminable uso de objetos y personas. Los que no consumen o no son consumibles, quedarán fuera de la sociedad contemporánea.
Segundo, les propongo que para entender lo siguiente sustituyamos la expresión “juego del calamar” por “metas personales”, “autorrealización”, “obligaciones familiares” o “cumplir tu destino”, todos estos son instituciones sociales que se rigen por una serie de reglas, normas y valores que en las sociedades contemporáneas reflejan la segunda de las tres normas que aceptan los jugadores al participar: el jugador que se niegue a participar será eliminado ¿En que consiste la eliminación social? Aquellos que no logran triunfar en su trabajo, su oficio o como padres, hijos, en la acumulación de bienes como el dinero o en las obligaciones sociales que se coloca en el rol que desempeñan son tachados como fracasados, se les comienza a rechazar en los círculos de sus amistades y familias. Incluso la tercera edad, es ahora un punto de eliminación de este juego al no cumplirse ya con algunos de los atributos centrales de las sociedades contemporáneas como la lozanía.
Finalmente, la tercera condición para entrar al “Juego del Calamar” es que el juego termina si todos los que participan están de acuerdo en terminarlo. Esta regla, que parece tan sencilla, encierra la misma trampa que explica el cambio climático: la llamada “tragedia de los comunes”. Cada uno de nosotros buscamos maximizar nuestro bienestar consumiendo todos los productos y actividades que nos permita nuestros ingresos, esperando que sean los demás los que disminuyan su consumo (como el uso del carro) para poder terminar con la contaminación. Como nadie está dispuesto a disminuir su beneficio, o en caso de la serie perder el premio, todos prefieren seguir jugando pensando que será el otro el que morirá o en nuestro caso, que los efectos del cambio climático afectarán a otros y no a mí.
Como podemos ver todos estamos ya en el Juego del Calamar, esperando que podamos estar de acuerdo para salir de esta serie de juegos absurdos.
MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio del Estado de Hidalgo.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.





