Tuercas y tornillos: Las Revoluciones y los intelectuales






Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
Las sociedades tienen componentes que colaboran en su reproducción, como los hospitales, las escuelas o las organizaciones civiles. Sin embargo, existen periodos cuando alguno de estos elementos o un conjunto de ellos presenta problemas en su funcionamiento que lleva a la gente a pensar que no es posible continuar porque existe una creciente injusticia. La búsqueda por la transformación puede ser o no violenta, pero el objetivo es lograr una alteración en alguno o varios elementos que fueron valorados como fundamentales para el mantenimiento del anterior arreglo social. Estos procesos de cambio de un modelo de sociedad a otro fincado en principios muy diferentes es lo que llamamos una Revolución.
Las revoluciones se caracterizan entonces por producir un nuevo arreglo económico, político y cultural. Estos cambios sociales, no necesariamente terminan con una alteración que genere un mayor bienestar, (a pesar de que este fue el motivo esgrimido por el grupo que la impulsa) sino que puede generar periodos o regímenes que tengan efectos negativos para la mayoría de la población, concentrando los privilegios en una pequeña élite que toma el lugar de los anteriores dirigentes.
Desde la llamada Revolución Francesa, los intelectuales han jugado un papel central en este tipo de acciones colectivas, tanto en su rol de críticos al “viejo régimen”, como creadores de conceptos y propuestas utópicas que guían la transformación, pero también como participantes activos o líderes de los grupos. Este papel ocupado por los intelectuales dentro de las revoluciones los ha convertido también en uno de los sectores más demonizados por aquellos gobiernos que no toleran las críticas o que tienen el temor de poder enfrentar el surgimiento de una protesta social que termine derrocando al actual sistema político. Esto ha hecho que la persecución de intelectuales, tanto de personas específicas como de este grupo, se presente en distintas épocas y países.
La relación de los regímenes revolucionarios triunfantes con los intelectuales no es sencilla, pues una vez que se ha logrado acceder el poder, las críticas de algunos de los integrantes de este grupos pueden comenzar a ser percibidas como contrarias al nuevo régimen; aquella capacidad que una persona tenía para encontrar los problemas dentro de la sociedad deja de ser percibida como un acto necesario para la transformación para ser considerado como un intento para restaurar al viejo gobierno o atacar a la nueva dirigencia nacional. Los intelectuales pasan de ser un apoyo para convertirse en un potencial enemigo.
Al mismo tiempo, una revolución no puede considerarse como exitosa sino va acompañada de una nueva fuente de inspiración cultural y social que de paso a una “explosión” de nuevas expresiones artísticas, pero también ideas para entender y analizar a las sociedades. En otras palabras, una revolución o es una revolución cultural e intelectual o no lo es.
El actual gobierno de México ha buscado generar una transformación en el organismo encargado de generar ciencia en el país: el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Sin embargo, las personas encargadas de este proceso, los métodos para llevarlo a cabo, la creciente desconfianza intelectual hacia este sector y la creciente intolerancia del gobierno ante las críticas provenientes de cualquier sector de la intelectualidad, han generado una creciente distancia, cuando no abierto conflicto, entre el sector de los intelectuales de México con el gobierno federal. El resultado final de este distanciamiento todavía es difícil de predecir, pero sin duda, como comentó un investigador recientemente, el gobierno generó algo que parecía imposible hasta hace poco: una creciente unificación de los intelectuales mexicanos ante los procesos judiciales contra 31 de sus compañeros. ¿Cuál será el efecto de esto para los planes políticos, pero también de reconstrucción de la historia, que se impuso a sí mismo este gobierno? Sólo el tiempo lo dirá. Pero sin duda, ninguna revolución puede triunfar y permanecer de espaldas a la clase intelectual.
MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio del Estado de Hidalgo.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.





