De mente abierta y lengua grande: Las herederas de San Judas
Chef Juan Angel | @chefjuanangel
-¡Ay ay aayyyyyy, lo va a aplastar!-
– ¿Cómo se le ocurre a Telésforo?-
Telésforo pujaba y sostenía una piedra con las manos, sus pies bien plantados sobre la cuesta de tierra equilibraban el peso de la enorme roca. El hombre medía 1.90 m, parecía “gringo de película” decían en la Capital del Mundo, era fuerte “bien dado”. En un par de horas la piedra estaba en su lugar, la tauna completa y girando con ayuda de un burro, en la casa de la Remedios molían trigo para las sabrosas tortillas.
La Remedios de Guillermo y la Lupe de Marcelino vivían en la cima de la loma, desde donde se divisaba el río Moctezuma. Ambas familias se mantenían a base de la agricultura y ganadería,
sembraban frijol, cacahuate, criaban cochis y tenían las gallinas necesarias para desayunar y despertar como Dios manda cada mañana.
-¡Ya empezó el friíto Marcelino!-
-¡Ya es tiempo de un champurro, Remedios!-
Y es que octubre ya estaba por terminar, se acercaba la fiesta de la comunidad: integrada por dos grandes familias que vivían a una hora, caminando por la orilla del río, de la Capital del Mundo. Era una fiesta exclusiva: solo adultos, personas allegadas y devotos.
En medio de las dos casas había una capilla con 24 metros de construcción a base de adobe, techo de carrizo y paredes “encaladas”. Al caer la tarde del 27 de octubre llegaban a pie los invitados con velas y rosarios en mano.
-Glorioso apóstol San Judas Tadeo, por amor a Jesús y a María, escucha mi oración y protege a mi familia, y a cuantos con fervor te invocan-
-Dios te salve María…-
Daba inicio el primero de tres rosarios para velar a San Judas, representado por un bulto de yeso de 90 centímetros. La Remedios de Guillermo preparaba galletas con champurrado, tamales y menudo para que los invitados comieran, en ese orden, al final de cada rosario.
Guillermito, hijo de Remedios y Guillermo, se casó con Rita, hermana de Laura, quien años más tarde heredó la obligación moral de velar a San Judas en el mismo lugar que se hizo desde un inicio. Laura vivía en la otra casa que colindaba con la capilla. Ella fue quien transformó un acto de fe popular en una fiesta, con ayuda del pueblo se armaba con kilos de carne, huevos, manteca, panocha y donativos económicos que permitieron engrosar las filas de invitados y convertir aquello en una fiesta de fe rodeada de troncos de opote y mezquite encendidos para mitigar las corrientes frías de aire que traía el río.
Con el paso de los años aquella comunidad se desintegró, dejaron las tierras y se fueron al pueblo, la capilla permaneció, Laura continuó celebrando al santo cada año, le daba mantenimiento a la capilla y rezaba puntualmente cada 27 de octubre.
Laura falleció pero aquello no terminó, hasta la fecha, se realiza una celebración que ha crecido en devotos, construcción de la capilla y platillos de la fiesta. La Chuya es la nueva heredera de la tradición, María Jesús se ha encargado de dignificar aquella desaparecida comunidad de San Judas construyendo un tejabán y baños para los asistentes, más la preparación de un listado delicioso de platillos, bebidas y botanas, con la cooperación y ayuda de los habitantes de la Capital del Mundo:
- Galletas
- Molletes (panecitos dulces)
- Bizcochuelos
- Champurro
- Café de talega
- Morcilla preparada
- Tortillas grandes de maíz
- Huevos cocidos
- Tamales de carne
- Menudo
- Burritos de frijoles en tortillas de manteca
También se sirven tacos al pastor preparados por Moisés, un sampedreño que viaja cada año desde Hermosillo a cumplir con una manda.
Chef Juan Angel – Licenciado en Periodismo y chef profesional, conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.