Tuercas y tornillos: Las redes sociales y los cuerpos humanos
Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
Las redes sociales, ese lugar donde todo lo humano confluye, podemos encontrar lo peor y lo mejor de cada uno de nosotros como individuos y como sociedades. Este salvaje oste virtual resiste a la regulación, al control y a la censura; tal vez aquí radica su mayor atractivo y problema.
Las redes sociales tienden a reducir el uso de palabras, preferir las abreviaturas y sustituir el pensamiento por imágenes, ya sean estos emoticones, fotos o videos. Es en este reino de la imagen virtual es donde el cuerpo humano se ha convertido en uno de los objetos más codiciados y utilizados. Pero ¿Qué tipo de cuerpo es el que vemos? ¿Qué nos dice de las sociedades esta exhibición de distintos tipos de corporalidades?
El cuerpo, ese lugar que habitamos y que nos marca limites y potencialidades, durante la modernidad ha sido sistemática y continuamente separado del “espíritu”, “alma” o “esencia” que vive dentro de nosotros. Ese cuerpo es ahora un ente que habita junto a nosotros, un objeto que podemos transformar a nuestro libre albedrio, ya no es mas un templo de lo divino o un don puesto a nuestro cuidado. En las redes abundan los que enseñan o exhiben todo tipo de “marcas”: los que muestran sus cambios después todo tipo de actividad física (correr, nadar, gimnasia, levantamiento de pesas y un largo etcétera), los que enseñan como realizar esta transformación siguiendo sus rutinas y ejercicios, también están los que exhiben sus distintas modificaciones corporales por medio de cirugías, operaciones, perforaciones o tatuajes sobre la piel. El cuerpo como un campo o más bien una máquina a la que es posible hacer alteraciones, mejoras, reparaciones hasta llevarlo al punto que cumpla con ideas que entremezclan lo socialmente buscando y la eterna búsqueda por nuestra individualidad.
La exhibición del cuerpo es también la del otro, la del diferente, aquel que ha sufrido una desgracia o accidente que nos atrae por recordar la fragilidad de nuestra propia piel y que al mismo tiempo nos tranquiliza por saber que al menos, por un día más, continuamos completos; aquí está el morboso interés por aquellas imágenes de cuerpos que sufren lesiones mayores o menores; huesos expuestos, sangre, expresiones de dolor. Pero también la exhibición de cadáveres después de una explosión, incendio o balacera.
En todos los casos, el cuerpo es exhibido igual que un dato, una estadística o una foto, es decir, como una verdad por sí misma evidente. El cuerpo es la verdad de quien lo exhibe. Pero las redes sociales, como ya dijimos, son muchas cosas, pero no son fieles defensoras de la verdad, por el contrario (como dijera un personaje de una serie de televisión): “…no existe espacio para la verdad en el Facebook”. Como han denunciado algunos de los mismos que participan en estas redes, las imágenes de los cuerpos que vemos han sido, en muchos casos, modificadas o alteradas por trucos digitales o físicos para alterar lo que nos muestran. Las consecuencias de estas alteraciones son mucho más profundas que el engaño: cientos de personas sufren graves daños a su personalidad y autoestima por no alcanzar los estándares de los cuerpos (falsos) exhibidos en el internet. Pero al mismo tiempo, se ha creado una industria multimillonaria a la que miles de personas aspirar a ingresar a cualquier costo.
El cuerpo también es un frágil objeto que se enfrenta a una gran cantidad de riesgos, posibilidades de daño o lesión. Esta situación ha generado un interés de explorar esos límites por medio de videos o fotos donde el cuerpo es expuesto ante situaciones extremas (competencias, desafíos de internet, lugares extremos para tomar selfis, etcétera). Cientos de personas mueren al año por buscar este tipo de exposición extrema de su propio cuerpo en la búsqueda de un “like” de un “me gusta” de ser etiquetados o comentados.
Las ciencias sociales, principalmente la sociología y la filosofía (pero no exclusivamente estas dos) tienen una gran deuda de estudio sobre esta área virtual de la vida social que permanece como poco estudiada y analizada.
MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio del Estado de Hidalgo.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.