Tuercas y tornillos: ¿Cómo explicar la guerra desde la sociología?
Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
La invasión armada de Rusia contra Ucrania, ha vuelto a poner en el escenario mundial un tema que mucha gente pensaba superado, o que sólo tenía lugar en países “subdesarrollados”. Algunas preguntas que he escuchado repetirse son: ¿Estamos a punto de iniciar la tercera guerra mundial? ¿Esta guerra significa un retroceso después del periodo de paz posterior al fin de la segunda guerra mundial? ¿Los hombres somos violentos por naturaleza?
Primero es necesario hacer una distinción entre agresiones y guerra. La primera hace referencia a episodios donde dos o más personas se atan física, verbal o de otra forma, con el objetivo de infringir algún daño en el otro(s). La sociología ha demostrado que las personas, una gran mayoría, busca evitar siempre que es posible un episodio donde agreda o sea agredido, en otras palabras, no nos gusta la violencia. Una vez que esta tiene lugar, las personas buscan “terminar con el asunto” lo más rápido posible. En una investigación realizada en estados unidos por Collins, este encontró que, en promedio, los episodios de agresión se caracterizan por ser breves, para ser exactos, 8 segundos.
La guerra por su parte, es un acto coordinado de un grupo contra otro que requiere de un proceso de planeación, reunión de recursos, una razón (legitimación) que justifique la acción, así como un conjunto de objetivos por parte de los que coordinan este tipo de acción colectiva. Como podemos ver la guerra, a diferencia de la agresión, es un acto social.
Entonces, la pregunta sobre si la violencia es una característica inherente en las personas toma un carácter distinto. Si hablamos de las agresiones, podemos decir que estas fueron, durante buena parte de la historia de la humanidad, una característica presente en la mayoría de las sociedades. No obstante, los procesos de “civilización” presentes desde hace cuatro siglos, han generaron una serie de normas y formas de comportamiento que han ido reduciendo los espacios de interacción donde la agresión es aceptada o tolerada. En este sentido, podemos decir que la humanidad no es naturalmente violenta, pues si un individuo se desarrolla en un ambiente “adecuado” estos impulsos agresivos son controlados. En un experimento realizado en Estados Unidos en los años setentas, se pudo ver que existían respuestas corporales (hormonales, ritmo de respiración, cantidad de adrenalina en la sangre) muy distintas entre sujetos que provenían del sur del país (mas propensos a la violencia y regirse por la idea del “honor”) que aquellos hombres educados en el norte (más alto nivel de educación y control de sus emociones).
Pero la guerra, en tanto actividad organizada, es una historia totalmente distinta. Como lo demostraron estudios como los de Weber, la burocracia racional no es el resultado del crecimiento de los aparatos gubernamentales para atender las necesidades de los ciudadanos, sino fueron generados para el mejor funcionamiento de los ejércitos. Otro componente central para la guerra son las armas; estas han tenido un desarrollo sin procedentes en los últimos dos siglos, gracias a la ciencia y la tecnología. Estos dos elementos de las guerras “modernas” (las burocracias y las armas) han generado que, durante el siglo XX, ha muerto más personas por conflictos bélicos que toda la población humana fallecida en toda la historia de la humanidad. Los estados, pero también otras formas de organización social como las guerrillas o grupos criminales, cuentan ahora con los medios materiales y de organización para desarrollar conflictos bélicos capaces de terminar con una buena parte de la raza humana. En próximos apartados examinaremos el porqué de las guerras y sus dimensiones económicas, políticas y culturales.
MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio del Estado de Hidalgo.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.