sábado, abril 19, 2025
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Tuercas y tornillos: Crónicas del mundial. Segunda parte

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Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
El futbol, es un deporte con reglas comunes, pero cada país tiene una interpretación sobre el significado de lo que pasa dentro de una cancha. Para Brasil este deporte es una de las formas donde se conjuntan la música y el baile; jugar futbol no se trata de patear una pelota, sino de bailar, de sentir la música, de experimentar el cuerpo. El futbol en Brasil está presente en las playas, donde la gente de todas edades y géneros realizan todo tipo de maniobras con el balón. El “juego bonito” brasileño es más que una manera sofisticada y elegante de controlar el balón, es una actitud de alegría; un juego de Brasil debe de escucharse con música de fondo para entender qué pasa por la mente de estos jugadores. Mientras la mayoría de los equipos sufre los mundiales, los brasileños cantan y ríen. El juego bonito, sus festejos después de cada gol han causado enojo en algunos comentaristas y público de otros países por considerarlo una burla frente al rival; creo que lo que ofende a esta gente es que los brasileños nunca han olvidado que este deporte no deja de ser un juego y que, si uno mismo ya no se divierto durante el mismo, ¿qué sentido tiene jugarlo?

Un segundo ejemplo que se repite en cada mundial, pero no deja de sorprender, es el de los japoneses. Este equipo ha llamado la atención no sólo por su progreso como equipo, sino por la actitud de sus aficionados que después de cada partido recogen la basura de las gradas en los estadios. Los jugadores de Japón también limpian inmaculadamente el vestuario que utilizan dejando notas de agradecimiento y pequeñas figuras de origami. Esta práctica resulta llamativa por lo que simboliza: el mostrar respeto a un lugar y honrarlo. Un estadio de futbol es un lugar que paradójicamente puede ser espacio para escenas o eventos que pueden resultar memorables para muchas personas, pero al mismo tiempo, son lugares con gradas homogéneas, que serán ocupadas por personas anónimas, es decir, “no lugares” que abandonaremos y no son nuestros. Esta práctica japonesa nos enseña que todos los lugares donde uno está deben ser respetados y honrados, es decir, convertir un lugar sin significado en un lugar sagrado. ¿Cómo podríamos enseñar esto a nuestros hijos y a nosotros mismos?

Finalmente es llamativo el caso de Uruguay. Este pequeño país, es uno de los más avanzados en Latinoamérica en democracia, derechos humanos, igualdad y respecto a las leyes. Esto hace pensar que una mayoría de las personas que viven en este país son respetuosos de las reglas y con un fuerte sentido de respeto a la autoridad, sin embargo, cuando se trata del futbol, los uruguayos han buscado crear sistemática y deliberadamente una imagen contraria: para ganar se vale todo, o casi todo, llevar el reglamento hasta el límite y un poco más allá. Es como si el país en el futbol experimentase una especie de proceso dr. Jekyll y el señor Hyde. Después de ser eliminados en este mundial, sintiendo que fueron injustamente tratados por el árbitro, algunos jugadores de Uruguay terminaron sacando a todo el equipo arbitral en medio de amenazas y algunos golpes. En el mismo mundial, donde días antes una de sus máximas estrellas consideraba que meter una mano para evitar un gol era una práctica totalmente justificable si era para beneficio del equipo; por la patria todo, por el juego limpio, cuando este nos convenga.

Nota: me han pedido hacer un comentario sobre la campaña publicitaria de la compañía de moda Balenciaga. Como explicó Durkheim, una de las funciones de los crímenes (pequeñas o grandes faltas que rompen algún tipo de norma o acuerdo social) es recordar al resto de la población que nuestra actuación contiene límites, sin los cuales, podríamos retroceder en principios que consideramos necesarios. En este caso, no considerar a los niños como objetos y menos, como objetos sexuales.

Las fotos con las cuales la compañía quería mostrar sus bolsas y demás objetos decorativos estaban acompañadas o eran cargados de niños. Al ser parte de una oferta, las fotos sugerían que todos los objetos distribuidos en un cuarto eran parte de lo disponible para un posible comprador, pero no se trataba de cualquier tipo de objetos, sino algunos relacionados con prácticas sado- masoquistas. Colocar a niños dentro de una colección de objetos relacionadas a prácticas sexuales es incorrecto e inmoral por las implicaciones que esto tiene. La campaña que, en el mejor de los casos, buscaba “provocar” y generar “controversia” se encontró con un límite de lo que es permitido e inmoral; hemos usado décadas buscando generar derechos para los niños, y aun así, el tráfico de infantes para prácticas sexuales sigue siendo una realidad. Una compañía de “moda” que insinúa la sexualización infantil no es aceptable.

Separador - La Chicharra

MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio de Sonora
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.

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