Tuercas y tornillos: La era del pensamiento conspiranoico
Dr. Mario Alberto Velázquez García | Academia Mexicana de Ciencias
La pandemia del Covid ha tenido efectos en todos los órdenes sociales. Uno de estos es el incremento en las teorías conspiratorias. En el caso de esta enfermedad algunos eran: este virus es parte del plan del grupo Nuevo Orden Mundial (NOM) por disminuir la población, fue elaborado en un laboratorio en China o esta enfermedad no existe. Por otra parte, las vacunas contienen un microchip diseñado por Bill Gates para controlar a la población mundial, vacunarse generaba una alteración en el ADN, las vacunas contienen el tejido pulmonar de un feto abortado o que realmente el COVID era un invento de los gobiernos para mantener a las personas en sus casas.
Durante la pandemia también surgieron todo tipo de conspiraciones sobre qué hacer o no contra el Covid: los suplementos de vitaminas, beber alcohol o cloro, pulverizar lejía sobre el cuerpo, beber metanol, etanol, todo esto curaba o prevenía los efectos del virus. El movimiento antivacunas, que ha estado presente en distintas sociedades desde el surgimiento mismo de estas, tomó una notoriedad mundial, logrando generar concentraciones de protesta en ciudades de Estados Unidos y de Europa. Algunas enfermedades erradicadas como la polio están regresando, en parte, por la población que no quiere vacunarse.
Estamos en la era de las conspiraciones, más precisamente del “Pensamiento conspiranoico” como lo bautizó Noel Ceballos en su libro con este nombre. Al conjuntar las palabras conspiración y paranoia, el autor busca mostrar que las personas están convencidas de la existencia de planes o conjuras secretas por parte de un grupo que busca controlar o generar un daño en un área específica (el ambiente, los cuerpos, la economía etcétera). Pero no sólo ello, la existencia de este plan general de un grupo secreto se ha convertido en una obsesión constante por lo que las personas dedican parte de su tiempo para participar en discusiones, supuestas investigaciones movilizaciones o incluso en acciones donde participan otros con esta misma creencia. Esto genera en las personas una pérdida de confianza en aquellas instituciones que fueron pilares en la construcción de la era actual: los gobiernos y la ciencia.
El pensamiento conspiranoico funciona a partir de la creencia inicial de que debe existir un grupo o individuo que está detrás de acontecimientos diversos, pero que al ser unidos bajo este patrón general toman un sentido. La creencia de que los iluminatti son una sociedad secreta que busca desde el siglo dieciocho el control del mundo, la creencia de que la tierra es plana, que la llegada a la luna fue un montaje son algunas de estas teorías. Una de las explicaciones del porqué ha tomado tanta aceptación el pensamiento conspiranóico es por el crecimiento entre la población de una sensación de descontrol sobre sus propias vidas, una falta de resultados de las autoridades ante los problemas cotidianos que preocupan a la población y el crecimiento de problemáticas que parecen rebasar la capacidad de acción sociedades enteras como el cambio climático.
Todo lo anterior ha generado la necesidad de respuestas, y en ello, las redes sociales se han convertido en una fuente de todo tipo de teorías y posturas. Pequeños grupos como los antivacunas o los terraplanos que antes del internet estaban destinados al olvido, tomaron una fuerza inesperada. Desgraciadamente algunas de estas respuestas se han convertido en peligrosas, dado que algunas fomentan el odio hacia algunos grupos sociales o prácticas que pueden poner el riesgo la salud.
Una cara más preocupante del pensamiento conspiranóico es su uso político. El mejor ejemplo de ello es el ex presidente de los Estados Unidos Donald Trump. Este personaje ha utilizado todo tipo de conspiraciones para alentar un descontento hacia el gobierno, como la existencia de un grupo político-gubernamental que controlaba la sociedad norteamericana. Algunas de las teorías que el retomó tenían claras y fuertes connotaciones racistas y fueron construidas por grupos supremacistas blancos. Un gobierno sostenido por el pensamiento conspiranóico requiere constantemente de enemigos a los cuáles culpar de todos los males de la sociedad. El problema es que esto se convierte en acciones que margina a grupos sociales completos e incluso puede criminalizarlos o alentar agresiones en su contra.
MARIO ALBERTO VELÁZQUEZ GARCÍA
Profesor- Investigador de El Colegio de Sonora
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Doctorado en Ciencias Sociales con Especialidad en Sociología, El Colegio de México. Maestría en Ciencias Sociales con Especialidad en Desarrollo Municipal en El Colegio Mexiquense. Licenciatura en Sociología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Revista: “Revista Científica de Estudios Urbano Regionales Hatsö-Hnini”, www.revistahatsohnini.com.mx.