Celuloide: Antes de convertirme en zombie
Por Jesús Ricardo Félix
Desde sus orígenes, la comedia ha cumplido con funciones que van más allá del mero entretenimiento, una de ellas es la de realizar una crítica social a partir del entorno. A través del humor nos reímos de nosotros mismos o de una realidad de la cual no estamos del todo conscientes. En la década de los treintas, el cómico británico Charles Chaplin realizaba un retrato de la sociedad norteamericana y el impacto de la producción industrial, en su película Tiempos modernos. La explotación laboral, la salud mental, el estrés, relaciones de pareja, la pobreza son algunos de los temas que aborda de manera chusca. En la actualidad, se dice que Japón es el país donde menos se duerme en el mundo, las empresas exigen a sus empleados más de cien horas extras al mes, por lo que se ha acuñado el término Karoshi, que significa muerte por exceso de trabajo. Al pensar en la sociedad japonesa de pronto imaginamos un ejército de Godínez, con traje de corbata compitiendo por alcanzar el transporte público, y así poder iniciar su jornada laboral. Sus cualidades de disciplina, orden y respeto dentro del ambiente laboral, se transforman en altos niveles de estrés, depresión, competencia, productividad. Y es que, para mantenerse dentro de las primeras economías a nivel mundial, su población laboralmente activa es capaz de sacrificar tiempo, familia, amigos. Se dice que solo reciben nueve días de vacaciones al año, y es común encontrar empleados dormidos, aseándose o comiendo dentro de su oficina. Es por eso que en este fin de semana hablaremos sobre Zom 100: Bucket List of the Dead.
Zom 100: Cien cosas que quiero hacer antes de convertirme en zombie, es una película dirigida por Yûsuke Ishida, inspirado en una manga escrita por Haro Aso, e ilustrada por Kotaro Takata. El argumento se basa en la vida del joven Akira Tendo, que ingresa al mundo laboral con toda la motivación que su edad le otorga. Al adentrarse en la rutina, y percatarse que su existencia como empleado le acarrea problemas de sueño, estrés, depresión, su mundo comienza a tornarse gris, monótono. Para colmo, su jefe es un abusador que le gusta hacer énfasis en las jerarquías, humillando a sus empleados.
En algunos países asiáticos, los subordinados no pueden dejar sus puestos antes de que lo haga el jefe, por lo que deben permanecer hasta doce horas o más. De pronto el mundo es azotado por un apocalipsis zombie, por lo que el personaje se ve obligado a huir a través de los pasillos de su edificio para tratar de sobrevivir. Akira encuentra una pausa, alejado del peligro y tratando de recuperar el aire, una fresca idea invade su mente: ¡ya no tiene que ir a trabajar! Lo que para otros es una calamidad, para el protagonista se transforma en una oportunidad para hacer todo aquello que dejo de lado a causa de su trabajo. Para lograr vivir “la verdadera vida”, el personaje comienza escribir una lista de deseos (bucket list) a cumplir, que incluyen diferentes ocurrencias. Akira hace mancuerna con su mejor amigo Kencho y una joven misteriosa llamada Shizuka.
Una de las cualidades del director Yûsuke Ishida, es unir los elementos incoherentes y transformarlos en un todo funcional, pasamos de lo cómico a la acción, combinado con un poco de terror, drama y romance. Eso sin dejar de lado el tema central, que realiza una mirada crítica al mundo laboral de la sociedad japonesa. El personaje incluso fantasea con ideas de suicidio, debido a la enorme presión a la que se ve sometido. Más adelante los amigos se percatan que, incluso en medio del apocalipsis, algunos humanos aprovechan para recrear relaciones de explotación y sumisión.
La película de Ishida es definitivamente recomendable para los amantes del género cómico/zombie, aunque algunos advierten que la manga es mucho mejor. No es una propuesta cien por ciento original, de hecho se van a acordar de filmes como Shaun of the Dead o Zombieland, pero es una propuesta fresca que funciona y entretiene. Hay escenas que parecen una especie de parodia de películas norteamericanas, como la idea del tiburón. Créditos para la dirección que logra equilibrar distintos géneros mientras aborda una problemática social bastante vigente.