viernes, noviembre 22, 2024
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Celuloide: Pobres criaturas o la moderna Prometea

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Por Jesús Ricardo Félix
Jesús Ricardo FélixPara algunos teóricos de la literatura, el Frankenstein de Mary Shelley representa no solo un ejemplar de terror gótico, sino la primera historia moderna de ciencia ficción. Gracias a la recordada apuesta de Lord Byron, “El moderno Prometeo” de la Shelley comenzaría a tomar forma. Para algunos, la novela habla sobre los límites de la ética dentro del mundo de la ciencia, otros la han interpretado como el hombre pretendiendo igualarse con la divinidad al intentar crear vida, la diferencia esta que con Prometeo el personaje principal es castigado por los dioses, y en la novela de Shelley, el científico Víctor Frankenstein se puede decir castigado por su misma creación. También la historia nos sirve como un termómetro que mide la condición de la naturaleza humana, la criatura, más ingenua que maléfica, intenta aprender y adaptarse a un mundo que le teme y rechaza por ser distinto, por ser feo. Al final la autora parece preguntarse si la maldad radica en su carismático monstruo o en los rostros ocultos de la misma sociedad. Es por eso que en este fin de semana en El Celuloide hablaremos de la película Pobres criaturas o la moderna Prometea.

Poor things, por su nombre en inglés, es una película norteamericana dirigida por Yorgos Lanthimos. Lanthimos es un director y escritor griego, reconocido por su estilo surrealista, mezcla de Luis Buñuel con Wes Anderson. La película se basa en la novela homónima del escritor escoces Alasdair Gray. Tanto el autor como el director centran su obra en Bella Baxter, una mujer personificada por Ema Stone, quien es reconstruida a partir de la electricidad y un trasplante de cerebro (De ahí lo de la moderna Prometea). Su padre Dr. Godwin Baxter hace las veces de Víctor Frankenstein. En la película el personaje es interpretado por Willem Dafoe, llamado repetidamente God (Dios en inglés). Bella, como un bebe en desarrollo, va aprendiendo lentamente el lenguaje y las costumbres de una sociedad que le resulta un enigma. Su padre estudia su comportamiento a la vez que la sobreprotege en el encierro, argumentando el peligro que corre en el mundo real. El discípulo del doctor Max McCandles es interpretado por Ramy Youssef, y para completar el cuarteto, Mark Ruffalo le da vida al abogado Duncan Wedderb, un personaje algo grotesco.

Lo primero que impresiona de Yorgos es su capacidad para generar escenografías muy vistosas, dando una sensación onírica que raya en el surrealismo futurista de realizadores como Stanley Kubrick o Wes Anderson. Por momentos también se transforma en un David Lynch, para mostrar el universo obscuro del doctor God, recordando obras como Eraserhead (1977). Cuando la historia se traslada a la cubierta de un barco, hay momentos donde parece que vemos el remake barroco de E la nave va (1983) de Federico Fellini. Luego nos adentramos a una Francia muy a lo Lautrec, que parece hacer un homenaje a Belle de jour (1967) del mismísimo Luis Buñuel. Por cierto recuerden que la protagonista de Bella de día se llama Séverine pero le dicen Bella, no digo más, pues me adentraría en el fangoso terreno de los spoilers.

Pobres criaturas es una película definitivamente recomendable, a través de Bella, Yorgos cuestiona los convencionalismos sociales, las relaciones y la percepción de vida misma. Con su onírica narrativa visual nos va recordando a los grandes maestros de la historia del cine. Sobresalen las actuaciones de William Daofe y Emma Stone, aunque el elenco en general está muy bien equilibrado.

Si tuviéramos que mencionar alguna debilidad, sería que el director alarga la vida de los personajes, me ocurrió con Duncan Wedderb, me dio la sensación que ya había cumplido su propósito y lo metió con calzador en algunas escenas. Lo otro es que Bella puede pasar de existencialista a feminista caprichosa de una escena a otra, sin quedarnos claro para dónde va el sentido de su cuestionamiento.

En general el filme tiene muchas más virtudes que defectos, por lo que se puede resumir como un paseo onírico que rescata la esencia del cine, y le da vueltas para convertirla en una sátira que cuestiona nuestro status quo, o para no complicarnos en una ¡muy buena película!

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