Tayro Lizárraga: De deportista a “Malandro”
Skater, amante del motocross y ahora del DownHill, Ángel Alberto Lizárraga, es un sonorense que ha tenido hasta su alma rota, mucha veces, por practicar deporte alternativo. Ahora es, además, promotor, y propietario de la línea de ropa Malandroriders Crew
Por Karla Valenzuela
Cuando tenía 9 años, Ángel Alberto Lizárraga, alias “el Tayro” recibió el regalo que marcaría su existencia, o más bien el inicio de la que sería su felicidad completa, su más libre manera de expresarse: una patineta.
En aquel entonces, los 80’s, sólo había dos parques en Hermosillo donde se podía patinar: uno en la colonia Las Fuentes, donde él vivía, y otro en el Tutuli, al norte de la ciudad, en La Modelo.
“De repente estás en el parque patinando y te haces amigo de uno que conoce a otro y, sin pensarlo, el grupo se va haciendo más grande y más fuerte, y así se fue dando este movimiento de las patinetas”, explica, y aunque Hermosillo era muy pequeño, esta actividad era bastante común.
“Aunque en nuestros años, patinar no era una imitación de los gringos porque no teníamos la posibilidad de copiarlo; en los 80’s, las cosas que salían en Estados Unidos tardaban años en llegar a México, y las cosas que hacemos o hacíamos, es un efecto natural, se da de por sí, no como copia sino porque se tiene que dar porque tenemos las mismas edades o las mismas necesidades, los mismos gustos” dice.
Y es que a ellos, los “skaters”, la sociedad podía llamarlos “vándalos” o “cholos”, simplemente porque se reunían y, según la perspectiva de otros, destruían bancas, o plazas, sin pensar que la solución para dejar de patinar donde no debían, era crear los espacios pertinentes para que los jovencitos realizaran su deporte favorito.
Y sí, era un deporte, tanto lo es que Tito fue patrocinado desde muy joven por comerciantes estadounidenses y poco a poco fue participando y destacando en competencias.
El tiempo pasó y, poco a poco, la patineta dejó de ser un juego para convertirse en un deporte.
“En 1995 más o menos, hubo un boom de los patinadores y eso llamó la atención de patinadores que ya estaban más o menos consolidados , y comenzaron a verlo como negocio. Se revolucionan los tenis especiales para patinar (éstos deben ser totalmente planos y ligeros) y se comercializa el skateboard”, asegura.
Y aunque ésta sería su primera pasión, llegaría otra que, de nueva cuenta le cambiaría la vida: motocross.
La motocicleta también es una adicción
Y otra vez, como cuando tenía 9 años, el Tayro – ya de unos 27 años- comenzó a guiar su vida en torno a su deporte preferido, ahora, el motocross.
“Para mi suerte, tenía un amigo – El Bombero- que me guió y me dijo que no anduviera solo en la práctica de motocross; y así fui apasionándome por este nuevo deporte para mí; aunque era diferente, la aventura era la misma”, señala.
Refiere que la diferencia es que se trata de un deporte caro, donde se necesita tener un mecánico, refacciones, y es más difícil dominarlo; como si fuera poco, no hay espacios libres para motocross.
“Antes de subirte a la moto, siempre uno se imaginaba cómo iba a ser, las caídas, los saltos, todo, y sí daba miedo, pero al momento de prender la moto, el miedo se iba y llegaba la adrenalina de la aventura”, dice.
Y algo es decisivo: una vez que uno se sube a una motocicleta sabe que existe el riesgo, con probabilidad absoluta, de caerse. Después de la primer caída, el deportista escogerá entre irse o quedarse, entre abandonar la aventura que da la motocicleta, con todo y sus obstáculos, o rendirse a ella y entregarse por completo a esa gran dosis de adrenalina que ofrece correr en motocicleta, ahora sí que en todo terreno.
“Yo, cuando recibí el primer golpe, tuve una fractura; antes de eso no conocía lo que era fracturarse por una caída de éstas. Yo, de veras, tenía terror a fracturarme, y aún así le seguí; la primera fractura fue en el pie izquierdo, y me di cuenta después de una semana, ya que traía el pie hinchado, y fue en una moto de pizzero, y es que por querer andar en moto me metí a repartir pizzas”, recuerda.
A la fecha, el Tayro lleva 12 fracturas en su haber; en total, son 17 huesos rotos. Metacarpios, muñecas, dedos de las manos, manos en sí, tobillos, hombro derecho, paleta y coxis.
Da un “brinco” más
Una vez dominado el terreno de la motocicletas, y consciente de que no están dadas de por sí las condiciones para practicar deportes extremos, ni siquiera con motocicletas, el Tayro se da a la tarea de hacer lo necesario para que los espacios sean propicios.
“Ya cuando dominaba los brincos que yo quería o que alguien había hecho, me desesperaba porque yo quería algo más; obviamente, esto implicaba maquinaria, lana, juntar amigos para que le entraran porque solo no podía; y el caso es que cuando tienes tú que recurrir a hacer las cosas es porque ya superaste el nivel, dominas lo que estabas haciendo y te empiezas a meter más”, argumenta.
Y así comenzó a hacer gestiones para generar los espacios, para hacerlo solo, si es preciso, y comenzó a hacer pistas, a moldear la tierra con maquinaria adecuada, a administrar el dinero para lograr algo juntos y, poco a poco, el Tayro aprende a hacer las pistas, no profesionalmente, pero sí con todo lo necesario para lograr el terreno ideal para brincar.
“Cuando hice el primer movimiento de tierra para hacer una rampa, fue en una pista que está atrás del casino de la Comisión; desde entonces, se ha ido modificando, pero el diseño original ahí está. Después hice una en la salida a Nogales, la modifiqué; otra en Ciudad Obregón, en Navojoa, y simplemente fue creciendo el deporte para allá, y yo los apoyaba”, indica.
Como éstas, ha hecho otras pistas en Sinaloa, y por ninguna ha recibido un pago directamente para esto, sino que elementalmente lo hace por amor al arte, como un hobbie.
No vive del deporte, pero sí para él
El Tayro nunca ha vivido del deporte; siempre ha tenido que trabajar en otras cosas, desempeñarse en otros menesteres y, sin embargo, brincar siempre ha sido su vida.
“Aunque no es un deporte prestigiado, porque lo encasillaron en un deporte extremo, sí es de alto rendimiento; es decir, no es un deporte fino, no capta mucha audiencia, sino que tiene su público selecto, y a pesar de que toda la audiencia puede verlo, el motocross se percibe como un show; no tiene millones de aficionados, sino tiene adictos al extremo”, dice.
Mientras que en Estados Unidos, éste sí es un deporte comercial, que vende millones al año, en México aún no o es.
“Haría falta que tumben a Televisa, que destruyan a TVAzteca, porque son las cadenas que mantienen sólo el negocio del futbol y los otros deportes no tienen cabida”, sentencia.
Luego de una fractura crucial en el 2012, tomó la decisión de utilizar la bicicleta de montaña como terapia y comenzó con el DownHill.“Este deporte es igual de peligroso pero no tan mortal”, asegura.
Crea su propia marca
Una vez dedicado al downhill y acostumbrado a andar de un punto para otro todo el tiempo, el Tayro, ya con la madurez de un empresario, piensa en crear su marca: Malandro.
“En Sonora, está todo consumido por un solo deporte: El beisbol, y está bien, mantiene las mentes ocupadas, pero no el cuerpo; y al ver esta necesidad de unir gente, un amigo y yo, que también se llama Ángel, creamos el proyecto Sonora Demons y el de Team Riders En esa página subíamos todos los eventos a los que íbamos con diferentes vertientes de esos deportes; poco a poco el proyecto se fue disolviendo porque no podíamos estar en todos lados y, una vez que tuve tiempo, cree una marca para que la gente que se identifique con ellos; así nació “Malandroriders Crew”.
Y la marca identifica al deportista rudo, que todo lo hace bien, pero que tiene mucha energía y aunque al principio creó mucha controversia este nombre por su carga negativa, ahora el que practique un deporte alternativo puede usar vestimenta de “Malandroriders Crew”.
Al paso del tiempo, la percepción del deporte alternativo ha cambiado para el Tayro, pero también ha cambiado la mirada que de su familia y amigos hacia él. Ahora, no sólo lo ve como una diversión, sino como un deporte que hay de trabajarlo, que hay que hacerlo responsablemente, pero siempre con la verdadera vocación de andar sobre ruedas.
“Poder ser el mejor, tener un patrocinio y poder vivir de eso, es lo que se tiene que lograr. El segundo es el más difícil, porque crees que nunca vas a ser mejor que todos para que te escojan entre mil o 10 mil personas que hacen lo mismo que tú, y el tercero no te das cuenta hasta que ya maduras y lo empiezas a ver como un negocio”, explica.
Y aunque el Tayro enfatiza en que, por ejemplo, el skater siempre va a ser rechazado, ahora hay mayor oportunidad para los jóvenes y sí es visto como un deporte aceptado y, bajo estas condiciones, las nuevas generaciones deben seguir con este deporte, sólo hacen falta inversiones grandes por parte del gobierno o de empresarios para que Sonora tenga un nivel competitivo, porque a decir de Ángel Alberto, buenos en esto sí que hay.
Creo k es bueno para estos deportes que aya personas como ángel sin olvidar toda la gente que están por detrás apollando en esas tareas,y sin ánimo de ofender también es cierto que hay muchos amantes de estos deportes extremos que no aportan nada de su parte y estaría bien ver que la raza se implicará y apollara un poco más en los proyectos que se plantean,como construcciones de pistas o publicidad etc, si todos ponemos un poco de nuestra parte es posible que esto se vuelva más grande y captemos la atención de posibles inversores o gobernantes para que puedan dar un impulso natable a este grandes y espectaculares deportes extremos.Colaboracion señores solo eso cada uno con lo que buenamente pueda.Gracias y un saludo a todos los amantes de estos deportes.
Sólo faltó su historia en el terreno musical, misma que ha sido de suma importancia para seguir avanzando en todos y cada uno de sus proyectos…
Un fuerte abrazo nigga!
Y vende pepihuates en catedral los domingos jajajajaja…. saludos