viernes, noviembre 22, 2024
La Chicharra

Espejo desenterrado: La inaudita violencia

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Por Karla Valenzuela

“La madrugada de hoy (7 de noviembre) el  Agente del Ministerio Público Común consignó ante el Juzgado Noveno a dos personas del sexo masculino que fueron sorprendidas por elementos de Seguridad Pública Municipal el pasado 05 de noviembre en el momento en el que le robaban sus pertenencias a un menor de 16 años de edad y al cual le provocaron lesiones graves producidas por arma blanca.

Los detenidos, los cuales responden a los nombres de Neiel Espinoza Villalba y Ricardo Abraham Valenzuela Mercado, de 19 y 25 años de edad respectivamente, fueron consignados por los delitos de robo agravado y lesiones graves calificadas.

Ambos sujetos fueron ingresados la madrugada de hoy al Centro de Reinserción Social de Hermosillo donde quedaron a disposición del Juzgado Noveno.

 Los hechos en los que Espinoza Villalba y Valenzuela Mercado son inculpados se registraron el pasado jueves, alrededor de las 06:52 horas, en el bulevar Juan Bautista Escalante y Margarita Maza de Juárez, en el fraccionamiento Cortijo Pioneros, cuando la víctima, de nombre Carlos David, se encontraba realizando ejercicio.”

Así reza el boletín enviado por la PEI y, mientras, Carlos David Macías Quintana, la víctima, se recupera muy lentamente en el HIES, después de extirpársele un riñón y resultar con órganos vitales severamente dañados. Los atacantes no escatimaron en adentrar una y otra vez un cuchillo en el cuerpo de Carlos David y, como una verdadera tragedia, le quitaron un celular que apenas servía.

Pero el celular, el motivo, cualquier cosa pasa a segundo término cuando la violencia ocurre sin aparente noción de las consecuencias. Es una realidad que vivimos en una sociedad donde ocurren robos todos los días y a cualquier hora; es una realidad que hay diariamente delitos incalculables, homicidios, golpes, incendios, muerte de todas las maneras conocidas –y reconocidas-, pero no por eso deja de causar verdadero dolor que cosas como las  que le pasaron a Carlos David sigan transcurriendo.

Me pregunto dónde están, cómo son las familias de los atacantes. Quizás son buenas personas, tal vez es su entorno, quizás la violencia les vino del gran pretexto que se ha vuelto el internet o el televisor, lo que es seguro es que nada justifica este odio inaudito por sus semejantes y nada puede parar la tristeza y la indignación ante hechos como éste.

Alguien me dijo un día que quien acuchilla es un ser humano de sangre fría –helada, creo yo-, pero quien acuchilla una y otra vez está indiscutiblemente muerto del alma.

Los atacantes son jóvenes y, como Carlos, tenían toda una vida por delante. Ahora veo con intranquilidad que nada es seguro y que en menos de lo que canta un tecolote podemos ir al parque a hacer ejercicio y ya no regresar, por lo menos de la manera en que nos fuimos de casa.

Espero, de veras, que la víctima se recupere y que haya verdadera justicia. También espero que los atacantes tomen conciencia de lo que ocasionaron y se recuperen de alguna forma. Pero más espero que nuestra sociedad logre sanar de todos los daños que nos hacemos. Sí, me gusta soñar porque confío en un mejor mañana, aunque a veces siento con desesperanza que la violencia que le heredamos a nuestros hijos ya no tiene marcha atrás.

 


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2 comentarios en "Espejo desenterrado: La inaudita violencia"

  • Wow, muy buen articulo, me gustó como relatan los hechos, gracias a Dios está todo muy bien, pude rehabilitarme y seguir mi vida. Después de dos años volví a casa como salí.

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