miércoles, abril 9, 2025
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Die Woestyn: A Baco lo que es de Dionisio

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Por Alí Zamora
El día 12 de marzo del presente año tuve la fortuna de acompañar a una de las personas más eruditas que conozco en una aventura de proporciones épicohelénicas.

Y a la par de todos aquellos que han arriesgado sus vidas en pos de un mejor futuro para hombres y mujeres que conforman lo que llamamos humanidad, de igual manera los tres integrantes del feliz grupo: “Daniel”, piloto y ex-empleado de NASA; “Memo”, biólogo marino y cervecero semiprofesional; y su servilleta en papel de cronista, a la vieja usanza de Jenofonte, antiguo alumno de Sócrates, nos lanzamos de manera semianónima a las páginas de la historia, buscando, como he dicho, el beneficio de todos aquellos que vendrán después de nosotros.

Es una misión que cumplimos, aunque de manera distinta, el año pasado (en realidad, hace 15 meses, para ser exactos) y de la cual también apenas salimos ilesos.

La misión era simple: atender, participar en la votación y degustar todo lo posible en el “Tercer Festival de la cerveza IPA en Los Angeles”, todo eso con fines para la posteridad y, si fuera posible, evitando a toda costa daños, por mínimos que sean, a nuestros hígados…

Mohawk Bend es un bar, pero no es un bar en realidad: es un Gastro Pub, ¿o sea? Es un establecimiento hipster. Nimoño, ¿qué se le va a hacer? En algún lugar tenían que darse cita las personas para el festival más festivo de todos.

Yo soy un bebedor social. Me dijeron una vez que solamente los alcohólicos beben solos, por lo que usualmente me mantengo en una cerveza o trago embriagante cuando estoy fuera (sea en un restaurante con mi esposa, o en un bar de mala muerte con mi amigo Renato Javier “ReNasty”).

cerveza

Sé también que hay personas que cuando buscan tomar cerveza (o cheve o chelas o birrias o cervaza) se burlan de aquellos que buscan cerveza “artesanal” o cerveza con “infusiones” o quieren tomar una michelada o simple y sencillamente condimentan la chela con limón y/o sal. Dios los tiene en su gloria semanal de panza ampliada, carne asada, Tecate roja, Budweiser y cirrosis, más lo que se acumule en la semana.

Memo no es de esas personas, ni es bebedor social.

Quizás sea porque es biólogo marino y enfrentó a delfines en estado de apareamiento y atendió medusas buscando la corriente del Pacífico Sur mientras estudiaba en la Universidad de Hawai’i (Go Rainbow Warriors!), o quizás sea porque su padre es del DF (hoy CDMX) y su madre es hondureña; la razón es ambigua, pero a final de cuentas, Memo (también conocido como “Nemo” debido a su afinidad marina y dependiendo del nivel de alcohol en la sangre) busca la cerveza como un dragón medieval busca oro y joyas (véase el documental El Hobbit: La desolación de Smaug).

Pero no cualquier cerveza, como dije anteriormente: es un cervecero semiprofesional. He sido invitado a fiestas de barril, donde no, no hay barril, sino que Memo nos habla respecto al proceso de fermentación utilizado para su nueva creación mientras la guarda en el otrora mencionado contenedor para después (semanas o meses) participar en la fiesta de “destape”, donde el barril es finalmente abierto y el producto final degustado. He sido también invitado a fiestas de botella, donde debemos traer botellas (verdes o ámbar, no claras) de alcohol, beberlas, lavarlas y apilarlas para que se pueda envasar la todavía más nueva creación y ser alojada bajo la cama de Memo mientras la levadura y microorganismos se ponen al tiro.

De igual manera, en su vida diaria se le conoce como “The Guy”. Él es the guy, el tipo, ése que todos conocen en las cervecerías o microcervecerías del Valle de San Fernando debido a su conocimiento de Gregorio Mendel, levaduras, variedad de lúpulos y contenido de alcohol.

Es el tipo que tiene una lista de todos los tipos de cerveza que ha degustado, incluida la cervecería responsable, nombre de la cosecha, impresiones generales respecto a la bebida y una calificación global total.

También es el tipo que en sus viajes a Playa del Carmen o Río de Janeiro o Las Vegas o de vuelta a Hawai’i para una boda, se pasa más de la mitad de su viaje en busca de cerveza artesanal local, o de perdida chelas locales.

Y ese mismo conocimiento (biológico y ferméntico) es lo que le da la capacidad de poder describir los sabores con una vivacidad que hace agua la boca, sin importar que sean las 9:38 AM, al escuchar respecto a esa cerveza importada que viajó casi de punta a punta de un mismo continente envuelta en los calcetines de Memo, o respecto a esa cerveza agria de mamey cuyo barril aun no ha sido perforado.

beer-01

Al igual que en la creación previa del mismo festival, una parte de mi ser se sentía bastante culpable de presentarme a un evento cuyo único fin era la degustación de bebida alcoholizante, sobre todo cuando la hora de comienzo era tan temprana por la mañana.

Sin embargo, este año tales remordimientos fueron disipados al llegar al lugar, quince minutos antes de la hora, y observar una fila considerable de personas esperando de manera pasional su entrada al establecimiento.

Memo, por supuesto, ya se encontraba haciendo fila.

Y por todo el conocimiento y el fervor fermentoso que el buen Memo pueda tener de y respecto a las birras, había quienes parecían dispuestos a competir por el título del “mero mero”.

Tal era el grupo que se encontraba al comienzo de la fila humana: tres hombres que parecían rebasar ya la mediana edad, vestidos los tres de manera casi idéntica: pantalones de mezclilla deslavada y desteñida (que no es lo mismo pero es igual), zapatos oscuros y camiseta oscura igual de deslavada y desteñida; los tres con un chalequito aparentemente de cuero negro, dos de ellos con lentes y los tres con un aditamento cubriendo sus adivinables calvas (un pañuelo de tela, una gorra y una bandana de cuero negro). Los tres con la misma preocupación cronológica: “la vez pasada, a esta hora ya estábamos adentro” (last time we were already in by this time).

Supuse que mi remordimiento no era universal entre los asistentes, por lo que se disiparon mis preocupaciones y me dispuse a dar lo mejor de mí.

Ya dentro la dinámica es simple: Hay un menú (o Carta Magna, dependiendo nuevamente del fervor lupúlico que se tenga) que contiene las cervezas que están siendo juzgadas; dicho menú se encuentra dividido en sección por nombre, nombre de cervecería y volumen de alcohol; hay también tarjetas de votación que permiten escribir el nombre de la cerveza y escoger una calificación entre 1 y 10, cajas con ranuras para depositar las tarjetas de votación se encontraban distribuidas por lugares estratégicos dentro de Mohawk Bend y, lo más importante, dos barras: una a cada lado del establecimiento.

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Nos acercamos a una barra y nos dispusimos a consumir alcohol. Por supuesto que debíamos consultar entre nosotros respecto a lo que pediríamos para no desperdiciar las selecciones y asegurarnos de que todo lo que estábamos consumiendo era único y no había miembros del grupo repitiendo bebidas.

Esto porque nos convidábamos de nuestra cerveza entre el grupo. Curiosamente,  sólo en este tipo de evento no es visto de manera “rara” que un grupo de tres hombres se compartan sus bebidas, cada bebida, sin falta.

La Carta Magna exponía frente a nosotros creaciones tales como: Almanac IPA, Stolen Valor, King Harbor IPA, The Dandy, Boo Koo, Orderville y Amarilla Gorilla, entre otras, de cervecerías locales, microcervecerías y cervecerías que recientemente fueron compradas.

Hubo, por supuesto, ciertas cervezas que decidimos evitar, como Pliny the Elder, Saint Archer IPA, Hop Stoopid, Big Daddy o el Blood Orange IPA, esto debido a que muchas ya habían sido consumidas anteriormente (por el mismo grupo) o a que ya se encontraban en distribución local, así que con una visita a una licorería muchas de ésas podrían ser degustadas, mientras que otras fueron preparadas especialmente para el evento, cosa que yo no sabía, pero que más tarde me fue explicado.

Fui amonestado verbalmente una vez por “Nemo”, ya que pedí la cerveza Wolf 3D, de la cervecería Golden Road, la cual es local y se encuentra a escasos kilómetros de mi casa, razón por la cual pensé que me estaba yendo a la segura. Lamentablemente, yo no sabía que recientemente Golden Road fue comprada por la cervecería Budweiser, por lo tanto la etiqueta de “se vendieron” (como árbitro frente al Ame) aplica perfectamente, y de ahí se suscitó mi amonestación verbal. Nuevamente, yo no sabía eso, pero se me explicó.

De ahí en adelante continuó la degustación: Brew Free or Die, Hop Drizzle, Dork Squad, Hipphopanonynomous, Unpresidential, Luponic Distortion y, cabe mencionar, que la cerveza con el menor contenido de alcohol era una pedida por su servidor; Lone Wolf, de 6.3% contenido de alcohol por volumen.

Escuché maneras de describir cervezas que nunca había escuchado antes en mi vida: “ésta es una buena cerveza de desayuno, tiene un toque cítrico, pero se siente como una taza de café negro”, “es regular y blanda, no es memorable, es un sabor que desaparece con un vaso de agua”, “puedes sentir los ingredientes, no sientes la filtración, pero manejaron el olor para atraer el sabor”, y mi favorita: “me recuerda a los delfines cuando completan un problema de lógica en ambiente controlado”. Ese era un sabor muy definido… o muy delfinido, pues…

A final de cuentas, y más por golpe lingüístico que paliativo, la cerveza declarada por nuestro trío de degustantes como “la mera mera” fue Hashtag Hops, de la cervecería Ohana (que significa “familia”), pedida por el Jenofonte del día. En palabras de “Nemo”: me parece la mejor selección, es agría con toque de lúpulos, tiene buen cuerpo, se mantiene en el paladar lo suficiente para el siguiente trago y te permite notar la diferencia si te decides por un trago distinto.

En palabras de “Daniel”: tha’ss good beer man.

Habiendo declarado una bebida vencedora y decidido que habíamos ingerido suficiente alcohol para un sádabo (así andaríamos, ¿no?) por la mañana, unos se retiraron en busca de burritos al pastor y otros a esperar el transporte público, ya que sería muy irresponsable conducir después de asistir a tal evento.

ipa

Al día siguiente me enteré que el público asistente al evento en Mohawk Bend había elegido como ganadora a la cerveza Bonkers IPA, elaborada por la cervecería Highland Park, que the three amigos habíamos acordamos no degustar, ya que en palabras de “Nemo”: no hacen nada memorable (they don’t brew memorable stuff).

Hashtag Hops no se encontraba entre las tres cervezas premiadas.

O sea: salimos tronados, pero felices. ¡Salud!

 

 

El Alí. No soy de donde vivo, ni vivo de donde soy; pero si pienso lo que digo, puedo decir lo que pienso.


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