Luces y sombras: Yo sólo hago mi chamba…
Por: Armando Zamora
¿Alguien recuerda a Santiago Meza López? Un delincuente a quien le apodaban El Pozolero y, cuando en 2009 fue detenido por las autoridades en Tijuana, narró parte de su impactante historia.
Al escuchar su declaración, uno se quedaba verdaderamente horrorizado: contó que disolvía cadáveres para el crimen organizado, con su receta, como de cocina, para desmenuzar huesos y carne; y con su apodo, más oscuro que la noche más oscura.
A este personaje, al que hasta le compusieron corridos, le pagaban 600 dólares semanales por hacer su trabajo, el que al parecer hacía de manera bastante eficiente. “Yo sólo hago mi chamba”, mencionó el detenido al preguntarle por qué hacía lo que hacía.
No me sorprende que su delito, el de deshacerse de los cuerpos de personas como usted o como yo, no sea considerado grave en un país como este.
Me sorprende que estas cosas pasen, que estas cosas existan, que Santiago Meza López no sea el único especialista en desaparición de personas en este México libre, soberano, democrático y avanzado del que tanto nos enorgullecemos… a veces.
¿Cómo es posible? ¿Dónde estaban todos los dioses cuando ese señor desmenuzaba trozos de carne humana? ¿Dónde estaba su más elemental sentido de la humanidad, ya no se digan sus valores?
¿Por qué la justicia tardó tantos años en capturarlo? ¿Por qué no detiene a las otras personas que se dedican a lo mismo? ¿Por qué esta guerra de monstruosidades no tiene para cuando acabar?
El Pozolero dijo que disolvió algo así como 300 cadáveres en nueve años. Esto significa que mientras México festejaba el triunfo de Vicente Fox, este señor ya estaba cocinando gente.
¿Usted cree que haya exagerado? Al contrario, lo más lógico es que haya declarado un número conservador para taparle el ojo al macho. Esto significa que desapareció a más.
Aún así, deshacer 300 personas es una monstruosidad. Son 300 personas que no hay manera de identificar, 300 personas a las que no hay forma de hacerles justicia, 300 familias que jamás volverán a saber de ellas.
Qué impotencia. Qué asco. Qué espectáculo tan más macabro. Ni las más grotescas películas de terror, esas donde pesa más la tripa que la tensión dramática, alcanzaron a imaginar una historia como ésta, que es real y que es sólo una de las muchas que ocurren día a día en nuestro México lindo y querido.
Tengo la cabeza llena de preguntas y no encuentro a nadie que me las responda.
¿Qué hay detrás de esta historia? ¿Por qué El Pozolero fue capturado justamente cuando Obama llegó a la Casa Blanca y cuando la lucha del gobierno es por demostrar que aquí no pasa nada?
¿Por qué Santiago Meza López estaba tan dispuesto a contar estas historias de terror tan gráficas? ¿Cuál era su intención? ¿Cuál fue el mensaje que está mandando? ¿A quién se lo estaba enviando?
¿Por qué nadie acusó de cínico a Felipe Calderón por todo lo que dijo frente a noticias como la de El Pozolero, mientras que a Vicente Fox, por cualquier insignificancia, hasta le producían parodias y a Andrés Manuel López Obrador lo acusaban de chantajista y manipulador?
¿Cuántos mexicanos estarían dispuestos a hacer lo mismo que Santiago Meza López a cambio de 600 dólares mensuales? ¿Cuántos hacen cosas peores por menos?
Este asunto de “yo sólo hago mi chamba” no sólo se lo hemos escuchado a El Pozolero, se lo hemos escuchado a políticos, a empresarios, intelectuales, comunicadores y deportistas.
¿Qué diferencia hay entre el “yo sólo hacía mi chamba” de Santiago Meza López y el “yo sólo hago mi chamba” de los demás?
¿Qué diferencia hay entre el “yo sólo hacía mi chamba”, que era disolver cadáveres, de El Pozolero, y el “yo sólo hago mi chamba”, que es decir que México era la tierra prometida, de Felipe Calderón?
Me queda claro que en México hay muchas personas que “hacen su chamba”, el problema es que una buena parte de esas chambas son sucias.
Y aunque esos hombres y mujeres traten de lavarse las manos echándole la culpa de las consecuencias de sus actos a alguien más que, casualmente, siempre es el que da las órdenes, aquí hay algo que se está pudriendo y que nos pudre a todos: la indiferencia.
Algo nos pasa a los mexicanos que ya no nos interesa, no nos impresiona ni nos sorprende nada.
¿Después de la captura de Santiago Meza López qué siguió, qué cambió? Siguió todo y nada cambió. Después de El Pozolero siguieron decenas de historias de terror de las que nos hemos enterado puntualmente los mexicanos, pasajes que se tratan de justificar con verdades históricas tambaleantes. Y qué hemos hecho: seguimos permaneciendo indiferentes. Esa es nuestra chamba…
Armando Zamora. Periodista, músico, editor y poeta.
Tiene más de 16 libros publicados, 12 de ellos de poesía. Ha obtenido más de 35 premios literarios a nivel local, estatal y nacional. Ha ganado el Premio Estatal de Periodismo en dos ocasiones. Ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora (FECAS). Una calle de Hermosillo lleva su nombre.