Die Woestyn: Pelusa contra Cobre
Por Alí Zamora
Antes de ahondar en el tema que me propongo compartir el día de hoy, debo hacer menciones importantes sobre hechos que de verdad y sin mentira han sucedido verdaderamente en la grande y volátil historia del futbol profesional a nivel mundial.
Hecho: México no asistió a la copa mundial en Italia, 1990, debido a castigos impuestos por la FIFA al saberse que alineó jugadores que rebasaban la edad límite en partidos clasificatorios para el mundial Sub-20, a jugarse en 1989. De aquí la proveniencia del conocido termino “cachirul” para esos futbolistas que ya habían pasado de vino a vinagre.
Hecho: Diego Armando Maradona usó y abusó de la cocaína desde 1983, pasando por sus años del Barcelona, durante toda su estadía en el Nápoli (su club profesional de mayor longevidad y que le otorgó mayor reconocimiento), hasta el 2004, donde debido a problemas de salud y rastros de la substancia en su sangre, tuvo que confesar a las autoridades y someterse a un plan de rehabilitación.
Hecho: La FIFA castigó a la federación mexicana de futbol (FeMexFut) con una sanción monetaria debido a que en el mundial en Brasil, 2014, a pesar de ser advertidos de antemano por la misma organización, FIFA, en repetidas ocasiones y varios idiomas, los fanáticos del “tricolor” continuaron espetando el grito descrito internacionalmente como “ofensivo y homofóbico” (ya saben el de “¡Puto!”… no se hagan), al despejar los porteros. Y hasta la fecha se van acumulando dichas sanciones.
Hecho: Cuatro minutos antes de anotar el tanto que sería conocido y recordado como “el gol del siglo”, Diego Armando Maradona anotó un gol contra Inglaterra utilizando su mano, y no fue sino hasta 19 años y 2 meses después de ese partido que el futbolista argentino reconoció haber anotado con la mano y no como inicialmente dijo “un poco con la cabeza de Maradona y otro poco con la mano de dios” (cabe recordar que el partido terminó con un marcador 2-1 favor la albiceleste).
Hago éste preámbulo debido a algo sucedido el año pasado, 2015, y que me fue recordado gracias al internet, los memes y las entrevistas por parte de ESPN Deportes, Fox Deportes y el sitio de Internet Goal.com.
A lo que me refiero es la siempre controversial y siempre de poca calidad “Copa Oro” (nombre mal traducido debido a su título en inglés: CONCACAF Gold Cup).
Todos sabemos, y si no ahí les va, que el año pasado se disputó en Estados Unidos el máximo campeonato de futbol a nivel selecciones de CONCACAF. A final de cuentas, México derrotó a Jamaica en la final, tras despliegues de muy baja calidad de juego y culminando una seguidilla de partidos controversiales donde México ganaba de última hora y bajo circunstancias muy sospechosas.
Estas controversias alcanzaron un tope máximo en el partido semifinal disputado entre México y Panamá, donde una tarjeta roja en el primer tiempo y un penal por una “mano” en el área en los minutos finales del tiempo reglamentario en el partido, crearon un caos internacional dentro y fuera del estadio.
Dentro: llovieron objetos contra los panameños, se abucheó a los mexicanos (por no jugar bien, por anotar el gol desde el punto penal y por haberse dejado llegar a esas instancias de juego), y los panameños se lanzaron contra el árbitro americano Mark Geiger al finalizar el juego.
Fuera del estadio: los analistas de Fox Sports (FS1), entre ellos los exjugadores Alexi Lalas y Eric Wynalda, debatieron hasta el cansancio el partido: el señor Wynalda se mostraba inmutable en su opinión de que el resultado era un robo para los panameños, mientras que el señor Lalas, acompañado del ex-arquero Casey Keller, indicaban que éste “ya no es el juego que nosotros jugamos, las reglas y la manera de juzgar las mismas son diferentes hoy en día”; David Faitelson, de ESPN Deportes, atacó cínicamente la hombría e innecesariamente el buen nombre de Andrés Guardado diciendo: “si es hombre de verdad, si quiere ser padre de verdad, debió fallar ese penal”. Y, súbitamente, inesperado, pero no sorprendiendo a nadie, apareció “El Pelusa”: Diego Armando Maradona.
La figura mítica del deporte nos dijo brevemente que:
1) el partido debía jugarse de nueva cuenta debido al resultado controvertido; 2) Mark Geiger debía perder su gafete, no nada más de FIFA, sino de árbitro en general; y, 3) que no se había visto robo más grande en el mundo del futbol desde que el mexicano Edgardo Codesal le robó a Argentina en la final del mundial Italia ’90.
Bueno, pues. Entonces, y sabiendo los hechos que son hechos y las palabras que son sólo palabras, como dicen en los Estados Unidos, o parafraseando, mejor dicho, la sartén le dice negra a la olla (the pot calling the kettle black).
En Latinoamérica es más resumido el asunto: el burro hablando de orejas.
Aquí, en mi opinión, hay dos errores del jugador conocido en sus tiempos de sobrepeso como “Marranona”:
El primero es su cínico grito por la justicia deportiva, y el segundo es respecto al hombre Edgardo Codesal.
Para romper la rutina, empecemos por lo segundo:
Yo no sé si Diego Armando no esté al tanto de la situación, pero el señor Codesal dentro de lo que es su nacimiento, su léxico, sus inicios como árbitro y hasta sus estudios ginecológicos (me parece), no tiene un génesis mexicano.
El señor Codesal es charrúa. No es nada más uruguayo: es nacido en Montevideo y comenzó en los setentas a dirigir partidos en su nativo Uruguay. No fue hasta los ochentas que Codesal viajó a México y se estableció como una figura dentro de la federación de futbol respecto a los que guardan el reglamento y el juego.
Y sí, la historia nos dice que el Edgardo de 1990 asistió a la Copa Mundial como representante de su país adoptivo, México.
Pero en los pormenores, nos damos cuenta de que Diego Armando o no está al tanto de lo que dice o decide omitir detalles para dar un valor agregado a sus premisas.
En fin.
Pero respecto al primer punto, ahora sí de vuelta al inicio, es algo que debe escucharse y desmenuzarse con base en ¿qué dice? y ¿quién lo dice?
El señor Maradona nos está hablando de la nobleza del deporte y de la injusticia cuando factores ajenos al talento futbolístico invaden un resultado peleado dentro del campo de juego (podría uno poner, si es estricto, una harta falta al reglamento como jugar la esférica con la mano y sacar ventaja gracias a la misma acción dentro de esta misma categoría).
Pero como yo nunca escuché al Diego decir: “sabés, vos tenés la razón. Sho jugué el balón con la mano y me siento tremendamente culpable. No es justo el resultado obtenido en aquel mundial y sho le pido a FIFA y a la Inglaterra disculpas, y también renuncio a ese primer gol. Deberíamos de nuevamente jugar el partido… sabés”; no puedo escuchar sus palabras y decir que es una persona sincera abogando por una falla injusta.
La comparativa que me viene a la mente es como si Pepe, el defensa del Real Madrid, se estuviese quejando respecto a otro jugador defensivo que es culpable de juego sucio, simulación de faltas o agresiones, entradas con fuerza desmedida y jugar las pelotas divididas con los tachones por delante.
Simple y sencillamente no tiene el mismo valor ni se puede escuchar con la misma intención.
Se escucharía diferente si fuese, por ejemplo, Philip Lahm, Raúl González Blanco, David Alaba o Gary Lineker, jugadores quienes en su carrera (actual o ya terminada) no vieron o no han visto (aún) la tarjeta roja.
(Cabe mencionar aparte al señor Lineker, quien nunca vio la tarjeta roja, pero de manera por demás sublime, tampoco recibió tarjeta amarilla alguna. En una carrera profesional de 16 años entre Inglaterra, España y Japón ni tarjetas rojas ni tarjetas amarillas. Emblema del juego limpio internacional).
Es una situación, como dicen los expertos lingüistas de lenguas hebras y sumerias, donde todos tienen la razón pero nadie está en lo correcto.
Sí, el Tri se ha visto envuelto en situaciones controvertidas, tanto a favor como en su contra.
Pero no nos vayamos con la finta de que con decir “si ellos son más corruptos, nosotros qué” ya excusamos todas nuestras acciones inapropiadas.
Sí, el Diego es uno de los dos emblemas mundiales del deporte más bello del mundo y también tiene su otra historia menos relatada.
Pero tampoco hay que creer que por la grandeza en un ámbito se borra al anonimato lo hecho en otros círculos de vida.
Ambos traen (han traído) grandes cantidades de dinero para el deporte (uno como jugador, el otro como entidad), y ambos deben haber aportado su poquito o su muchito al futbol mundial.
Así que, en lo que ellos discuten el “quién le robó más a quién”, el resto de los espectadores nos quedamos como niños asustados viendo pelear a nuestros padres: esperando que no se hagan mucho daño, y al final tomando el lado de quien queremos más en ese momento.
El Alí. No soy de donde vivo, ni vivo de donde soy; pero si pienso lo que digo, puedo decir lo que pienso.