Espejo desenterrado: La suerte de las viudas
Por Karla Valenzuela
Este 23 de junio es el Día Internacional de las Viudas, y no precisamente de las viudas negras, aunque sí, también lo es.
Recuerdo que no hace mucho tiempo la otrora candidata a la presidencia de México Josefina Vázquez Mota publicó un libro titulado “Dios mío, hazme viuda” y aunque el texto no es precisamente un ruego rotundo porque el marido esté muerto, el puro título sí dice mucho de la forma de pensar de la mujer todavía actual, que piensa que el mejor estado “civil” de la mujer es la viudez. Lo que no saben es que las viudas –obvio-, principalmente cuando son mujeres, la mayoría de las veces batallan más al quedarse solas, máxime si tienen hijos.
Y para muestra, un botón. Según datos de la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social 2013, 72.7 por ciento de las viudas en México no cuentan con ningún tipo de pensión.
Además, al primer trimestre de 2016, 29.7 por ciento de las mujeres viudas son económicamente activas y una de cada tres mujeres viudas de 60 y más años (35.4%), presenta alguna discapacidad.
Luego, si empezamos por ahí, entenderemos que quizás en cualquier otra parte del mundo ser viuda resulte beneficioso; en este país, donde ni la cultura de dejar testamento está arraigada, es en el mejor de los casos un atraso, y en el peor, una calamidad.
Yoko Ono, Courtney Love, Carolina de Mónaco y, por supuesto, Jackie Kennedy son algunas de las viudas más célebres a las que se les fue el marido con San Pedro muy pronto y que aún así subsistieron a la adversidad, sólo que esa “adversidad” estaba plagada de dinero, fama y estabilidad en todos los casos. Podríamos decir, incluso, que a ellas se les dio otra oportunidad para ir en busca de la felicidad, pero lo cierto es que, en el universo habitual de los mexicanos y mexicanas, la viudez deja mucho qué desear hasta socialmente. La viuda, aún, como novela del siglo XIX, es vista como la necesitada en todo sentido, y cuando digo en todo, es en todo. Así, llega a ser hasta mal vista por las féminas casadas y no, y como una fabulosa oportunidad para los hombres, casados y no. En este tiempo, pues, la percepción que se tiene de una viuda es casi la misma que se tiene de una divorciada.
Y con esto, volvemos a donde siempre: ser viuda no es fácil; es más fácil ser viudo, sin embargo, es un término que se aplica socialmente sobre todo a la mujer, porque el hombre sólo enviuda y se vuelve “soltero” y nada más. He ahí pues por qué es Día Internacional de las viudas (y no de los viudos), porque las diferencias están aún muy marcadas y no, una viuda no tiene las mismas oportunidades que un hombre que debe soportar la muerte de su esposa.
Quizás, como dice Ángeles Mastretta, la única suerte de las viudas es que “ningún contratiempo les impide mejorar al hombre con el que convivieron y entre más tiempo pasa, mejor recrean el mundo idílico que alguna vez soñaron.”
*Karla Valenzuela es escritora y periodista. Es Licenciada en Letras Hispánicas y se ha especializado en Literatura Hispanoamericana. Actualmente, se dedica también a proyectos publicitarios.