La perinola: Abrirnos a la vida
Por: Álex Ramírez-Arballo
Hoy, como tantas veces, quiero hablar de educación. Hoy, como casi siempre, me encuentro trabajando en mis clases, preparándolas con mucha dedicación y entusiasmo, creyendo –porque lo creo fervientemente- que en esto que hago se encuentra un poder transformador radical. Sin embargo, tengo la edad suficiente para entender que no es el profesor quien educa sino el estudiante mismo, que se abre a la vida, que se deja tocar por la experiencia de los demás y que, en definitiva, se siente movido por la curiosidad ante las incontables maravillas del mundo.
Cuando era más joven me torturaba el ver que había estudiantes que por más cosas que hiciera yo no respondían de ninguna manera, como si todo les importara poco; y es que así era: seguramente se encontraban atrapados en una lucha interior. Dejé de sentirme culpable por ello y asumí lo que me tocaba, que era el compromiso profesional y la pasión humana por todos aquellos que pasaran por mis aulas.
Todo esto me ha servido para entender más la libertad: nadie puede imponernos nada, nadie puede asignarnos una experiencia o un saber, o un sentimiento o una pasión.
Somos nosotros quienes capitaneamos nuestra voluntad o nos dejamos naufragar en el tormentoso mar de los caprichos. Todo esto me ha enseñado también que no hay crecimiento y evolución humana sin que la persona se abra al mundo, se deje tocar por las fuerzas de lo cotidiano y entienda que su existencia no es algo dado sino un proceso de elaboración constante en el que no faltarán, como es lógico, los desvíos y tropiezos. ¡Si las personas fuéramos capaces de entender nuestra vida entera como el taller de un artista cuántos milagros no ocurrirían!
Hoy en día vivimos rodeados de conocimiento y circunstancias propicias. Nuestro tiempo es el tiempo de los afortunados y sería una verdadero crimen renunciar a esta deliciosa oportunidad. Una persona que se abandona a sí misma es alguien que esta muerto aunque siga respirando; el mundo, la patria y la familia reclaman este compromiso de amor con nuestros talentos y posibilidades.
No hay nada sólido bajo nuestros pies, el mundo cambia y los escenarios de la vida también. Si nos abrimos a la vida como algo que fluye, estoy seguro que no solamente alcanzaremos un grado de madurez emocional e intelectual sino, sobre todo, un profundo estado de libertad.
Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com