Imágenes urbanas: La República unida por la carne asada
Por José Luis Barragán Martínez
04 de febrero de 1981. Hermosillo está nervioso, al día siguiente es la IV Reunión de la República y su capacidad de anfitrionía no debe dejar lugar a dudas, asistirán el presidente José López Portillo con todos sus secretarios de Estado, representantes de los poderes Legislativo y Judicial, gobernadores y presidentes municipales de las principales ciudades del país, el “destape” está próximo, lugar sede Casa de la Cultura, Gobernador de Sonora Dr. Samuel Ocaña García, Presidente Municipal Dra. Alicia Arellano de Pavlovich.
Pese a la inquietud por la responsabilidad del evento, los sonorenses y muy particularmente su clase política están orgullosos ya que el ingeniero Jorge Díaz Serrano, originario de acá y director de PEMEX, será el orador principal lo cual, aunado a sus logros en la explotación petrolera lo que nos traerá la tan anunciada abundancia, lo convierten en sucesor directo de JLP.
En ese entonces quien esto escribe vivía en Villa de Seris, exactamente enfrente de la iglesia de San José, 26 años de edad, un año cuatro meses de haber llegado a Hermosillo.
Pues bien, la víspera de la IV Reunión me levanté como cualquier otro día y me desayuné unos huevos con chorizo, previamente había tomado té de ixcatol y chalarina, tratamiento yerbero muy recomendable para la gastritis.
Posteriormente me fui a la Universidad de Sonora, iba en segundo semestre de Sociología y tomaba clases de 7 a 9.
A las carreras llegué a mi trabajo de entonces, Distribuidora Conasupo del Noroeste (salida carretera internacional a Guaymas y Periférico Sur) y después de mi discusión cotidiana con la encargada del reloj checador que me quería poner retardo, me fui al área de Compras donde prestaba mis servicios.
Por mera coincidencia, el jefe de la oficina era originario de Colima, así que salimos paisanos e hicimos muy buena amistad, claro, yo como empleado menor, de la tropa pues.
Cuando llegué me dijeron de inmediato:
– ¡Barragán, al jefe le urge hablar contigo!
Ya en su privado:
– José Luis; dentro de una hora llega la gobernadora de Colima doña Griselda Álvarez Ponce de León (primera mujer en ocupar un cargo de este nivel en el país), viene a la Reunión de la República, así que como paisanos hay que darle un muy buen recibimiento. Quiero pedirte que vayas al aeropuerto y le entregas esta caja con carne clasificada, también le das una de mis tarjetas de presentación.
Ya en el aeropuerto dos guaruras iban tras doña Griselda, al querer acercarme con mi caja de carne uno de los guardaespaldas me detuvo bruscamente:
– ¡Qué desea!
– Solo quiero entregarle este presente a la Gobernadora de parte de un paisano suyo, es carne sonorense muy fina.
– ¡Démela, yo se la entrego!
Me quedé parado mientras se retiraban. Grande fue mi sorpresa cuando vi que el guardaespaldas arrojaba la caja a un depósito de basura, me arranqué, la recogí y me la llevé a donde vivía mientras pensaba: “ya estuvo que comí carne por varios días”.
Ya en la chamba me vuelve a llamar el jefe:
– ¡Qué pasó Barragán! ¿Le entregaste la carne a la paisana?
– ¡Claro, le mandó muchos saludos!
– Te felicito, ahora nos falta el otro paisano, Miguel de la Madrid. La estrategia es la siguiente: hoy por la noche llega, así que mañana muy temprano, antes de que se vaya a la IV Reunión, vas al hotel donde se hospedará y tratas de verlo personalmente para que también le entregues otra caja de carne clasificada. ¡Ah!, también le das una de mis tarjetas.
Al día siguiente, muy temprano, me fui al hotel Valle Grande a ver al poderoso Secretario de Programación y Presupuesto, por supuesto llevaba conmigo la caja de carne sonorense.
Cuando estuve afuera de su habitación me encontré con dos gigantescos guaruras que cuidaban la puerta:
– ¡Qué quiere!
– Soy José Luis Barragán y vengo a ver al licenciado Miguel de la Madrid Hurtado.
– ¿Y? ¿De parte de quién o qué? El Señor no espera a nadie, haga el favor de retirarse.
– Le traigo una caja de carne clasificada de Sonora, es carne muy fina.
– ¡Démela y yo se la entrego, pero usted no puede ver al Señor!
– Por favor, soy colimense radicado en Sonora y vengo de parte también de un colimense, los dos nos sentimos muy orgullosos de que un paisano nuestro haya logrado ser secretario de Estado y sería un honor para mí hablar con él y estrechar su mano.
Como que mis palabras conmovieron al hombrón el cual me pidió esperara por un momento, entró al cuarto y salió poco después – el licenciado lo espera-.
Después de pasarnos “báscula” a mí y a la caja de carne, todo nervioso entré a la habitación.
Grande fue mi sorpresa cuando veo a un hombre como acabado de bañarse, blanco, pelo en pecho entrecano con camiseta tira hueso, aproximadamente 1.67 de estatura, complexión atlética producto de un ejercicio bien disciplinado en calzoncillo corto de botones de los que se usaban antes. Secándose la cabeza con una toalla se acercó a mí al tiempo que muy amablemente me extendía su mano derecha.
– ¡Mucho gusto, de modo que eres de Colima! ¿Y qué andas haciendo tan lejos paisano?
– Pues ya ve licenciado, inquietudes juveniles.
– ¿Y cómo te han tratado los sonorenses?
– Más o menos, hace poco más de un año que llegué y ahí la llevo.
Muy atento me invitó a tomar asiento mientras que él se sentaba en la cama y se ponía los calcetines, yo estaba muy nervioso.
– Señor secretario, aquí le traigo esta carne, es carne sonorense muy sabrosa para asar, es de exportación. Aquí está la tarjeta del paisano que se la manda.
– Oh qué bien, para una reunión familiar, muchas gracias, son ustedes muy amables.
– Señor De la Madrid.
– ¡Dime paisano, caray!
– Paisano; quiero decirle algo muy importante ya que las dos últimas veces no me ha fallado, y es que estoy seguro que usted será el próximo Presidente de México.
– ¡Ja ja ja ja; házmela buena paisano, házmela buena!
– No le quito más el tiempo, paisano, ha sido un honor haber hablado con usted, es una fina persona.
– Gusto en saludarte José Luis y allá me buscas en Los Pinos, ja ja ja ja, ah que pisano éste.
Poco después, en la Casa de la Cultura, el presidente José López Portillo inauguraba el evento diciendo:
–¡La República está reunida!
Ese día cambié de planes y de puro gusto invité una carne asada a mis amigos, ésa que no le pude entregar a doña Gris; allí les presumí de mi entrevista con Miguel de la Madrid el cual, pese al sonorense Díaz Serrano, estaba seguro que sería el próximo Presidente de México.
*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador