Ludibria: Madera la mañana, de Juan Manz
Ramón I. Martínez
Es la madera una materia proteica, designada con una palabra de vocales abierta. Es la madera una sustancia abierta a las más variadas posibilidades del Ser, desde un bosque hasta un palillo, pasando por una casa de hospitalarias proporciones. En el más reciente poemario de Juan Manz, intitulado precisamente Madera la mañana, el verso vuelve habitable al poema y los abre a multiplicidades polifónicas y del ser con la pericia que da ser un poeta de ya largo oficio y alcances.
Cinco secciones conforman el libro. La primera da título al libro, “Madera la mañana” y se abre con un epígrafe de Pablo Mori:
Árbol de luz
madera la mañana
La imagen de la casa predomina en esta sección, donde destaca el juego de las luces y las sombras. Es la voz poética que desde la oscuridad de sílabas luminosas domina la luz.
I
Retablos
Postigos como espejos
encuadran la pared
de laja astilla
a laja astilla
Tabla visera para casa blanca
Chorro de luz
para aprehender el tiempo
Ojo de sol
falda de muro
que traza en abanico
su compás de oro
***
Las palmeras
vigilan
que dentro de la casa
madera y piedra
cumplan su palabra
(p. 15)
Desde el primer poema se ven los juegos de palabras, como el recurso del calambur, por citar un ejemplo clave, “a laja astilla” suena muy cercano a “alhaja astilla”. El Sol domina, se abre en abanico, “tiende al alba sus palabras blancas”, ya de por sí “alba” significa “blanca”. Semejante a postigos, los poemas de esta sección van pareados entre una primera mitad en verso libre y una segunda mitad en prosa poética. En la p. 15 se tiene lo ya citado, la segunda mitad en la p. 16:
Sol tiende al alba sus palabras blancas. A cielo abierto, escucho su parábola redonda iluminar el mundo. Sol tragaeldía como tragaluz como tragaoscuridad la noche. Ojo techumbre, muro adentro, despliega en abanico su metáfora.
Es la luz en este páramo de las palabras unas contra otras buscando originalidad de significados. Desde el tragaluz se inventa los neologismos “tragaeldía” y “tragaoscuridad”. Se siente la soledad de la voz poética en actitud contemplativa de las maravillas solares. Esta estructura dística es seguida por el resto de los poemas de la sección.
“Mausoleo” es el nombre de la segunda sección del poemario. La abre también un epígrafe:
Toda visión
que sueña en tu sonido
música despierta
Paul Jonescu
Y es una sección realmente visionaria, como todo el libro, donde la palabra tiende puentes y hace del poeta un artífice de la luz entre las sombras, un mago, un hechicero, un pequeño dios donde la madera no es sino el pretexto para acercarnos a nuevos mundos recreados en el poema.
Coro 1
Como suelo solar
como solía solearme
suelo solariego a nombre propio
soleo distinto al celebrarte
(…)
(p. 29)
Asimismo, la cuarta sección “Espejo de su imagen” y la quinta y última “Son ándome son” simulan en breves versos los afluentes y cauces a los que se refieren (ya sean líquidos, ya sean sonoros), viniendo a ser un metapoema a la manera de los caligramas de José Juan Tablada.
*Ramón I. Martínez (Hermosillo, 1971) Maestro en Letras Mexicanas por la UNAM, profesor a nivel bachillerato en el Distrito Federal. Ha publicado Cuerpo breve (IPN-Fundación RAF, 2009). Cursa el doctorado en Humanidades en la UAM-Iztapalapa.