Imágenes urbanas: Se acabó el baile
Por José Luis Barragán Martínez
Consumida de tristeza, consumida en sus carnes, con los ojos consumidos, pañalera al hombro y pelo recogido en cola de caballo, vestimenta de segunda, tenis de cuarenta pesos, Giovanna va con su niño en brazos y sube a las carreras el alto escalón del ruletero Coloso-Olivos Ruta 8, son las seis de la mañana en la invasión Justo Sierra al Sur de la ciudad.
La mujer casi niña de 17 años con la piel más bien ceniza se ve atontada, indefensa, como si ya no sintiera lo duro sino lo tupido de la vida, madre joven para quien los bailes quedaron atrás, época de bailes que tan poco le duró porque pa’ pronto quedó embarazada y se fue con el Ramón de 24 años que le salió casado.
Re-invadieron uno de los lotes de la Justo Sierra y el invasor original, enojado como diablo, fue y les quemó el cuarto de cartón, así que por lo pronto están viviendo en el Topaz longapafa. Ah el Topaz de sus recuerdos donde no la pensó dos veces para entregar su inocencia viniendo como consecuencia el Ramoncito después de una bailada en el Wild Horse, dejando escuela y casa materna para seguir al hombre de sus sueños, nadie la hizo entrar en razón.
En cuanto subió al Ruta 8 que iba a reventar no faltó quien le dejara el asiento. La madre joven, callada, con sus pómulos huesudos y las orejas llenas de hoyos donde antes hubo aretes, aretes y más aretes, piensa en cómo le cambió la vida, cómo le creyó al Ramón al que todo le parece fácil y que le salió con compromiso. Piensa en “la otra”, la que tiene papeles y casa que aunque es pie de casa en la Gómez Morín al norte de la ciudad ¡ES CASA!, mientras que ella haciendo vida en el Topaz en otro lote que tampoco es de ellos a riesgo que también vuela el invasor original y los convierta en antorcha humana, ¡de por sí el carro es un verdadero horno durante el día en el verano y refrigerador en el invierno en este Hermosillo de Dios.
“¿Y cuándo la otra se dé cuenta que el Ramón tiene un segundo frente o capillita?”
En el Palo Verde baja del carro ya más despierta y llega con su mamá donde deja encargado al niño para seguir su camino a la maquiladora en donde, pese a lo amargo de su existencia, ha empezado a coquetear con el Pablín, con quien mentalmente ha empezado a hacer sus planes.
*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador