viernes, noviembre 22, 2024
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Imágenes urbanas: El Hombre Águila

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Por José Luis Barragán Martínez
José Luis Barragán
Ocurrió un buen día en la esquina donde espero al ruletero para irme a trabajar:

Sucede que apareció un sujeto de aspecto de pocos amigos, con el ceño fruncido, en verdad que daba cierto temor mirarlo porque al chocar con su mirada había la sensación de que en cualquier momento podía saltar sobre de uno. Pero él mismo obligaba a mirarlo porque de las mangas de su camisa salían grandes alas tatuadas en sus brazos, y en el pecho casi junto al cuello se miraba la cabeza, los ojos y el pico de un águila, por eso los que esperábamos al ruletero lo empezamos a llamar así: El Hombre Águila. Puede decirse que este hombre unió a quienes nos juntábamos en la esquina y que nunca habíamos cruzado palabra, todos comentábamos de él, él que no hablaba con nadie.

La idea que predominó fue que había estado en la cárcel y que allí le habían hecho el tatuaje, que también por el mismo ambiente carcelario tenía ese gesto tan hosco. Que se había tatuado un águila precisamente por el gran deseo de libertad, de volar al infinito, pero como había estado mucho tiempo enjaulado ahora no sabía qué hacer, las alas se le habían anquilosado, entiesado.

Se subía al ruletero y siempre se sentaba junto a la ventanilla, mirando pasar la ciudad enfrente de él. También hubo el comentario chusco: “Se ve que el águila es muy grande, ¿dónde estarán las garras?”

De pronto, El Hombre Águila desapareció, los que esperábamos al ruletero preguntábamos qué habría sido de él; alguien dijo haber escuchado en la radio de un hombre con el tatuaje de águila en el cuerpo que había sido encontrado en la calle con una bala en la cabeza y que estaba en estado de coma.

Quién sabe, pero el Hombre Águila logró unir a quienes durante mucho tiempo habíamos esperado al ruletero en la esquina para irnos a trabajar y que nunca habíamos cruzado palabra, algunos hasta compadres nos hicimos.

Tanto hemos seguido hablando de él que hasta al hijo más pequeño del compadre Israel los demás niños le dicen así, El Hombre Águila , y el pequeño empieza a correr haciendo ruido con la boca y con los brazos abiertos, así… como si fuera a volar.

 

 

*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador


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