jueves, noviembre 21, 2024
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La Perinola: ¿Los incurables?

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Por Álex Ramírez-Arballo
Hablaba hace unos días con un familiar, alguien muy querido con el que obviamente tengo muchos recuerdos en común, recuerdos de infancia llenos de muchas luces y muy pocas, poquísimas sombras. El hombre estaba triste y se lamentaba de lo que el llamaba una sociedad “maleada”, es decir,  corrompida, viciosa, enferma de múltiples violencias que desembocan siempre en una misma muerte.  No lo culpo, los males que sacuden el país son muchos, como muchas veces he señalado aquí, y lejos de desvanecerse parecen normalizarse con el paso de los años; a veces siento que somos como esas personas que han padecido un accidente y que de la noche a la mañana deben hacerse a la idea de vivir el resto de su día con alguna incapacidad irremediable.

¿No será que efectivamente nuestros males son incurables?, me pregunto muchas veces antes de dormir. Lo hago con miedo de escuchar un “sí” que salga de lo más hondo de mí y me confirme lo vano que son todas mis esperanzas.  Afortunadamente lo que he escuchado asta el día de hoy  es un “no” rotundo que pronuncio con una profunda convicción y con muchas fuerzas; no creo que nuestros males sean incurables porque son muchas más las personas dispuestas a vivir una vida de paz y trabajo, de armonía y de creación de futuro. No tengo la menor duda al respecto.

La responsabilidad de los males que suceden en una sociedad, entendámoslo, es siempre compartida; por lo tanto, la solución a esos problemas pasa necesariamente por la acción de una gran mayoría de la sociedad.

Creo que nuestro principal error es la manera en que nos asumimos a nosotros mismos, como si fuéramos niños en manos de una casta rectora obligada a construir para nosotros la realidad. Eso no es así. Hemos sido educados para obedecer y asumir que el trabajo de edificar el mundo descansa siempre en otras manos. La responsabilidad de los males que suceden en una sociedad, entendámoslo, es siempre compartida; por lo tanto, la solución a esos problemas pasa necesariamente por la acción de una gran mayoría de la sociedad. Involucrarse es algo más que hablar, algo más que decir estas cosas que digo yo, es sobre todo hacer y señalar: acción y crítica. Eso que se llama pomposamente el pensamiento crítico es saber bien dónde nos encontramos parados, cuál es nuestra situación y qué es lo que podemos hacer, por humilde y simple que parezca, para mejorar la evolución natural del día a día. No hay voluntad pequeña cuando se trata de sumar. No se cambia el mundo de un día para otro, pero siempre se puede empezar una larga marcha hoy mismo.

Desconfío hondamente de los quejumbrosos y los resignados: son muertos en vida.  La pasión por la existencia debe reconocer retos, riesgos, dolores de cabeza y debe, sobre todo ponernos ante amenazas reales. Piensa esto: si no te da miedo lo que estás haciendo es que no estas haciendo lo suficiente; si no tienes enemigos es que no estás diciendo lo necesario; si no te sientes asqueado de la corrupción de la moral pública es que simple y llanamente has decidido voltear para otro lado.




 

 

Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com


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