Imágenes urbanas: Table dance
00Por José Luis Barragán Martínez
Cuando Valentín regresó de su luna de miel, los compañeros de trabajo en aquella oficina del gobierno federal no se la acababan con la carrilla acostumbrada a los recién casados: “El señor ha de llegar temprano a casa para que no lo regañen”; “le ha de entregar intacta la quincena a la señora, va para mandilón que vuela”; “lo traen marcando el paso”.
De tanto estar dale que dale por fin lo convencieron de darse la primera escapada a espaldas de su esposa, no sería nada del otro mundo, simplemente, el día de paga, irían a tomar café al Sanborns saliendo a las 3 de la tarde.
Así lo hicieron, era día de quincena y viernes, salieron del trabajo y fueron al restaurant acordado.
La joven con vestimenta de china poblana no se daba abasto en llenar las tazas de café de los seis amigos, Adriano comentó: “Deberíamos acostumbrar a venir a tomar café cada semana, hasta podríamos hacer un equipo y meternos a la política”; Enriquillo, siempre con la carrilla: “Cierto, podríamos llamar al grupo ‘Libertos 2017’, porque la libertad ante todo”, y diciendo y haciendo escribió en una servilleta “Libertos 2017” y se la metió a Valentín en la bolsa de la camisa al tiempo que le decía: “Toma, mandilón, para que no se te olvide, la libertad ante todo, porque luego las esposas le quieren poner el bozal a los maridos”.
La plática estaba encendida, fue entonces que el Jíbaro propuso que se cambiaran al bar para tomarse dos o tres cervezas y pedir algo a manera de botana, Valentín protestó: “Quedamos que nada más café”, casi al mismo tiempo todos le dijeron “¡ya, mandilón!”, pidieron la cuenta y hacia el bar se dirigieron.
Después de algunas cervezas el mismo Jíbaro propuso: “Aquí cerca está el Jirotiux Table Dance, de seis a ocho de la noche las cheves al 2 por 1”, “¡vamos!” dijeron todos menos Valentín que oponía resistencia, finalmente se lo llevaron bajo el argumento: “¡Qué no sabes que en la diferencia está el gusto, para que veas chamacas hermosas, la diferencia Valentín, la diferencia!”.
Ya en el Jirotiux la joven semidesnuda movía sensualmente el cuerpo alrededor del tubo: “Estas mujeres vienen de otros estados, son chambas que ofrecen en los periódicos ganando quince o veinte mil pesos a la semana”, comentó el Sabori; Valentín ya emocionado y por el mismo efecto de las ambarinas lo cayó: “¡Olvídate de análisis y disfruta el momento!”.
Las cervezas iban y venían, las bailarinas también, el impacto profundo fue Casandra, Valentín ya no tuvo ojos mas que para ella, al grado que le puso un billete de a doscientos en la tanga.
A las ocho de la noche se despidieron, ningún argumento convenció al recién casado de abandonar el Jirotiux quien ya se había puesto de acuerdo con Casandra de esperarla a la salida: “Cuidado Valentín, estas mujeres traen sus cachanchanes, te van a golpear, además acuérdate que te acabas de casar”, le dijeron, pero todo fue en vano.
La esperó hasta las dos de la mañana, Valentín iba muy tomado, se fueron al Paradise Motel.
Serían las dos de la tarde del sábado cuando unos fuertes golpes en la puerta lo despertaron, era la señora de la limpieza: “¡Tiempooo!”, le gritaron desde afuera. El dolor de cabeza terrible, de Casandra ni sus luces, la sangre se le fue helando al descubrir que hasta sus zapatos se habían llevado al igual que su esclava de 24 kilates, la cadena de oro con su medalla, el reloj, ¡el anillo de matrimonio! ¡la tarjeta de crédito! ¡las llaves de la pick up Onapaffa regalo de su padre! ¡El dinero de la quincena!
Asustado llamó a la administración y casi le da un infarto cuando la recepcionista le dijo que la muchacha había salido muy temprano, a toda prisa, acompañada de unos señores.
No lo podía creer a la vez que se apretaba la cabeza con las manos abiertas, en eso sus ojos se toparon en el suelo con un papel blanco, arrugado, lo recogió con la esperanza de encontrar algún indicio que le permitiera encontrar a quien prácticamente lo había dejado en cueros, lo desdobló y leyó: “Libertos 2017”.
*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador
Mi estimado José Luis, cuando escribes “Valentín ya emocionado y por el mismo efecto de las ambarinas lo cayó”, no querrás decir lo calló? (del verbo callar?). Te saludo.